De menos a m¨¢s
Cuatro nombres de campanillas, cuatro solistas de primera clase tardaron medio concierto en convertirse en un verdadero grupo de m¨²sicos disfrutando de su trabajo. Quiz¨¢ influyera en ello que la primera parte presentaba dos obras que hay que trabajar muy bien porque tienen trampa. La una es un resto del clasicismo beethoveniano -el Cuarteto con piano op. 16 bis-, originalmente un quinteto para vientos y piano y transcrito a?os despu¨¦s, que hay que poner en sinton¨ªa con dos ¨¦pocas diferentes. La otra -el Cuarteto con piano, op. 47, de Schumann- est¨¢ tan llena de contenido que requiere la calma del trabajo continuado y del mucho ensayar. Estaba, s¨ª, el precioso sonido de Bashmet y Gutman, la s¨®lida eficacia de Lobanov, pero Tretiakov se quedaba atr¨¢s, ¨¦l, que ha sido violinista tan brillante cuando ha actuado con orquesta, no luc¨ªa como era de esperar. El arranque de Schumann present¨® incluso leves problemas de afinaci¨®n y el conjunto aparec¨ªa por debajo de las expectativas.
Liceo de C¨¢mara
Yuri Bashmet, viola. Natalia Gutman, violonchelo. Vasili Lobanov, piano. Victor Tretiakov, viol¨ªn. Obras de Beethoven, Schumann y Brahms. Madrid. Auditorio Nacional, 12 de enero.
En la segunda parte cambiaron las cosas, y el precioso Cuarteto con piano n? 1, de Brahms, mostr¨® por fin lo que esperaba un p¨²blico reunido en torno a cuatro m¨²sicos como ¨¦stos. El violinista vol¨® por fin sin ataduras y sus compa?eros de grupo elevaron el tono hasta ese punto de que son capaces. Bashmet y Gutman se sintieron m¨¢s a gusto y a la belleza sonora a?adieron compromiso expresivo mientras Lobanov se ve¨ªa ya gu¨ªa de la expedici¨®n. Todo su excelente trabajo culmin¨® en un magn¨ªfico Rondo alla zingarese, ese que entusiasmaba a Sch?nberg y que tras su apariencia es, simplemente, un alarde de libertad. Fuimos, pues, de menos a m¨¢s, y vali¨® la pena. Con muy buen criterio, los rusos no dieron propinas. A ver si cunde la costumbre.
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