Sin reservas
El 27 de enero, fecha que el Parlamento Europeo ha proclamado D¨ªa de Conmemoraci¨®n del Holocausto, las Cortes Espa?olas recordaron y honraron por primera vez a los muertos en los campos de la Alemania nazi, y rezaron con los jud¨ªos, a quienes Hitler convirti¨® en s¨ªmbolo de todo ser humano perseguido caprichosamente y por malos instintos. En los campos murieron unos miles de republicanos espa?oles, 4.074 en Mauthasen, muchos andaluces. Sigo la lista en orden alfab¨¦tico, y me quedo en la letra C, de Federico Cervera Morat¨ªn, un valenciano. Encuentro a 24 de Almer¨ªa, 12 de C¨¢diz, 49 de C¨®rdoba, 31 de Granada, 19 de Ja¨¦n, 19 de M¨¢laga, y 15 de Sevilla. Me detengo en un malague?o, de Nerja, Antonio Cerezo Cutilla, que muri¨® el 8 de noviembre de 1941, el mismo d¨ªa que Federico Cervera.
Lo leo en Tri¨¢ngulo azul, de Mariano Constante y Manuel Razola, que, desde pueblos de Huesca y Guadalajara, acabaron en Mauthausen, Austria. El libro lo public¨® la editorial Gallimard, en Par¨ªs, en 1969, pero en Espa?a no apareci¨® hasta 1979, en la editorial Pen¨ªnsula. Enric Marco, superviviente del mismo campo de exterminio, habl¨® el jueves en el Congreso y record¨® la inmensa desolaci¨®n de los supervivientes espa?oles al final de la guerra mundial, despu¨¦s de la liberaci¨®n de Europa. Cayeron en el inmenso olvido, en el desprecio de su propio pa¨ªs, Espa?a, marcados por los nazis como ap¨¢tridas, con un tri¨¢ngulo azul. La desmemoria es persistente: aqu¨ª, en Andaluc¨ªa, muchos dir¨¢n saber lo que es Auschwitz, pero pocos saben que muchos andaluces lucharon contra el nazismo y fueron v¨ªctimas del nazismo.
Es una peculiaridad de nuestra historia. Franco se llev¨® bien con Hitler y Mussolini, que le ayudaron a ganar la Guerra Civil, y a quienes sobrevivi¨® felizmente. El bando derrotado, el republicano, sufri¨® la liquidaci¨®n o la c¨¢rcel. Todo desacuerdo o desafecto con Franco se consider¨® delito de traici¨®n y rebeli¨®n. Espa?a, no beligerante en la II Guerra Mundial, mand¨® soldados a la campa?a de Rusia, integrados en una divisi¨®n del Ej¨¦rcito alem¨¢n, y, despu¨¦s de la guerra, la costa mediterr¨¢nea, la Costa del Sol, se llen¨® de huidos nazifascistas que llegaban del Este europeo, de B¨¦lgica y Francia, de Alemania, y fecundaron pr¨®speramente la hosteler¨ªa y la construcci¨®n del lugar.
Los republicanos espa?oles han sido despreciados por ser republicanos y por ser antifascistas. El contrasentido est¨¢ en que, al final, los valores republicanos vencieron, y los soldados republicanos, luchando dentro de las tropas aliadas, contribuyeron a que Hitler no ganara la guerra. As¨ª acabaron en los campos de concentraci¨®n nazis. Pero aqu¨ª la costumbre dominante ha sido considerarlos con antipat¨ªa, como enemigos en potencia, una amenaza que viene del pasado. Defend¨ªan los principios democr¨¢ticos que hoy, al parecer, compartimos casi todos, posfranquistas y antifranquistas. Es hora de empezar a respetarlos sin reservas mentales, abiertamente, empezando por reconocer sus signos, honrando la bandera por la que combatieron, la republicana, memoria nuestra, historia de Espa?a. No se contrapone a la bandera roja y amarilla de la Constituci¨®n.
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