Constituci¨®n europea: s¨ª, no, abstenci¨®n
Hace pocas semanas me invitaron los socialistas franceses a participar en el debate sobre la Constituci¨®n europea. Lo han vivido con cierto dramatismo porque se trataba de una consulta interna para decidir el s¨ª o el no del Partido Socialista Franc¨¦s ante la consulta al pa¨ªs que tendr¨¢ lugar en los pr¨®ximos meses, en un ambiente de diferencias internas preocupante. M¨¢s preocupante por el hecho de que razones ajenas a la propia valoraci¨®n de la Constituci¨®n Europea se mezclaban en el debate para atraer posiciones hacia el no.
El desaf¨ªo interno se ha resuelto a favor del s¨ª con claridad, pero el cuadro que contempl¨¦ se va a repetir en cada consulta de las ya anunciadas, fuera y dentro de las formaciones pol¨ªticas, con argumentos que desbordan, desconocen o manipulan el sentido mismo de la consulta.
Ante ese desaf¨ªo nos encontramos, en primer lugar, por orden cronol¨®gico, los ciudadanos espa?oles a partir del debate de autorizaci¨®n celebrado en el Congreso de los Diputados y de la convocatoria del Consejo de Ministros para votar la Constituci¨®n europea.
No va a ser igual en cada pa¨ªs, porque los argumentos espurios tendr¨¢n car¨¢cter nacional, e incluso local, en una variada gama de desprop¨®sitos. En lo ¨²nico que habr¨¢ semejanza clara ser¨¢ en el previsible volumen de abstenci¨®n y, tal vez, en esas franjas de opini¨®n que est¨¢n en contra de cualquier paso adelante en la construcci¨®n europea, que, como despu¨¦s veremos, ser¨ªan los ¨²nicos beneficiarios de un no e incluso de una alta abstenci¨®n.
?Por qu¨¦ se espera una baja participaci¨®n si la materia de la que se trata se considera de gran trascendencia por los responsables pol¨ªticos?
En el Parlamento Europeo la votaci¨®n es alt¨ªsima y la inclinaci¨®n hacia el s¨ª contundente. En el Parlamento espa?ol, m¨¢s del ochenta y cinco por ciento de los representantes de los ciudadanos est¨¢n por el s¨ª y en una votaci¨®n decisoria sobre la Constituci¨®n esto se reflejar¨ªa con claridad.
Como dem¨®crata me preocupa la abstenci¨®n. Como europe¨ªsta convencido tambi¨¦n, pero no descarto que en un escenario de baja participaci¨®n, los defensores del no triunfen, porque es m¨¢s f¨¢cil movilizar una respuesta negativa que una positiva que se da por descontada. Como ciudadano espa?ol y europeo, me preocupa lo que significar¨ªa una alta abstenci¨®n como reflejo de la falta de preocupaci¨®n real por la construcci¨®n del espacio p¨²blico que compartimos -Europa-, del que depende una parte sustancial de nuestro presente y nuestro futuro.
Se me ha olvidado decirles que no soy muy partidario de este tipo de consultas, aunque hice una por compromiso electoral, porque considero que pocas son apropiadas en la din¨¢mica de la democracia representativa. La raz¨®n fundamental de esta prevenci¨®n, que algunos criticar¨¢n porque les parece m¨¢s democr¨¢tico estar a favor de todo tipo de consultas directas, es que no es f¨¢cil responder a una pregunta -necesariamente simple- sobre cuestiones que son extraordinariamente complejas con un s¨ª o un no.
Justamente por su complejidad permiten a los distintos actores confundir la valoraci¨®n de lo que se va a votar con otras cuestiones que ni de cerca ni de lejos tienen que ver con la materia sometida a consulta. Y esta dificultad, que ya existe en el propio seno de las instituciones parlamentarias, que se supone que han tenido la oportunidad de conocer y debatir a fondo la complejidad de la materia a decidir, se multiplica en el caso de la ciudadan¨ªa, inevitablemente lejana al conocimiento del texto que se someter¨¢ a su consideraci¨®n.
En el debate de autorizaci¨®n celebrado en el Parlamento espa?ol ya hemos podido comprobar que de lo que menos se hablaba era del contenido de la materia que va a consultarse. Inevitablemente se cruz¨® el plan Ibarretxe, introducido por los que reclaman que no se debata en el mismo hemiciclo. ?Alguien se lo puede explicar como no sea por las razones que dec¨ªa m¨¢s arriba? Con un m¨ªnimo de sentido com¨²n, previo al de la responsabilidad o al llamado sentido del Estado, lo menos que cabr¨ªa decirles es que la construcci¨®n europea en general, y la Constituci¨®n europea en particular (lean el texto) garantizan la integridad territorial de los Estados de la Uni¨®n como partes integrantes de este Espacio P¨²blico que compartimos. Aunque s¨®lo sea una garant¨ªa m¨¢s, deber¨ªan estar contentos y no confundir a la opini¨®n.
La abstenci¨®n, si es muy significativa, va a ser leg¨ªtimamente interpretada como desinter¨¦s por la construcci¨®n europea en la que tanto nos jugamos como pa¨ªs. Pero adem¨¢s de esa interpretaci¨®n que he calificado de leg¨ªtima, habr¨¢ otras, sectarias e interesadas m¨¢s all¨¢ -o m¨¢s ac¨¢- de las razones de inter¨¦s general que deber¨ªan mover a todos los responsables pol¨ªticos, est¨¦n por el s¨ª o por el no, o simulen estar por el s¨ª pero estimulen la abstenci¨®n.
Las posiciones del no, aunque en el resultado final se confundan, son asimismo variadas, como las actitudes abstencionistas. He encontrado a cr¨ªticos de la Constituci¨®n porque la consideran insuficiente para sus aspiraciones de m¨¢s Europa. Podr¨ªamos decir que argumentan sobre su aspiraci¨®n a una Europa ideal para explicar su rechazo al texto que se presenta. Me encuentro entre los que han hecho algunas cr¨ªticas -no menores- durante la elaboraci¨®n del Tratado y las mantengo en su resultado final. Por tanto, para mi aspiraci¨®n europe¨ªsta podr¨ªa decir que el texto es insuficiente en esa direcci¨®n y con elementos que no me gustan. Pero mi posici¨®n ante un s¨ª o un no, como me ocurr¨ªa con el Acta ?nica o con el propio Tratado de la Uni¨®n, entre los que preceden a este texto, es claramente, decidida y responsablemente, s¨ª.
Respeto a los que est¨¢n en contra y piden el no porque no creen en la construcci¨®n europea, pero me resulta dif¨ªcil de comprender a los que est¨¢n por m¨¢s Europa -social, econ¨®mica y pol¨ªticamente- y promueven el no ante la consulta. Incluso les he o¨ªdo decir que si triunfa el no podr¨¢n gestionar una Constituci¨®n m¨¢s europe¨ªsta. Craso error. Si triunfa el no, los ganadores ser¨¢n los antieurope¨ªstas, impul-sadores de una renacionalizaci¨®n trasnochada del espacio europeo. Ser¨ªa un fiasco para cualquier avance, t¨ªmido o potente, hacia la Europa Pol¨ªtica y, por eso, un retroceso de consecuencias serias en este proceso.
Nos queda el s¨ª, a ser posible un s¨ª con fuerte respaldo ciudadano, para seguir dando pasos adelante en el proceso, sobre una base mejor que la anterior, aunque no cubra las aspiraciones que tenemos. El triunfo del s¨ª mejorar¨¢ la posici¨®n de los ciudadanos europeos que quieren serlo, adem¨¢s de ser ciudadanos espa?oles o franceses. Dar¨¢, o permitir¨¢ dar, para ser m¨¢s precisos, un espacio nuevo a los que creemos que Europa como espacio p¨²blico compartido de ciudadan¨ªa, como potencia econ¨®mico-tecnol¨®gica, como sociedad cohesionada y solidaria, como poder relevante para la seguridad y la paz, merece la pena y puede hacerse.
Echo de menos esa dimensi¨®n de Europa, como un poder relevante hacia dentro y hacia fuera, con sus valores, en el mundo turbulento que vivimos. Si fracasara la Constituci¨®n, que no resuelve por s¨ª este desaf¨ªo, ni siquiera podr¨ªamos intentarlo.
Fuera de todo compromiso institucional, o de cualquier aspiraci¨®n que vaya m¨¢s all¨¢ que la de un ciudadano espa?ol y europeo, pido y espero una participaci¨®n alta y un s¨ª rotundo.
Felipe Gonz¨¢lez es ex presidente del Gobierno espa?ol.
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