La voz enrabietada de Rachid Taha
Todo en T¨¦kitoi, el esperado s¨¦ptimo disco en solitario de Rachid Taha (Or¨¢n, 1958), es compromiso y radicalidad. Sin concesiones. Hasta la misma portada le muestra en blanco y negro con el rostro demacrado, barba de siete d¨ªas y un cierto aspecto de protom¨¢rtir bajo una tipograf¨ªa de parecida dureza. El t¨ªtulo viene a significar algo as¨ª como ?qui¨¦n demonios eres t¨²? y, en efecto, su autor invierte estos 70 minutos largos de m¨²sica en ajustar cuentas con los jerifaltes de uno y otro extremo del planeta. "Denuncia toda forma de dictadura e integrismo, tanto el ¨¢rabe como el occidental", resume Taha. "Me gustar¨ªa que se escuchara en los pa¨ªses isl¨¢micos, sin duda, pero tambi¨¦n en aquellos que se las dan de dem¨®cratas para luego estrangular las libertades en nombre de, por ejemplo, la lucha contra el terrorismo".
La fiereza y el desaf¨ªo son una constante en el comportamiento de este beur (literalmente, mantequilla), un argelino afincado en Francia desde 1968, cuando su familia acudi¨® a la esperanzadora llamada del trabajo y la prosperidad al municipio oriental de L¨¦panges-Sur-Vologne. En la conversaci¨®n se muestra tan cortante como l¨²cido, parapetado tras sus gafas de sol, encendiendo un cigarrillo detr¨¢s de otro y mascullando las palabras en un franc¨¦s cavernoso. A¨²n no son las doce del mediod¨ªa, la gira de T¨¦kitoi prosigue a ritmo devastador y Taha no quiere desperdiciar ni tiempo ni palabras: cada frase constituye un mazazo a las conciencias de quienes quieran escuchar.
"Concibo la m¨²sica como una forma de vomitar", espeta. "Si escribirla resulta curativo, desde luego es en este sentido. Y desde el primer momento me plante¨¦ que escribir canciones sale mucho m¨¢s barato que frecuentar la consulta del psiquiatra". Por eso se siente c¨®modo en el papel de bestia negra del totalitarismo. "Soy muy cr¨ªtico con mi pa¨ªs. Argelia est¨¢ hecha una mierda. Abdelaziz
[Buteflika, el presidente] no es, que digamos, ning¨²n paradigma de la democracia. Las canciones s¨®lo sirven para expresar toda esa mierda, y lo seguir¨¦ diciendo as¨ª mientras lo piense. No me siento amenazado y, en cualquier caso, reivindico mi derecho a expresarme como quiera".
Pero su discurso tampoco resulta complaciente para con la civilizaci¨®n occidental. "Son los m¨¢s concienciados, en teor¨ªa, pero la situaci¨®n va a peor. En Europa ya no resulta sencillo rodar pel¨ªculas con un sentido cr¨ªtico o desarrollar un lenguaje art¨ªstico disidente. Los europeos ricos temen la diversidad y prefieren aliarse para que la gente pobre no pueda cruzar el Estrecho".
Todas estas reflexiones acaban encontrando su traducci¨®n sobre el escenario, donde Taha conjuga el genio ¨¦tnico con una furia al borde mismo del punk. El franco-argelino se confiesa seguidor de New York Dolls, Led Zeppelin o Dr. John, y este T¨¦kitoi constituye, a buen seguro, su entrega m¨¢s en¨¦rgica y guitarrera.
Como ingrediente estelar, todas las miradas han apuntado hacia la electrizante versi¨®n que Taha y su banda entregan de Rock the Casbah, el viejo ¨¦xito (1982) de The Clash. La elecci¨®n bordea la paradoja, puesto que el original de Joe Strummer constitu¨ªa una mirada m¨¢s bien t¨®pica y xen¨®foba del mundo ¨¢rabe, con opulentos jeques danzando junto a pozos de petr¨®leo. "Todo ello es cierto", admite Taha, "pero me divert¨ªa cambiar los papeles en la canci¨®n y hacerla a mi manera. Digamos que los Clash ten¨ªan en mente el desierto de Arabia Saud¨ª y yo ahora he preferido centrarme en el desierto de Tejas...".
El ¨¢lbum tambi¨¦n incluye
una adaptaci¨®n al castellano de uno de sus primeros ¨¦xitos, Voil¨¤ voil¨¤, nacida en M¨¦xico con el af¨¢n de que sus mensajes "sean comprendidos y disfrutados por el mayor n¨²mero de gente posible". El secreto de su buena estrella art¨ªstica radica, dice ¨¦l, en el "compromiso con la curiosidad", ese esfuerzo por no renunciar a nada sin dejar de lado sus ancestros magreb¨ªes. Pero es el mismo Rachid Taha quien, envuelto en una densa nube de humo, se encarga de quitar trascendencia a sus propias palabras. "Bah, la m¨²sica no tiene tanta importancia como nos queremos creer. Lo acabamos de ver en las elecciones estadounidenses: cuanto m¨¢s se moviliza el sector de la cultura, menos resultados obtiene. Casi mejor que, a partir de ahora, los intelectuales se callen la boca. Si hablan, es contraproducente...".
Rachid Taha act¨²a el 26 de enero en Barcelona (Sala Apolo) y el 27 en Madrid (Arena).
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