Del banquillo al div¨¢n
Los juicios de N¨²remberg marcan, sin duda, un hito en lo relativo a la persecuci¨®n de los delincuentes tras un conflicto global. La Primera Guerra Mundial tan s¨®lo hab¨ªa tra¨ªdo como consecuencia la aprobaci¨®n de una serie de reglas (convenciones) para evitar los aspectos m¨¢s penosos del trato al adversario. La persecuci¨®n de los cr¨ªmenes de guerra en Yugoslavia deriva, pues, directamente de N¨²remberg que ha dado lugar a gruesos libros como el de Telford Taylor.
La publicaci¨®n de las entrevistas realizadas por el psic¨®logo Leon Goldensohn a los acusados y testigos en los procesos est¨¢ prologada por Robert Gellatelly, un gran especialista. De acuerdo con sus palabras resultar¨ªa que la mera idea de los juicios habr¨ªa surgido en las conversaciones entre los aliados a partir de 1943. La mentalidad de la que part¨ªan era, sin embargo, muy distinta. Churchill no tuvo inconveniente en ejecuciones sumarias de los m¨¢s importantes dirigentes nazis. Los sovi¨¦ticos quer¨ªan ejecuciones masivas -Stalin lleg¨® a pensar en 50.000 oficiales alemanes- con un tipo de escenificaci¨®n espectacular y pedag¨®gica ante las masas. El juez sovi¨¦tico en N¨²remberg hab¨ªa participado en los juicios de Mosc¨² y dio pruebas de ni siquiera entender las normas de procedimiento a las que estaban habituados los anglosajones. ?stos siempre se preocuparon de los derechos que pod¨ªan ejercer los acusados. En general los abogados defensores presentaron el Tercer Reich como una especie de r¨¦gimen feudal, ca¨®tico, en que cada parcela administrativa ven¨ªa a ser casi aut¨®noma con respecto a las dem¨¢s. Los psic¨®logos norteamericanos como Goldensohn parecen haber partido de la opini¨®n, entonces generalizada, de que los dirigentes nazis participaban de ciertas patolog¨ªas psicol¨®gicas que explicaban su actuaci¨®n y sus responsabilidades. Las preguntas que hicieron resultan bastante banales desde una perspectiva actual.
LAS ENTREVISTAS DE N?REMBERG
Leon Goldensohn
Edici¨®n de Robert Gellately
Traducci¨®n de Teresa Carretera, Amado Di¨¦guez
y Miguel Mart¨ªnez-Lage
Taurus. Madrid, 2004
592 p¨¢ginas. 24 euros
Lo interesante son las res-
puestas que permiten distinguir, desde luego, diversos niveles en el protagonismo del nazismo. G?ring parece haber sido una especie de megal¨®mano, primero alzado a la condici¨®n de favorito y luego ca¨ªdo a un papel menor. No parece apropiado atribuirle los rasgos del s¨¢dico pero no parece tampoco muy de fiar un personaje que, para librarse de las acusaciones acerca de su responsabilidad en la persecuci¨®n a jud¨ªos y disidentes, se descuelga con la frase: "Me parece muy poco deportivo matar ni?os". D?nitz y Ribbentrop parecen muy mediocres ambos. El primero cuando fue juzgado y en tiempos anteriores parece haber carecido de sentido de la realidad: la idea de que los nazis hubieran tenido que abandonar el poder de haber obtenido la victoria en la guerra resulta sencillamente extravagante. Ribbentrop parece est¨®lido y carente de verdadera capacidad de decisi¨®n sobre la sucesi¨®n de acontecimientos. En las entrevistas de Goldensohn a veces aparece de manera n¨ªtida la perversi¨®n de los condenados por el tribunal como culpables menores o inocentes. As¨ª Funk afirma que "para proteger a los jud¨ªos y evitar la rapi?a y la explotaci¨®n deb¨ªa elaborar unas leyes para eliminar la presencia jud¨ªa en la econom¨ªa". Schacht, presidente del Banco de Alemania, dice haber promulgado leyes que imped¨ªan que los jud¨ªos fueran funcionarios o que estuvieran en determinados negocios, pero eso no lo considera persecuci¨®n.
La impresi¨®n que ofrecen los dirigentes nazis en estas entrevistas es muy curiosa. Casi todos ven a Hitler como un m¨ªstico o como un genio. Participan de un ideario com¨²n que Goldensohn describe en una ocasi¨®n como propio de "un maestro-escuela pomposo que tiene una idea trivial pero que cree que es de lo m¨¢s profunda". Se describen a s¨ª mismos como j¨®venes guiados por el idealismo; casi todos revelan apasionamiento por la m¨²sica. Viv¨ªan en un r¨¦gimen compartimentado por cacicatos personales, en realidad profundamente premoderno, en que se consideraba normal que el F¨¹hrer regalara medio mill¨®n de marcos a sus subordinados el d¨ªa de su cumplea?os. Pero lo m¨¢s extraordinario en esta pandilla de seres triviales, pervertidos por una ideolog¨ªa y la adoraci¨®n a un l¨ªder, es el extraordinario grado de autocompasi¨®n de que fueron capaces cuando las circunstancias se hicieron problem¨¢ticas. Hasta el jefe del programa de exterminio de Auschwitz estuvo dispuesto a considerarse inocente. Todos cumpl¨ªan ¨®rdenes o no se hab¨ªan enterado de nada.
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