La CNMV y el caso FG
La Bolsa espa?ola mueve anualmente casi 637.000 millones de euros y resuelve m¨¢s de 13 millones y medio de operaciones. Es un mercado complejo, fuente de rentas para millones de familias e inversores. Este sofisticado tr¨¢fico de dinero descansa casi ¨²nica y exclusivamente sobre la confianza de los inversores, en su seguridad de que las compras y las ventas respetan la legalidad y todos cuentan con oportunidades iguales de informaci¨®n. La confianza de los inversores est¨¢ ¨ªntimamente relacionada con el respeto que sea capaz de transmitirles el ¨®rgano regulador del mercado, que en el caso de Espa?a es la Comisi¨®n Nacional del Mercado de Valores (CNMV).
Este prestigio no va incluido gratuitamente con la existencia de la instituci¨®n. Por el contrario, sus responsables deben ganarlo d¨ªa a d¨ªa impidiendo las operaciones fraudulentas, la informaci¨®n privilegiada o las operaciones insolventes. No est¨¢ de m¨¢s se?alar que en sus 15 a?os de existencia, la CNMV intercala actuaciones correctas con otras no s¨®lo muy discutibles, sino absolutamente lamentables, que implican, incluso, posibles responsabilidades penales. Baste recordar su actuaci¨®n en el caso Gescartera, el esc¨¢ndalo de la evaporaci¨®n de 15.000 millones de pesetas que afect¨® a m¨¢s de un millar de accionistas en 2001.
Pues bien, la CNMV se enfrenta ahora a un caso que medir¨¢ de forma inapelable su capacidad para estar a la altura del rigor, veracidad y transparencia que se le requieren desde el mercado. En 1996, con motivo de la operaci¨®n de venta de la sociedad de Bolsa FG -dirigida entonces por el hoy presidente del BBVA, Francisco Gonz¨¢lez-, el comprador, el grupo Merrill Lynch, dirigi¨® a la CNMV un documento en el que informaba de un desfase contable de al menos 800 millones de pesetas en la sociedad comprada. Esta comunicaci¨®n, de capital importancia para determinar si la operaci¨®n se realiz¨® en condiciones de transparencia de mercado y justiprecio contable y, sobre todo, si el mercado y la CNMV hab¨ªan recibido la informaci¨®n adecuada sobre la marcha de la sociedad, habr¨ªa desaparecido de los archivos de la Comisi¨®n. Lo que en un pa¨ªs del Tercer Mundo resultar¨ªa un chascarrillo de mal gusto, en el caso de Espa?a constituye un hecho grav¨ªsimo que no puede quedar impune.
Sea cual sea el motivo de la desaparici¨®n -desde la negligencia de un funcionario hasta un intento de borrar el rastro de una operaci¨®n eventualmente contaminada-, que un expediente sobre un hecho relevante como la venta de FG Inversiones se esfume de los archivos del regulador no estimula precisamente a confiar en la autoridad moral de la Comisi¨®n Nacional del Mercado de Valores.
Se da la circunstancia de que la desaparici¨®n implica a todos los presidentes que ha tenido la Comisi¨®n: Luis Carlos Croissier, Juan Fern¨¢ndez Armesto, Pilar Valiente, Blas Calzada y el actual, Manuel Conthe. Hay que decir que las primeras actuaciones de ¨¦ste suscitan no pocas dudas respecto a su competencia para el cargo.
La primera nota p¨²blica de la CNMV sobre el caso conten¨ªa una falacia calumniosa respecto al comportamiento del medio period¨ªstico que lo desvel¨®. Acusar a un redactor -del que se facilitaban nombre y apellidos- que quiso cotejar su informaci¨®n con la CNMV de ser el denunciante de los hechos ante la misma es un comportamiento que desdice de la credibilidad y la transparencia a la que est¨¢ obligado este organismo. Manuel Conthe ya dej¨® tras de s¨ª un rastro de considerable controversia como alto ejecutivo del Banco Mundial entre 1999 y 2001. Esta manera de pretender quitarse de encima el caso FG -no sabemos si por presiones o temores pol¨ªticos-, echando la culpa a otros, no habla en favor de su manera de proceder al frente de la Comisi¨®n Nacional del Mercado de Valores. De modo que el caso FG amenaza con convertirse, adem¨¢s, en el caso CNMV y en el caso Conthe.
Para que la instituci¨®n mantenga la confianza de los inversores, sus responsables -presidente, vicepresidente y Consejo- est¨¢n obligados a dar las explicaciones pertinentes sobre la p¨¦rdida del expediente comprometedor. Y debe hacerlo con la mayor rapidez posible para no mantener la incertidumbre sobre el segundo banco del pa¨ªs. En este caso, "dar explicaciones" tiene un contenido muy preciso: se debe llegar hasta las ¨²ltimas consecuencias para aclarar qui¨¦n recibi¨® el expediente, qui¨¦n lo extravi¨® o destruy¨® y por qu¨¦ razones. Si no se ofrecen estas aclaraciones, la Comisi¨®n se deslizar¨¢ un paso m¨¢s hacia el desprestigio. Una instituci¨®n que reclama transparencia a los dem¨¢s no puede comportarse de forma tan opaca.
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