"Los ni?os no tienen ni fuerza para llorar"
Voluntarios espa?oles que han regresado de Asia relatan su experiencia
"No son ni?os como los nuestros. Ellos ni r¨ªen ni lloran. Son ni?os taciturnos y callados. No tienen ni fuerza para llorar". As¨ª explicaba ayer Pedro Peitab¨ªa, jefe m¨¦dico del Samur -el servicio madrile?o de asistencia urgente-, la imagen de la tragedia que s¨®lo unas horas antes hab¨ªa dejado en Banda Aceh (Indonesia). ?l y 40 personas m¨¢s -m¨¦dicos, enfermeras, t¨¦cnicos y bomberos de Madrid y de C¨®rdoba- han formado el primer equipo de auxilio enviado desde Espa?a. Pero su auxilio no ha sido s¨®lo m¨¦dico. Las suturas y los antibi¨®ticos iban acompa?ados de grandes dosis de cari?o. "Cuando llev¨¢bamos ocho d¨ªas trabajando, vimos la primera sonrisa y nos sorprendi¨®", explica Peitab¨ªa.
"Las olas llegaron a siete kil¨®metros de la costa. Dos kil¨®metros tierra adentro no quedaba nada en pie"
Los expertos en emergencias han visto mucho dolor durante a?os de convivencia con la tragedia, especialmente tras el atentado del 11-M, pero lo que han vivido en Banda Aceh no se les olvidar¨¢. Han regresado con fotos, y cuando las muestran no pueden evitar emocionarse. Est¨¢n orgullosos de su trabajo, pero admiten que s¨®lo es un grano en un desierto de desolaci¨®n.
Coordinados por la Agencia Espa?ola de Cooperaci¨®n Internacional (AECI), han atendido a 310 pacientes, el 30% de ellos con patolog¨ªas traum¨¢ticas de car¨¢cter moderado y el resto con patolog¨ªas derivadas de la situaci¨®n sanitaria en la zona. Un total de 93 enfermos ten¨ªan insuficiencias respiratorias, heridas infectadas, s¨ªntomas de aspiraci¨®n de agua, neumon¨ªa. Algunos fueron atendidos de casos graves de t¨¦tanos.
"Tratamos a personas que llevaban varios d¨ªas con fracturas abiertas, heridas que hab¨ªa que suturar como se pod¨ªa en un cami¨®n convertido en ambulancia o en la calle", relata Javier Quiroga, uno de los enfermeros de la expedici¨®n. "Los enfermos est¨¢n deshidratados. No s¨®lo hay que curarlos, hay que intentar que sigan con vida", a?ade.
En Banda Aceh, uno de los escenarios m¨¢s devastados por la tragedia, no ha quedado nada. Los voluntarios tuvieron que viajar con un generador para disponer de luz el¨¦ctrica, con una planta potabilizadora para obtener agua con la que lavar a los enfermos, con medicinas y, por supuesto, con la comida necesaria. Los alimentos los han compartido con los heridos. "Les d¨¢bamos antibi¨®ticos, les cur¨¢bamos y luego les d¨¢bamos galletas", recuerda Quiroga.
La solidaridad no s¨®lo se manifest¨® con los afectados, tambi¨¦n con los voluntarios de otros pa¨ªses. "En una situaci¨®n como ¨¦sta, todos nos ponemos de acuerdo. ?T¨² qu¨¦ tienes?, es la pregunta m¨¢s usual. Nos hemos intercambiado de todo con los estadounidenses, hasta comida. Nos daban galletas cookies y les d¨¢bamos botes de fabada".
Los espa?oles han recuperado durante estos d¨ªas de trabajo el viejo hospital de la Facultad de Medicina. "Cuando llegamos no hab¨ªa enfermos. Los 150 que estaban ingresados all¨ª antes de la cat¨¢strofe murieron. El personal m¨¦dico los sac¨® a la calle con las camas cuando comenzaron los primeros terremotos y el mar se los llev¨®".
"Cuando llegamos a la isla, el maremoto hab¨ªa causado destrozos a siete kil¨®metros de la costa. Dos kil¨®metros tierra adentro no quedaba nada en pie", explica Javier Quiroga. "Uno de los mayores problemas ha sido no poder llegar hasta los heridos. Los helic¨®pteros estadounidenses nos tra¨ªan a los afectados hasta el hospital de campa?a que hemos montado junto a la Facultad de Medicina". All¨ª, los espa?oles, con la ayuda de Bunda, una joven de Banda Aceh que se ofreci¨® como int¨¦rprete, han escuchado relatos que duelen m¨¢s que las heridas que han curado.
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