Europa y los tontos
Del tratado por el que se establece una constituci¨®n para Europa sorprende, de entrada, el t¨ªtulo. ?Qu¨¦ manera de complicar las cosas! Si todos anunci¨¢ramos nuestras intenciones con prefacios y documentos por los que se establece una lista de la compra o una carta de amor, ser¨ªa un caos. Si en lugar de ser editado por el Estado llegara a manos de un editor privado, seguro que ese t¨ªtulo ser¨ªa modificado. "Poco comercial", dir¨ªa, y lo sazonar¨ªa con alguna aportaci¨®n m¨¢s jugosa, por ejemplo: Tratado por el que se establece una Constituci¨®n para Europa y sus ciudadanos, obsesionados por el sexo, la sangre y el dinero. Ser¨ªa un t¨ªtulo sensacionalista, s¨ª, pero despertar¨ªa el inter¨¦s m¨¢s primario de la manada contribuyente que pernocta en este continente cada vez m¨¢s mutante. En el contenido ya no me meto. Pretender que un texto de estas caracter¨ªsticas sea ameno es una utop¨ªa. Cualquier tratado que se precie debe ser herm¨¦tico, con una estructura narrativa que reproduzca la geometr¨ªa burocr¨¢tica y diluya cualquier amago de certeza. Se trata de intimidar al ciudadano con jergas gremiales que adormecen primero, exasperan despu¨¦s y, finalmente, obligan a abandonar la lectura por agotamiento. "Haberlo le¨ªdo", te dir¨¢n cuando desacredites el tratado o pretendas incumplir uno de sus art¨ªculos. Y si vuelves a intentarlo, sentir¨¢s de nuevo la sospecha de ser tonto, incapaz de entender que est¨¢s leyendo, y para fustigarte te repetir¨¢s las palabras de Unamuno (29 de marzo de 1901): "No hay m¨¢s que dos clases de hombres: los que saben que son tontos y los que no lo saben. Los primeros, son los sabios; los segundos, los ignorantes. Y, francamente, ya que en el mero hecho de ser hombre ha de ser uno tonto, vale m¨¢s ser tonto sabio que tonto ignorante".
La situaci¨®n es perversa. El texto es ilegible, pero la sensatez recomienda leerlo para votar con coherencia. A no ser que se trate de ahuyentar al votante, conseguir que no se entere del contenido del texto y acuda a las urnas estimulado por una propaganda televisiva que ya ha sido cuestionada por los tribunales. Aunque en este terreno no se est¨¢n luciendo mucho. Los anuncios de la campa?a de promoci¨®n del tratado... parecen los de una funeraria. El rostro de Luis del Olmo, en blanco y negro, con un rictus de solemnidad, invita a comprarte un at¨¢ud, no a creer en una Europa unida, justa, culta y civilizada. Butrague?o leyendo su correspondiente art¨ªculo tampoco es la alegr¨ªa de la huerta. Me gustaba m¨¢s cuando marcaba goles o cuando, por azar, dej¨® al descubierto su tangible masa genital para que un avispado fot¨®grafo la inmortalizara. Y que conste que no tengo nada contra la iniciativa del refer¨¦ndum y que, cuando llegue el d¨ªa, acudir¨¦ a las urnas con una actitud constructiva, convencido de que cualquier cosa decidida entre muchos es mejor que una guerra, una dictadura o una patada en los test¨ªculos. S¨¦ que el refer¨¦ndum tiene detractores y que uno de ellos es el inteligente y corrosivo pensador John R. Saul, que, como buen canadiense, sabe bastante sobre esta materia y que en su Diccionario del que duda escribe: "Usado com¨²nmente para deformar o destruir la democracia, el refer¨¦ndum suele ofrecer una falsa opci¨®n: aceptar un cambio propuesto por los poderosos o rechazarlo. En otras palabras, es una opci¨®n simplista, no una elecci¨®n". No obstante, quiz¨¢ porque soy tonto, hay algo que no acabo de entender: ?por qu¨¦ nos tiene que entusiasmar tanto esta Constituci¨®n si las dos que ya tenemos (la espa?ola y el Estatut) no se han cumplido?
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