Acad¨¨mia, zona cero
La Acad¨¨mia Valenciana de la Llengua (AVL) atraviesa una crisis de tal magnitud que corre el riesgo de desaparecer en breve entre las risotadas y los "ya lo dec¨ªa yo" de quienes, desde ambos extremos, quisieron, primero, impedir su creaci¨®n y, despu¨¦s, ridiculizarla y desprestigiarla. Parad¨®jicamente, uno de los responsables de esa desaparici¨®n ser¨ªa el presidente de la Generalitat, una de las personas que m¨¢s contribuyeron a su creaci¨®n desde el convencimiento de que se trataba de un instrumento ¨²til para poner fin a una pol¨¦mica est¨¦ril entre valencianos. Francisco Camps fue una de las personas clave en la puesta en marcha de la AVL y debe serlo para su continuidad; aunque las actuaciones de su Gobierno en el ¨²ltimo mes no inviten al optimismo, sino m¨¢s bien a todo lo contrario.
Persistir en la l¨ªnea que, por ¨®rdenes de Camps, marc¨® Font de Mora el 22 de diciembre ante el pleno de la AVL conduce al abismo. E id¨¦ntico destino tiene ignorar las conversaciones y acuerdos que su consejero Gonz¨¢lez Pons ha alcanzado con representantes del Gobierno catal¨¢n y con acad¨¦micos para suturar la crisis. El resultado de estos dos movimientos, consecutivos y contradictorios, ha sido el desgaste pol¨ªtico de ambos consejeros, a los que hay que unir el descr¨¦dito de la presidenta de la Acad¨¨mia, Ascenci¨® Figueres. Pero el coste puede afectar a las relaciones institucionales con Catalu?a, que corren el riesgo de deteriorarse de manera significativa porque no en balde se ha implicado desde Valencia a su gobierno en la b¨²squeda de una soluci¨®n que bien podr¨ªa ser la alcanzada el martes en Benidorm. Un dictamen en el que la AVL reconoce la existencia de una lengua compartida con dos nombres, asume no tener competencia para decidir el nombre de la lengua e insta a los gobiernos de las comunidades afectadas a ponerle nombre al idioma. El presidente Camps deber¨ªa reflexionar sobre esta sensata propuesta -de trellat, como le gusta decir- y poner punto final a un episodio que empieza a ser tr¨¢gico para el futuro del valenciano. Del mismo modo, ser¨ªa conveniente que algunos acad¨¦micos extremaran su prudencia y, seg¨²n qui¨¦n, contuviera su incontinencia verbal. Tal vez as¨ª, combinando la discreci¨®n de unos con la decisi¨®n sensata, y r¨¢pida, de otro, se podr¨ªa poner el punto final a unos acontecimientos que amenazan con convertir a la Acad¨¨mia en la zona cero del valenciano.
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