Juegos de guerra
Para superar la crisis y soslayar nuevos y previsibles asaltos del zaplanismo en el Ayuntamiento de Alicante, el alcalde D¨ªaz Alperi se ha cepillado de una tacada a las ediles Rosana Cremades, titular de Hacienda, y Mar¨ªa Jos¨¦ Rico, de Turismo, ambas adscritas al sector del ex ministro. Una y otra criticaron en diversas ocasiones y p¨²blicamente la gesti¨®n del primer edil. Ahora, en una remodelaci¨®n del equipo de gobierno, han sido desplazadas y puestas al frente de otras competencias de escasa relevancia. La jugada hace que el alcalde recupere un mayor control municipal y desenvaine el principio de autoridad, que ¨²ltimamente andaba por los suelos. Por supuesto, la decisi¨®n tiene todas las trazas de una purga, aunque el propio D¨ªaz Alperi asegure que de eso, nada, si bien cada quien lo puede interpretar a su manera. Y es lo que ha hecho Jos¨¦ Joaqu¨ªn Ripoll, presidente provincial del PP y de la Diputaci¨®n. A Jos¨¦ Joaqu¨ªn Ripoll no le ha satisfecho en absoluto una remodelaci¨®n que ha dejado relegadas a dos concejalas decididamente leales a su jefe de filas. En este punto, el presidente ha adoptado una actitud dubitativa y se ha pronunciado con cautelas y reservas respecto al alcalde, a quien atribuye toda la responsabilidad de unas medidas pol¨ªticas poco esclarecidas. Luego ha pronunciado una frase que al cronista se le figura entre enigm¨¢tica y suspicaz: desde fuera, m¨¢s o menos ha dicho, estas medidas van en sentido contrario de la pacificaci¨®n del partido. ?Desde fuera de qu¨¦?, ?y desde dentro de ese mismo qu¨¦, en qu¨¦ sentido van o parece que van?, ?cu¨¢l es el punto de vista? Frente a las reticencias y dudas de Ripoll, D¨ªaz Alperi ha recibido todos los parabienes de la direcci¨®n regional del PPCV, donde se ha ponderado el ejercicio de la autonom¨ªa municipal del alcalde alicantino, y se han respetado sus decisiones, en lo que ata?e al consistorio. D¨ªaz Alperi ha redondeado la faena incorporando, para la delegaci¨®n de Hacienda, a Mar¨ªa Teresa Revenga, edil popular en otros ayuntamientos, y con una amplia experiencia municipal, y a la que en las ¨²ltimas elecciones locales Eduardo Zaplana vet¨®, sin miramiento alguno. Esta incorporaci¨®n se propicia desde la nueva Ley de Grandes Ciudades, que permite gestionar concejal¨ªas a personas que no concurrieron a los comicios. Pero la historia de esta remodelaci¨®n ofrece aspectos e im¨¢genes ciertamente conmovedoras, en tanto en cuanto exaltan la lealtad y la fidelidad de las dos ediles cr¨ªticas y presumiblemente retiradas a posiciones menos relevantes por sus afinidades: Mar¨ªa Jos¨¦ Rico, antes de abandonar el despacho que ocupaba hasta hace unos d¨ªas, pos¨® con una fotograf¨ªa en la que aparece junto a Eduardo Zaplana, y que se llev¨® a su nueva oficina. El culto a la personalidad carece de color. Y por descontado, todas estas circunstancias, entre las que tambi¨¦n agrega el cronista el expediente abierto a Manuel Ortu?o, y anunciado por Rodr¨ªguez Mar¨ªn, no favorece, en absoluto, el deseo de darle apa?o a las divisiones internas del PP, como expresaba Adela Pedrosa. Para poner m¨¢s abrupto el deseo, Julio de Espa?a anuncia su candidatura a la presidencia local de los populares, en la ciudad de Alicante. El zaplanismo juega a lo que le va.
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