Virgencita que me quede como estoy
A veces las vacaciones no pueden llegar en un momento m¨¢s oportuno. En v¨ªsperas de Navidades nos desped¨ªamos todos sin que nos hubiera tocado la loter¨ªa -?vaya novedad!- y con la AVL en plena crisis -algo tampoco demasiado original-. Ahora, cuando encaramos el retorno, habr¨¢ que enfrentarse a dos situaciones inevitables: la cuesta de enero y qu¨¦ va a ser de la dichosa Acad¨¨mia. Desde luego lo primero pinta mejor, pues est¨¢n las rebajas y menos da una piedra. Lo malo del segundo marr¨®n es que tambi¨¦n se vislumbran rebajas, pero ahora maldita la gracia que nos hacen. Una reflexi¨®n antes que nada. En todo este asunto han opinado profusamente tirios y troyanos: el pol¨ªtico y el abogado, el escritor y el economista, el historiador y el ingeniero. Lo notable es que no han salido tan apenas a la palestra los fil¨®logos, que son los que de verdad ten¨ªan algo que decir. Esto da mala espina. Es como si sobre la enfermedad de un pariente no se pronunciasen los m¨¦dicos sino los camilleros ?Que por qu¨¦ no han (hemos) dicho ni m¨²? Se lo explicar¨¦: porque sabemos que la filiaci¨®n ling¨¹¨ªstica del valenciano es indubitable, pero tambi¨¦n que la lengua se est¨¢ muriendo y que todo esto contribuye a acabar de matarla un poco m¨¢s.
No soy adivino y no s¨¦ qu¨¦ va a pasar. Dicen que el acuerdo es imposible y lo entiendo. Pero tambi¨¦n resulta patente que lo que ha ocurrido gravitar¨¢ ya siempre sobre esta cuesti¨®n y que una vuelta a las posiciones originarias resulta inviable. Lo quieran o no, los dos grandes partidos est¨¢n atrapados por la historia: uno por su renuncia al blaverismo, todo lo t¨ªmida que se quiera, pero renuncia al fin; el otro por su renuncia a un proyecto pol¨ªtico construido sobre la unidad ling¨¹¨ªstica. No puedo concebir un panorama m¨¢s sombr¨ªo que la vuelta al conflicto civil valenciano de finales de los setenta. Tampoco entiendo que en un momento en el que PSOE y PP tienen que entenderse para afrontar grandes (y graves) cuestiones como la postura ante la Constituci¨®n europea o el plan Ibarretxe, aqu¨ª se puedan permitir el lujo de andar a la gre?a.
He o¨ªdo de todo estos d¨ªas, las viejas defensas apasionadas y seudofilol¨®gicas de siempre, las habituales descalificaciones. Sin embargo hay un argumento nuevo que quiero comentar: sosten¨ªan -y sostienen- mis interlocutores que una situaci¨®n como ¨¦sta s¨®lo se da en Valencia, que lo que pasa es una maldici¨®n imputable al car¨¢cter de los valencianos. El resultado de esta reflexi¨®n es el des¨¢nimo y la claudicaci¨®n: mientras las dem¨¢s regiones biling¨¹es de Espa?a contemplan una consolidaci¨®n de la estimativa de su lengua propia (el uso y la salud real es otro cantar, pero no depende de ellas sino de la aldea global), aqu¨ª hemos arrojado ya la toalla porque somos diferentes. Bueno, pues concedo la menor, pero no la mayor. Quiero decir que la ingerencia de los pol¨ªticos -de los de aqu¨ª y de los de all¨¢- en la labor acad¨¦mica resulta intolerable, pero no es inusual. Al fin y al cabo las Academias son en Espa?a un invento promovido por los Borbones para crear un poder f¨¢ctico intelectual alternativo a las Universidades, que los reyes no pod¨ªan controlar. Y no s¨®lo la RAE o la Real Academia de la Historia: el antecedente m¨¢s claro del Institut d'Estudis Catalans, la Acad¨¨mia de Bones Lletres de Barcelona, fundada en 1729, recibi¨® en 1752 el benepl¨¢cito de Fernando VI para convertirse en instituci¨®n real. Por cierto, que la Academia Valenciana, que a la saz¨®n promocionaba Mayans, no quiso aceptar el patronazgo real y, por consiguiente, vio rechazados sus estatutos. Para que luego digan. As¨ª pues que en la creaci¨®n de la AVL intervinieran los poderes p¨²blicos no es bueno, pero tampoco raro. Eso est¨¢ muy bien, dir¨¢n Vds, mas de ah¨ª a nombrar directamente a los acad¨¦micos media un abismo. En efecto. No obstante quisiera recordar que en la dictadura de Primo de Rivera fue el gobierno quien impuso a dedo los llamados acad¨¦micos regionalistas y la RAE trag¨®, vaya si trag¨®. ?Que por qu¨¦ lo hizo? Por una raz¨®n muy simple: porque tras la crisis de 1898 se estaban produciendo movimientos ling¨¹¨ªsticos secesionistas en varios pa¨ªses hisp¨¢nicos -la pol¨¦mica del llamado idioma argentino, por ejemplo- y la docta instituci¨®n prefiri¨® aguantar el tipo y no disolverse en un momento de peligro para la lengua com¨²n. Podr¨ªa ser que en la Comunidad Valenciana estemos viviendo un momento parecido. Miren, yo ni siquiera soy hablante materno de valenciano, pero a veces tengo la impresi¨®n de que su suerte me preocupa m¨¢s que a los pol¨ªticos y a los acad¨¦micos a los que tanto se les llena la boca en su defensa. Porque, saben, la ciencia ha sancionado indubitablemente que hasta ahora el valenciano y el catal¨¢n forman parte del mismo sistema ling¨¹¨ªstico, pero la ciencia no puede prevenir su escisi¨®n. Como en Biolog¨ªa, las especies se bifurcan a consecuencia del aislamiento mutuo de unos grupos respecto de otros y lo que todo esto est¨¢ provocando es una fractura grave de la empat¨ªa mutua de las comunidades catalana y valenciana, no se enga?en. Pas¨® con el sueco y el dan¨¦s, que ya son dos lenguas diferentes, y est¨¢ pasando con el serbio y el croata, que llevan camino de serlo. Y el resultado es que los n¨®rdicos cada vez tienen que usar m¨¢s el ingl¨¦s y los balc¨¢nicos empiezan a emplear el alem¨¢n o el franc¨¦s. El d¨ªa que la escisi¨®n se consolide, la sentencia de muerte de la variedad valenciana, que s¨®lo hablan unos tres millones de personas, estar¨¢ cantada, tanto como la de la variedad catalana, por m¨¢s que la hablen el doble y su apoyo institucional sea mucho m¨¢s fuerte. As¨ª que piensen lo que hacen y no se precipiten.
?ngel L¨®pez Garc¨ªa-Molins es catedr¨¢tico de Teor¨ªa de los Lenguajes de la Universidad de Valencia. (lopez@uv.es)
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