Por cuenta propia
Unos se han ido porque han querido y a otros, lisa y llanamente, les han puesto en la calle. A la muerte de Karajan -y de eso hace ya 15 a?os- no se encontr¨® a nadie capaz de recoger su corona de emperador medi¨¢tico. De ah¨ª a pensar que el resto era calderilla no hubo m¨¢s que un paso. As¨ª desaparecieron del mapa discogr¨¢fico artistas que antes hab¨ªan sido dignos comparsas del gran jefe. Ni siquiera el brillante Gardiner, guapo y con talento, parec¨ªa servir. Pero lo que le ha ocurrido a Gardiner les pas¨® antes a otros. Y lo que ¨¦l va a hacer lo hicieron tambi¨¦n algunos de sus antecesores en la desgracia. Trevor Pinnock fund¨® el sello Avie, y Ton Koopman se mud¨® a Challenge. Son tres grandes del repertorio antiguo y barroco, curiosamente uno de los pilares en los que se basa la pol¨ªtica de las peque?as firmas que han ocupado, a base de calidad, un lugar en el sol.
Lo mismo sucede con orquestas antes ligadas a poderosos imperios discogr¨¢ficos. Algunas de las mejores del mundo, como la del Concertgebow de Amsterdam -nueva en esta plaza del negocio- o la Sinf¨®nica de Londres, otras de menor calado como la Hall¨¦ de Manchester y una de tan estupenda reputaci¨®n como la Sinf¨®nica de San Francisco han creado tambi¨¦n sus propios sellos. Los pianistas no han llegado tan lejos pero, por ejemplo, Grigori Sokolov nunca ha querido pertenecer a una gran marca, su colega Andr¨¢s Schiff se despidi¨® de una de ellas porque no le dejaban grabar lo que quer¨ªa, y Elizabeth Leonskaia y Christian Zacharias han abandonado a las multinacionales que les cobijaban para fichar por una peque?a y din¨¢mica firma alemana.
Demonios y llamas
Pero tampoco habr¨ªa que caer en la demonizaci¨®n de los grandes. Para los artistas que quedan en sus manos, una compa?¨ªa poderosa supone buena promoci¨®n global, eso s¨ª, mientras las ventas acompa?en. Las apuestas a largo plazo -que s¨ª buscan los peque?os y, todav¨ªa, los medianos- parecen haber desaparecido, pero nombres como los de Abbado, Argerich o Harnoncourt mantienen una llama que, con todo, supone una parte importante de las ventas globales del sector y siguen siendo bendecidos por la cr¨ªtica, entre otras cosas porque sus ¨²ltimos trabajos mantienen la calidad digna de sus nombres. El futuro del negocio pasa tambi¨¦n por estas grandes compa?¨ªas en la medida en que se adapten a un mercado que posee caracter¨ªsticas muy peculiares y que, aunque m¨¢s despacio, tambi¨¦n cambia. Es lo que los peque?os y alg¨²n mediano han entendido bien en esta lucha, en medio de una crisis que puede ser una broma comparada con lo que queda por discutir: el porvenir del disco como soporte del repertorio cl¨¢sico. Pero eso es otra historia.
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