?Por qu¨¦ no dialogar en Euskadi?
Las apelaciones al di¨¢logo pol¨ªtico e institucional, como las contenidas en el art¨ªculo del lehendakari Ibarretxe publicado en estas p¨¢ginas el pasado 21 de enero, deben corresponderse con actitudes de di¨¢logo que las hagan cre¨ªbles. Desgraciadamente, el se?or Ibarretxe no ha acreditado hasta la fecha esa disposici¨®n al entendimiento mutuo que exige siempre a los dem¨¢s, pero nunca se exige a s¨ª mismo. Habr¨¢ que recordar, con brevedad y ya con cierto hast¨ªo, las razones del alboroto ocasionado, en Euskadi y en el conjunto de Espa?a, desde que, el pasado 30 de diciembre, el Parlamento vasco aprob¨® el plan Ibarretxe, gracias a los votos, previamente solicitados de una parte del grupo de los herederos de Batasuna.
Las instituciones del Estado no pueden hacer el trabajo que no se ha hecho en el Pa¨ªs Vasco
Hemos llegado al fin l¨®gico de un proceso que fue disparatado desde el comienzo, que se gest¨® desde el enfrentamiento pol¨ªtico e institucional, sin otro objetivo que el de perpetuar el conflicto. Porque el plan Ibarretxe no fue nunca un proyecto pensado para el di¨¢logo y el acuerdo. Fue una propuesta pensada para romper unilateralmente el pacto estatutario que ha venido uniendo a la sociedad vasca y para alcanzar la secesi¨®n de Euskadi del resto de Espa?a.
Fue, desde el primer momento, una propuesta ajena al consenso pol¨ªtico. Un plan que no se concibi¨® como una propuesta de pa¨ªs, sino como un instrumento de agitaci¨®n para perpetuar al PNV en el poder, apropi¨¢ndose del discurso de Batasuna, con la intenci¨®n de arrebatarle tambi¨¦n su electorado.
Y con estos presupuestos, sin haber dialogado y negociado en Euskadi, con un Pa¨ªs Vasco dividido como nunca lo hab¨ªa estado, con una sociedad vasca partida por la mitad, con una votaci¨®n parlamentaria rocambolesca y terriblemente ajustada (39 votos frente a 35 de la oposici¨®n), y avalado, adem¨¢s, por el apoyo de quienes ejercen como portavoces de ETA en la C¨¢mara, el lehendakari Ibarretxe considera legitimado su proyecto y reclama di¨¢logo y negociaci¨®n al presidente del Gobierno de Espa?a. Es decir, el se?or Ibarretxe pretende dialogar y negociar con los poderes del Estado lo que ha sido incapaz de dialogar y negociar con los partidos vascos. ?C¨®mo extra?arse, entonces, de que el presidente, despu¨¦s de cuatro horas de di¨¢logo institucional, le dijera que no?
No muestra precisamente voluntad de di¨¢logo quien asegura que, o se negocia sobre su plan o acabaremos a tortas; o quien contrapone la voluntad de los vascos a la de dos partidos, PSOE y PP, que representan a la mitad de la sociedad vasca; o quien sostiene que, digan lo que digan las Cortes Generales, convocar¨¢ un refer¨¦ndum al margen de la legalidad vigente; o quien trata de provocar, antiestatutariamente, un choque de legitimidades entre el Parlamento vasco y el Congreso de los Diputados, obviando que el Congreso de los Diputados es otro ¨¢mbito de representaci¨®n en el que los vascos tambi¨¦n participamos (no ¨²nicamente los vascos, pero tambi¨¦n los vascos); o quien, en el colmo del desprop¨®sito, solicita reuniones conjuntas, l¨®gicamente imposibles, con el presidente del Gobierno y con el presidente del Partido Popular.
Y todo ello justificado con un argumento falaz: la necesidad de dar la palabra a la sociedad vasca. Y digo que es un argumento falaz, porque los vascos no hemos dado permiso a Ibarretxe para convocar un refer¨¦ndum ilegal. La voluntad de los vascos, expresada en el Estatuto de Gernika refrendado en las urnas, establece un procedimiento para convocar el refer¨¦ndum sobre cualquier reforma estatutaria. Y este procedimiento incluye la doble aprobaci¨®n, primero del Parlamento vasco y luego del Congreso de los Diputados. Convocar un refer¨¦ndum fuera de este cauce, ser¨ªa, por tanto, adem¨¢s de ilegal, un acto contra la libre decisi¨®n de los vascos fijada en el Estatuto.
Yo quiero que la sociedad vasca tenga la ¨²ltima palabra, pero quiero un refer¨¦ndum que sirva para refrendar consensos, acuerdos, para unir y no para dividir. Quiero que la sociedad vasca decida su futuro, pero quiero que lo haga de acuerdo con las normas que los vascos nos hemos dado para hacerlo.
Tampoco es una muestra de apertura al di¨¢logo faltar a la verdad, como hace el lehendakari en su art¨ªculo cuando afirma que los socialistas vascos ni hemos presentado ideas en el Parlamento ni hemos querido dialogar sobre el futuro del autogobierno. ?Claro que hemos querido dialogar! Lo que ocurre es que hemos recibido siempre el "no" por toda respuesta. Nos dijeron que no cuando, ya en 1999, presentamos una propuesta sobre la vigencia del Estatuto. Nos volvieron a decir que no cuando presentamos, a mediados de 2002, en la Comisi¨®n de Autogobierno del Parlamento Vasco, nuestra propuesta sobre el desarrollo del Estatuto, porque los partidos que apoyan a Ibarretxe prefirieron pactar con Batasuna. Presentamos nuestro proyecto "M¨¢s Estatuto", y el se?or Ibarretxe sigui¨® diciendo que no hab¨ªa m¨¢s propuesta que la suya. Propusimos, tras las elecciones generales, una reforma consensuada del Estatuto y volvimos a sufrir el mismo rechazo. Hicimos p¨²blico un documento concretando nuestra propuesta de actualizaci¨®n y reforma del Estatuto. Nos dijeron que llegaba demasiado tarde...
No es mucha, pues, la credibilidad del se?or Ibarretxe para reclamar un di¨¢logo que, en sus labios, ha sido m¨¢s un adorno ret¨®rico que la expresi¨®n de una voluntad real de llegar a acuerdos. Ser¨¢, precisamente, con el rechazo del Congreso de los Diputados a la toma en consideraci¨®n del plan Ibarretxe cuando surja la posibilidad de iniciar de verdad un per¨ªodo de di¨¢logo pol¨ªtico. Suscribo, por ello, lo expuesto estos d¨ªas por el presidente del Gobierno: el rechazo del plan Ibarretxe no es un punto final a nada, sino el verdadero comienzo de todo. No es el final del di¨¢logo pol¨ªtico, sino su comienzo. No es el final de la negociaci¨®n, sino el comienzo de una negociaci¨®n que, para ser real y con posibilidades de ¨¦xito, debe empezar entre los vascos y acabar en Madrid, como se hizo con el Estatuto y de acuerdo con la l¨®gica de consenso que hizo que el Estatuto fuera posible. Y es l¨®gico, adem¨¢s, que sea as¨ª. Entre otras razones, porque las instituciones representativas del Estado no pueden hacer el trabajo que no se ha hecho en el Pa¨ªs Vasco; y porque no es aceptable que nadie negocie, en nuestro nombre y a nuestras espaldas, con los poderes representativos del Estado lo que los vascos, a trav¨¦s de las fuerzas pol¨ªticas que nos representan, no hayamos decidido previamente entre nosotros mismos y de com¨²n acuerdo.
No somos, por tanto, nosotros, los socialistas vascos o el presidente del Gobierno de Espa?a quienes tenemos que explicar ninguna supuesta negativa al di¨¢logo. Es m¨¢s bien el se?or Ibarretxe qui¨¦n tendr¨ªa que aclarar por qu¨¦ se ha negado, y sigue neg¨¢ndose a dialogar en Euskadi. Yo s¨ª tengo la voluntad de abrir de par en par las puertas del di¨¢logo, convocando a las fuerzas pol¨ªticas vascas a iniciar una reflexi¨®n conjunta, y con voluntad de llegar a acuerdos, sobre el futuro de nuestro autogobierno. Es el compromiso electoral que tengo asumido como candidato a lehendakari y tengo intenci¨®n de cumplirlo. Yo s¨ª cumplir¨¦ la palabra dada al pa¨ªs.
Patxi L¨®pez ?lvarez es secretario general y candidato a lehendakari del PSE-EE (PSOE)
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