La geopol¨ªtica y el bienestar
?C¨®mo califican estos d¨ªas los estadounidenses de a pie las perspectivas econ¨®micas de su pa¨ªs? ?Y c¨®mo califican la sociolog¨ªa estadounidense, donde tanto en las zonas residenciales como en los barrios pobres los conflictos generacionales se disparan, y donde las drogas adictivas tientan incluso a los j¨®venes con dinero? Por ¨²ltimo, como se puede leer en los titulares de todos los peri¨®dicos del mundo, la geopol¨ªtica -violencia extremista en todos los continentes, guerras civiles cr¨®nicas, e incluso el espectro de la proliferaci¨®n nuclear- est¨¢ en una situaci¨®n tan delicada que evoca la negativa escapista meramente para no caer en la paranoia.
Estoy de acuerdo con quienes conceden a la econom¨ªa mundial principalmente calificaciones de notable a sobresaliente (las excepciones de ?frica y partes de Asia son, por supuesto, evidentes). En lo referente a la sociolog¨ªa, incluso las sociedades democr¨¢ticas establecidas desde hace tiempo y las regiones con un pr¨®spero desarrollo, cuando eval¨²an con sinceridad tendencias recientes y futuras, se califican a s¨ª mismas como mucho con un aprobado raspado. La renta per c¨¢pita estadounidense supera ligeramente a la de Canad¨¢. Pero pocos en cualquiera de los dos sitios afirmar¨ªan que los que viven al norte de la frontera son visiblemente menos poco felices por t¨¦rmino medio.
Cada vez son m¨¢s los inversores que dudan a la hora de colocar una parte elevada de su riqueza en valores denominados en d¨®lares
La cuesti¨®n que intento analizar es la siguiente: si, como corresponde, calificamos con un suspenso a la geopol¨ªtica, ?significa eso que es inevitable o incluso probable que en el interdependiente universo actual esto pueda servir para menoscabar gradualmente la calificaci¨®n de notable o sobresaliente concedida a la econom¨ªa? De la historia econ¨®mica no se pueden aprender lecciones claras. Las civilizaciones ascienden y caen. Algunas, como el superpoblado Nuevo Mundo precolombino, se autodestruyen cuando el exceso de humanos deforesta su entorno. Al imperio romano lo erosion¨® la caballer¨ªa b¨¢rbara de Asia Menor. Hay, por as¨ª decirlo, ejemplos de la maldici¨®n de Malthus, en los que una natalidad desorganizada provoca que se frag¨¹en las leyes de los beneficios descendentes. En cualquier caso, la Era de la Ciencia que se ha dado entre 1600 y 2005 en todos los continentes, sigue superando a la ley de los beneficios descendentes. Excepto en casos en los que las rivalidades tribales o dictaduras estalinistas mao¨ªstas bloquean la imitaci¨®n de los sistemas de mercado mundiales, la convergencia hacia los criterios de productividad m¨¢s elevados de EE UU, Europa y la cuenca del Pac¨ªfico nunca fue m¨¢s f¨¢cil que en el siglo XXI.
Lo preocupante para el crecimiento estable de Estados Unidos y para nuestra categor¨ªa de l¨ªder mundial es que se extienda la conciencia, tanto entre republicanos como entre dem¨®cratas, de que crear una democracia en el Irak posterior a Sadam y conseguir que funcione el mercado iraqu¨ª va a resultar una tarea imposible. ?Se convertir¨¢ esta enfermedad en un c¨¢ncer de lenta propagaci¨®n que provoque un estancamiento pol¨ªtico, que inhiba la probabilidad de que se produzca una tasa de aumento real de la producci¨®n anual estadounidense entre el 2%-2,5% y el 4%?
Por ¨²ltimo, ahora empiezan a adquirir importancia dos factores econ¨®micos preocupantes. Primero, como parte de la transparencia deseada, la Reserva Federal public¨® recientemente un resumen de sus debates oficiales confidenciales m¨¢s recientes. El ingenuo Wall Street ley¨® con sorpresa que, en el plano privado, a los colaboradores del presidente Alan Greenspan en el Comit¨¦ del Mercado Abierto les preocupa ahora la posibilidad de tener que abandonar los antes lentos y mesurados aumentos de los tipos de inter¨¦s oficiales. Si se producen aumentos menos mesurados, ?podr¨ªan verse perjudicados la burbuja inmobiliaria y los ¨ªndices burs¨¢tiles del Dow Jones? Segundo, los expertos de siempre nunca dejaron de preocuparse por los cr¨®nicos y enormes d¨¦ficit de la balanza de pagos estadounidense.
Cada vez son m¨¢s los inversores estadounidenses que se unen a m¨¢s inversores extranjeros en las dudas sobre meter una porci¨®n elevada de su riqueza en valores denominados en d¨®lares. No olvidemos que el futuro es m¨¢s largo que el presente, y que un elevado sobresaliente en econom¨ªa nunca se obtiene a cambio de nada. Tiene que ganarse mediante pol¨ªticas fiscales y monetarias que hagan suficiente da?o como para reprimir el exceso de gasto que desde 1980 se ha convertido en adicci¨®n.
? 2005 Paul Samuelson. Distribuido por Tribune Media Services, Inc.
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