"Las manos de la momia parec¨ªan m¨¢s vivas que las m¨ªas"
Si Juanita, la Doncella de Hielo, la momia congelada de una ni?a sacrificada en la cumbre del volc¨¢n peruano Ampato hace 500 a?os, es el equivalente inca en popularidad de Tutankam¨®n, su descubridor, Johan Reinhard, es el Howard Carter de la arqueolog¨ªa de las cumbres andinas. Desde que en 1980, tras un largo tiempo de investigar las culturas de los pueblos del Himalaya, Reinhard (Joliet, Illinois, 1943) comenz¨® a explorar los antiguos santuarios prehisp¨¢nicos de los Andes, su trabajo ha dado lugar a descubrimientos que ya son hitos de la historia de la arqueolog¨ªa. Entre ellos, por supuesto, el de Juanita, en 1995, y en 1999, el de otras tres momias "perfectas" de ni?os sacrificados en la cima del argentino Cerro Llullaillaco, a 6.739 metros, en el que es el yacimiento m¨¢s alto del mundo.
"Las manos de aquella momia parec¨ªan m¨¢s vivas que las m¨ªas", dice Reinhard al evocar hoy la sobrecogedora visi¨®n del cuerpo de uno de aquellos tres ni?os, el de una jovencita de unos 14 a?os. "Estaban tan extraordinariamente preservadas que me pareci¨® que iban a moverse en cualquier momento", recuerda el cient¨ªfico estadounidense, explorador residente de National Geographic, que se encuentra en Barcelona para dar una conferencia en Cosmocaixa. Esos ni?os incas congelados "parec¨ªan haber muerto muy poco antes, sus cuerpos conten¨ªan sangre -se ha obtenido ADN tan perfecto que se ha podido identificar a un descendiente vivo de uno de los sacrificados-, hemos podido averiguar hasta qu¨¦ comieron ?un a?o antes! y en sus pulmones estaba a¨²n el aire de hace 500 a?os".
A gran altura, en esa pur¨ªsima soledad, entre el viento y la nieve, el hallazgo de los ni?os incas sacrificados, de los que Reinhard ha encontrado 18, debi¨® de ser escalofriante. "No es miedo, es un choque intens¨ªsimo. Sientes que viajas al pasado, que revives como en flashes la ceremonia del sacrificio, del capacocha, y que te asomas a su muerte. Al mirar cara a cara a Juanita en la monta?a, me impact¨® la sensaci¨®n de humanidad, de persona, que emanaba de ella".
Se ha discutido mucho, y en esto tambi¨¦n recuerda a Tutankam¨®n, la forma en que muri¨® Juanita, momia tan popular que Vargas Llosa escribi¨® que se la llevar¨ªa a casa, y Bill Clinton tuvo el dudoso gusto -vistas sus aficiones- de manifestar que le pedir¨ªa una cita. Seg¨²n Reinhard, a Juanita la mataron de un fuerte golpe en la cabeza (los forenses que analizaron la momia lo compararon al propinado con un bate de b¨¦isbol). Otros estudiosos creen que el golpe fue post mortem y que la ni?a muri¨® congelada o estrangulada. ?Crueles los incas? "Sabemos que los propios padres ofrec¨ªan a los ni?os; era un honor ser sacrificado as¨ª, porque iban a ser compa?eros de los dioses, embajadores ante ellos. Es seguro que se procuraba que no hubiera dolor. La altura, la ceremonia, la intoxicaci¨®n con coca y alcohol hac¨ªan que el ni?o estuviera casi dormido al morir. La situaci¨®n en esas cumbres es tal que nosotros mismos al excavar nos sent¨ªamos cerca de la muerte, y de hecho un miembro del equipo sufri¨® un edema pulmonar por la altura". Reinhard sugiere que los incas usaron algunas t¨¦cnicas de alpinismo, como los campamentos base, para acceder a aquellos parajes que consideraban morada de los dioses.
Hay quien opina que habr¨ªa que dejar a las momias en paz, en su sitio. "Yo mismo ser¨ªa partidario si no fuera porque eso significa condenarlas a la destrucci¨®n. Los huaqueros, los ladrones, ya llegan hasta las monta?as y usan dinamita para saquear las tumbas. Una vez encontr¨¦ la oreja de una momia reventada". Reinhard considera que un cuerpo del pasado congelado es el patrimonio m¨¢s valioso para la humanidad, "ni un picasso o un rembrandt lo son tanto, porque de estas momias nunca dejaremos de aprender cosas nuevas".
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