Organizaciones responsables
Las im¨¢genes de los estragos del reciente maremoto asi¨¢tico han generado una conmoci¨®n en nuestras mentes dif¨ªcil de disipar. El hecho ha coincidido con la ¨¦poca navide?a que podr¨ªamos calificar como de felicidad oficial y consumo compulsivo por excelencia. Tal vez haya sido el inevitable contraste de circunstancias -nuestro despilfarro frente a su miseria- y la necesidad de aliviar una conciencia culpable, la causante de la respuesta espont¨¢nea de la ciudadan¨ªa europea en forma de pr¨®digas transferencias monetarias a las cuentas de las ONG (a pesar de la cicater¨ªa del sector bancario que s¨®lo en casos excepcionales ha renunciado al cobro de comisiones). Tanto ha sido as¨ª que el pasado 6 de enero, 11 d¨ªas despu¨¦s de la cat¨¢strofe, el presidente de M¨¦dicos Sin Fronteras explicaba a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n que suspend¨ªa la colecta de fondos al sureste asi¨¢tico, porque, de acuerdo con su capacidad de gesti¨®n, no necesitaba m¨¢s. Hab¨ªan recaudado 40 millones de euros en un tiempo r¨¦cord, suficiente para poner en marcha los equipos de voluntarios disponibles de ayuda de emergencia en la zona. La medida ha chocado con el af¨¢n recaudador de la mayor¨ªa de las ONG y ha sido, incluso, criticada de irresponsable (por Acci¨®n contra el Hambre, otra ONG) por si cund¨ªa la idea, entre los posibles donantes individuales de estas organizaciones humanitarias, de que sobraba el dinero y la gente cerraba sus bolsillos.
La conducta de M¨¦dicos Sin Fronteras es impecable. Parte del principio de que los donantes son adultos e inteligentes, de que a las ONG les corresponde s¨®lo colaborar en las ayudas de emergencia mientras los gobiernos se ocupen de los trabajos de reconstrucci¨®n y rehabilitaci¨®n y, sobretodo, supedita su actuaci¨®n al respeto escrupuloso de la voluntad de los donantes, lo que conduce a aplicar el dinero a aquello para lo que ha sido dado.
Es f¨¢cil caer en la tentaci¨®n de pescar en r¨ªo revuelto y aprovechar la emoci¨®n tumultuosa que provoca un desastre de estas dimensiones, que lleva copando durante semanas los informativos de todo el mundo, para generar ingresos que permitan tambi¨¦n parchear otros proyectos. Es a eso a lo que se ha negado MSF con un mensaje claro y sincero, sorprendente, tal como se encuentra la ¨¦tica en el mundo globalizado que nos toca vivir, que no deja margen para que prospere la sospecha. Con ese gesto, MSF consigue incrementar el respeto y la confianza que sus socios y simpatizantes tienen en la organizaci¨®n. A la larga, est¨¢ beneficiando a todas sus actividades, en el sureste asi¨¢tico y en ?frica, Am¨¦rica Latina y tantos otros sitios y la gente, cuando les vuelva a pedir dinero para atender los programas de Somalia, por ejemplo -pa¨ªs devastado por doce a?os de guerra- volver¨¢ a darlo con generosidad porque conf¨ªa en que llegar¨¢ a su destino. Ha sido la mejor forma de colaborar a restituir la imagen de las ONG en su conjunto, cuya proliferaci¨®n en los ¨²ltimos tiempos, en ocasiones como meros instrumentos de obtenci¨®n de subvenciones o como prolongaciones perversas de ciertos partidos pol¨ªticos, ha perjudicado la consideraci¨®n que se ten¨ªa de ellas, al menos de algunas de ellas. Los reproches recibidos por parte de otras ONG no est¨¢n justificados.
El tsunami ha causado m¨¢s de ciento cincuenta mil muertos y centenares de supervivientes desolados, por la p¨¦rdida de su patrimonio, de sus trabajos, de sus familias, o por las secuelas f¨ªsicas y s¨ªquicas instaladas en sus cuerpos de por vida. Por supuesto que el resto del mundo debe volcarse en aliviar al m¨¢ximo tanto trauma. Se est¨¢ en ello. Los pa¨ªses m¨¢s ricos bajo la coordinaci¨®n de la ONU est¨¢n desplegando un operativo de magnitud desconocida hasta ahora. Pero ello no debe ensombrecer otras necesidades, ni detraer recursos de otras poblaciones, olvidadas por los medios de comunicaci¨®n, lo que equivale a decir, olvidadas por el resto del mundo. Pensemos que el hambre, las enfermedades como el sida, la malaria o la de Chagas, las guerras encubiertas como la de Chechenia, nutren esos conflictos olvidados que generan la escalofriante cifra de 15 millones de muertes al a?o (algo as¨ª como 80 tsunamis). Sigue siendo importante estimular el sentimiento de solidaridad que con sentido pr¨¢ctico se materializa en las donaciones. La confianza en los voluntarios de las ONG y en sus burocracias internas constituye una pieza fundamental. Transparencia y eficacia son requisitos indispensables. El donante tiene derecho a saber para qu¨¦ da su dinero y, despu¨¦s, c¨®mo se ha empleado y qu¨¦ resultados se han conseguido. S¨®lo as¨ª estar¨¢ dispuesto a seguir contribuyendo en el mantenimiento de este entramado civil de la solidaridad tan importante para que la vida en las regiones m¨¢s desfavorecidas sea no s¨®lo soportable, sino feliz.
Mar¨ªa Garc¨ªa-Lliber¨®s es escritora.
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