El Gobierno convoca al nuncio para protestar por las cr¨ªticas de Juan Pablo II

De Estado a Estado. As¨ª respondi¨® ayer el Gobierno de Espa?a al discurso del Papa del lunes pasado, en el que el sumo pont¨ªfice del catolicismo y jefe del Estado de la Santa Sede, Juan Pablo II, rodeado de varios obispos espa?oles, entre ellos el cardenal Antonio Mar¨ªa Rouco, critic¨® con severidad varios aspectos de la pol¨ªtica espa?ola y denunci¨® supuestas limitaciones a la libertad religiosa. Tambi¨¦n dijo que "en algunas partes [de Espa?a] se vive la confrontaci¨®n social" por el reparto del agua. El Ejecutivo convoc¨® ayer al nuncio (embajador) del Papa al Ministerio de Exteriores para expresarle su malestar. El nuncio, Manuel Monteiro de Castro, fue despachado por el subsecretario del ministerio, Luis Calvo Merino.

El Papa, que esta semana est¨¢ recibiendo en Roma a todos los obispos espa?oles en una visita ad limina [obligada cada cinco a?os para todos los prelados], reiter¨® el lunes punto por punto las cr¨ªticas que la jerarqu¨ªa de la Iglesia cat¨®lica en Espa?a hace al Gobierno socialista desde que ¨¦ste tom¨® posesi¨®n, en la primavera pasada: laicismo agresivo y fundamentalista, incumplimiento de los pactos con la Iglesia sobre la ense?anza religiosa o subversi¨®n moral en materia de sexo y costumbres, con la anunciada legalizaci¨®n de los matrimonios gays, la ampliaci¨®n de las leyes del divorcio y el aborto, la supuesta legalizaci¨®n de la eutanasia, o la autorizaci¨®n para investigar con embriones humanos.

En concreto, el Papa acus¨® al Gobierno de promover "la indiferencia religiosa y a un cierto relativismo moral, que influyen en la pr¨¢ctica cristiana y que afecta consiguientemente a las estructuras sociales mismas". Tambi¨¦n reproch¨® a Espa?a el que "algunas zonas viven en la abundancia mientras otras tienen graves carencias". "En algunas partes se vive la confrontaci¨®n social por un recurso natural: el agua; siendo ¨¦sta un bien com¨²n, no se puede despilfarrar ni olvidar el deber solidario de compartir su uso", dijo, adem¨¢s, dando paso a interpretaciones casi un¨¢nimes de que se estaba refiriendo a la derogaci¨®n del plan hidrol¨®gico del Gobierno del PP, que contemplaba varios trasvases de agua.

El subsecretario de Asuntos Exteriores, Luis Calvo, encargado de despachar ayer con el nuncio del Vaticano en Espa?a, el arzobispo portugu¨¦s Manuel Monteiro de Castro, expres¨® el disgusto de las autoridades espa?olas por esas referencias del Papa. "El Gobierno espa?ol expresa al se?or nuncio su extra?eza por la referencia expl¨ªcita que contiene el citado discurso a un supuesto laicismo restrictivo que pudiera limitar la libertad religiosa y que el mismo pudiera ser atribuido a una actitud deliberada del Gobierno", dice el primer punto del comunicado de 25 l¨ªneas hecho p¨²blico ayer tarde por la Direcci¨®n General de Comunicaci¨®n Exterior del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperaci¨®n.

El r¨¦gimen docente

Calvo manifest¨® tambi¨¦n al nuncio su extra?eza por la menci¨®n de Juan Pablo II al "deber que tienen los poderes p¨²blicos de garantizar el derecho a la ense?anza religiosa y de asegurar las condiciones reales de su ejercicio". El subsecretario subray¨® en este sentido que el r¨¦gimen docente de la ense?anza religiosa est¨¢ regulado por el acuerdo que suscribieron Espa?a y la Santa Sede en 1979 sobre ense?anza y asuntos culturales.

En la reuni¨®n, que se celebr¨® en el Palacio de Santa Cruz, Calvo expres¨®, por ¨²ltimo, al arzobispo Monteiro el deseo del Ejecutivo "de mantener un fruct¨ªfero entendimiento con la Iglesia, mediante un di¨¢logo permanente basado en el respeto profundo del ¨¢mbito de competencias que los acuerdos entre Espa?a y la Santa Sede reconocen a ambas partes".

No es la primera vez que un Gobierno espa?ol llama a cap¨ªtulo al embajador de la Santa Sede en Madrid. Lo hizo en junio de 2002 el Ejecutivo del PP, cuando el entonces ministro de Exteriores, Josep Piqu¨¦, convoc¨® al nuncio Monteiro para expresarle "el disgusto y el malestar" por una pastoral de los cuatro obispos vascos que criticaba la futura ilegalizaci¨®n de Batasuna, impulsada por el presidente Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y el PSOE. Adem¨¢s de la protesta formal expresada en Madrid, el embajador de entonces en el Vaticano, Carlos Abella, pidi¨® ser recibido en la Santa Sede. Varios prelados expresaron en aquella ocasi¨®n sus quejas por el trato del Gobierno, que, seg¨²n algunas voces eclesi¨¢sticas, les hab¨ªa tratado como a una potencia extranjera o como un partido pol¨ªtico.

Aquella crisis era la primera desde la muerte del dictador Francisco Franco en noviembre de 1975 y tras los incidentes diplom¨¢ticos de 1974 entre ambos estados a causa del caso A?overos [la pastoral del obispo de Bilbao, Antonio A?overos, sobre la situaci¨®n del Pa¨ªs Vasco].