El silencio no es respuesta
La decisi¨®n de que el Parlamento andaluz discuta, y se pronuncie sobre el Plan Ibarretxe, como hab¨ªa solicitado el Partido Popular, no supone, en contra de lo que apuntaban las primeras reacciones de rechazo a esta iniciativa, un ¨®rdago pol¨ªtico ni llevar a nuestros diputados auton¨®micos a un debate que no es de su incumbencia.
El Parlamento, adem¨¢s de para elaborar leyes y controlar al Ejecutivo, debe servir para que quienes representan la voluntad popular se posicionen ante los temas que nos preocupan a los ciudadanos. Y los ciudadanos andaluces, hoy por hoy, al igual que los del resto de las comunidades espa?olas, estamos preocupados por una ofensiva nacionalista de imprevisibles consecuencias y cuya resoluci¨®n, sea cual sea, va a afectar no s¨®lo al Pa¨ªs Vasco, sino al conjunto de Espa?a.
Ser¨ªa absurdo que el Parlamento andaluz, o el extreme?o o el valenciano, perdiesen un solo minuto en posicionarse sobre la forma en que el Gobierno vasco administra sus recursos en materia sanitaria o de infraestructuras. Pero no lo es que los andaluces, a trav¨¦s de nuestro Parlamento, digamos lo que pensamos y se fijen posturas sobre algo que va mucho m¨¢s all¨¢ de una mera gesti¨®n de competencias. Lo que Ibarretxe quiere imponer, sin consenso, apoyado por una exigua mayor¨ªa, alcanzada gracias al voto de tres diputados, marcados por una clara complacencia con el terrorismo de ETA. Es un proyecto que, como aspiraci¨®n final declarada, implica una ruptura de nuestro Estado constitucional. Un Estado constitucional que todos los espa?oles, andaluces incluidos, aceptamos y votamos. Por tanto, esa pretendida ruptura de un Estado al que los andaluces jam¨¢s hemos cuestionado, sino que hemos respetado y defendido -y por el que muchos andaluces han sido asesinados dentro y fuera del Pa¨ªs Vasco- nos afecta, y mucho, en nuestra condici¨®n, y en nuestra convicci¨®n, de espa?oles. Porque ¨¦ste no es un problema de los vascos, que tambi¨¦n, sino de todos los espa?oles.
A los ciudadanos nos afecta, no lo que nos dicen que nos tiene o no que afectar, sino todo aquello que, por una raz¨®n u otra, incorporamos a nuestro particular, y colectivo, cat¨¢logo de desvelos y preocupaciones. Y no hay duda de que el llamado Plan Ibarretxe nos ha pulsado una fibra sensible y tenemos que hablar de ello.
Cualquiera que no padezca un ataque de autismo, tiene que darse cuenta de que este tema est¨¢ hoy en la calle, en los caf¨¦s, en las conversaciones entre amigos o conocidos, en las tertulias, en los medios de comunicaci¨®n, e incluso entre las familias. Cuando eso ocurre, sea cual sea el an¨¢lisis, es porque a la gente le interesa, quiere opinar y, en consecuencia, quieren saber que piensan aquellos que tienen la obligaci¨®n de marcar las pautas pol¨ªticas de su comunidad.
Ni se puede ni se debe sustraer al Parlamento andaluz, aunque no tenga capacidad de decisi¨®n legal sobre el tema, de un debate que est¨¢ en la calle, porque eso ser¨ªa, adem¨¢s de una renuncia vergonzosa, aislar a¨²n m¨¢s, a un Parlamento que lo que necesita es una gran dosis de revitalizaci¨®n y de encontrar conexiones, en tiempo real, con los problemas que se viven de sus puertas para afuera.
Est¨¢ claro que Andaluc¨ªa, a trav¨¦s de sus fuerzas pol¨ªticas parlamentarias, tiene mucho que decir sobre algo que nos afecta a todos los andaluces, que queremos saber que piensan aquellos a qui¨¦nes dimos nuestros votos y otorgamos nuestra confianza para que administrasen nuestros intereses y diesen respuesta a nuestras preocupaciones. Y el silencio no es respuesta.
Pero es preciso, eso s¨ª, que el debate se plantee desde la serenidad y desde nuestra profunda certeza de ser y sentirnos espa?oles, y evitar que esto se convierta en una ocasi¨®n m¨¢s para abrir nuevas heridas partidistas. Andaluc¨ªa es importante para los andaluces y tambi¨¦n para todos los espa?oles, y este es el momento para dar un paso al frente y que, orgullosos como somos de nuestras se?as de identidad, pongamos nuestra capacidad y nuestra fuerza democr¨¢tica, sin dobles lenguajes, al servicio de un gran proyecto colectivo de convivencia y tolerancia.
Juan Ojeda Sanz ha sido eurodiputado por el PP.
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