El momento de Bolivia
Bolivia est¨¢ viviendo un prometedor momento de profundos cambios que no siempre se interpretan debidamente. Las fotograf¨ªas de los conflictos que se viven no permiten ver la pel¨ªcula de un proceso mucho m¨¢s esperanzador que inquietante. Nuestro pa¨ªs est¨¢ viviendo a la vez diferentes transiciones. En primer lugar, estamos transitando desde una democracia, muy perfectible, basada en pactos partidocr¨¢ticos de fuerte contenido prebendario, a una democracia mucho m¨¢s inclusiva y participativa basada en la renovaci¨®n y fortalecimiento del mapa de actores pol¨ªticos. En segundo lugar, estamos transitando de un Estado centralista a un Estado descentralizado y de las autonom¨ªas. En tercer lugar, estamos tratando de crear las condiciones institucionales y de seguridad jur¨ªdica que nos permitan ir superando los capitalismos de camarilla, los corporativismos y la informalidad econ¨®mica y laboral e ir generando as¨ª una ciudadan¨ªa democr¨¢tica no s¨®lo en lo pol¨ªtico sino tambi¨¦n en lo econ¨®mico y social. Finalmente, estamos transitando desde un concepto de pa¨ªs uniforme a otro multi¨¦tnico y pluricultural en b¨²squeda de la superaci¨®n de la hist¨®rica desigualdad de base ¨¦tnica y econ¨®mica.
Bolivia ya no es lo que era y los m¨¦todos de la vieja pol¨ªtica tienen un alcance limitado
En todos estos ¨¢mbitos, Bolivia viene progresando desde que en 1982 se iniciara un proceso de democratizaci¨®n. Desde 1985 hasta avanzados los a?os 90, Bolivia fue portaestandarte de la cooperaci¨®n internacional al desarrollo: nos democratiz¨¢bamos, nos incorpor¨¢bamos a importantes reformas estructurales, privatizando y capitalizando empresas, nos estabiliz¨¢bamos econ¨®micamente, nos descentraliz¨¢bamos y creamos la participaci¨®n popular y la ley de descentralizaci¨®n; trat¨¢bamos de racionalizar el aparato del Estado con la nueva gesti¨®n p¨²blica, intent¨¢bamos reformar el poder judicial, inclu¨ªamos el m¨¦rito en la funci¨®n p¨²blica, transparent¨¢bamos la contrataci¨®n administrativa, desarroll¨¢bamos planes nacionales de integridad, incorpor¨¢bamos programas importantes de erradicaci¨®n de la coca y del narcotr¨¢fico y un largo etc¨¦tera.
La pregunta es, pues, ?por qu¨¦ todo este esfuerzo reformista y no obstante los avances logrados no ha sido capaz de situarnos firmemente en el camino del crecimiento duradero con superaci¨®n de pobreza y desigualdades?, ?de d¨®nde procede y cu¨¢l es el sentido de la conflictividad actual?
En primer lugar, porque la aplicaci¨®n del modelo econ¨®mico derivado del Consenso de Washington, que era el saber convencional sobre desarrollo de un momento (1989), s¨®lo ha resultado en los pa¨ªses donde se daban determinadas condiciones institucionales, lo que no era el caso de Bolivia. En segundo lugar, porque las reformas fueron impulsadas desde un Estado y un r¨¦gimen democr¨¢tico cuya gobernabilidad se basaba en los pactos entre los l¨ªderes de partidos pol¨ªticos, personalistas y de d¨¦bil institucionalidad, articulados en base al manejo patrimonial prebendario y clientelar del Estado.
Este sistema funcion¨® generando avances interesantes hasta 1998. A partir de este momento, la conjunci¨®n de una coyuntura exterior adicionada a la p¨¦rdida de liderazgo e impulso reformista genera una crisis econ¨®mica y pol¨ªtica de largo alcance. Nuevos conflictos hicieron emerger nuevos actores sociales y pol¨ªticos. Los hechos de febrero y octubre de 2003 demostraron que el pa¨ªs viv¨ªa ante todo una crisis institucional y pol¨ªtica. El r¨¦gimen partidario de democracia pactada ya no pod¨ªa contener las movilizaciones y los nuevos actores impon¨ªan su demanda de una Asamblea Constituyente y del control nacional del recurso estrat¨¦gico para el desarrollo de Bolivia: el gas.
El 17 de octubre de 2003, el entonces vicepresidente de la Rep¨²blica, Carlos Mesa Gisbert, asumi¨® la Presidencia de la Rep¨²blica con un programa de transici¨®n consistente en garantizar la normalizaci¨®n y el avance democr¨¢ticos, celebrar un refer¨¦ndum sobre el gas, cortar el deterioro y reactivar la econom¨ªa, asegurar el funcionamiento de la Asamblea Constituyente y, con todo ello, dotar al pa¨ªs de un sistema de gobernabilidad democr¨¢tica mucho m¨¢s inclusivo, participativo y eficaz que el anterior. Obviamente ten¨ªan que ser muchas las fuerzas interesadas en abortar este proceso, explotando una conflictividad desbordada y con la intenci¨®n de que la ingobernabilidad obligara a la renuncia del presidente. Su objetivo ha sido sin duda que no se llegara a la Asamblea Constituyente. Pero se han encontrado con la sorpresa de que Bolivia ya no es lo que era y que los m¨¦todos de la vieja pol¨ªtica tienen un alcance limitado.
El presidente Mesa va avanzando con flexibilidad y determinaci¨®n en su programa. A la conflictividad se responde con di¨¢logo, concertaci¨®n y respeto, sin violencia; no hay heridos ni muertos; Bolivia sigue siendo uno de los pa¨ªses m¨¢s seguros y hospitalarios de Am¨¦rica del Sur. El refer¨¦ndum sobre el gas del 18 de julio del a?o 2004 se ha celebrado exitosamente y el Congreso est¨¢ en la fase final de elaboraci¨®n de la Ley de Hidrocarburos. El 5 de diciembre de 2004 se celebraron las elecciones municipales de las que surgieron nuevos liderazgos pol¨ªticos en las principales ciudades del pa¨ªs. Es importante anotar que en los ¨²ltimos acontecimientos 9 alcaldes de las 9 ciudades principales de Bolivia, mediante un comunicado, expresaron su apoyo al presidente y a favor del proceso hacia la Asamblea Constituyente. Los trabajos sobre la Ley de Convocatoria de la Asamblea Constituyente est¨¢n por finalizar, socialmente el pa¨ªs ha crecido econ¨®micamente al haberse producido el a?o pasado el r¨¦cord de exportaci¨®n en los sectores no tradicionales y m¨¢s reductores de pobreza. Finalmente, el sentimiento y la demanda autonomista que lidera Santa Cruz est¨¢n encontrando tambi¨¦n su cauce institucional. El presidente Carlos Mesa viene declarando desde hace tiempo ser partidario decidido de las autonom¨ªas, y as¨ª lo han hecho tambi¨¦n las Fuerzas Armadas siempre que se respete la Constituci¨®n y la unidad nacional; por su parte, los autonomistas cruce?os nunca han planteado la independencia ni la secesi¨®n, sino que se les den garant¨ªas de que los constituyentes considerar¨¢n sus derechos y los de los otros departamentos bolivianos a la autonom¨ªa.
El Gobierno del presidente Mesa y los l¨ªderes cruce?os han tenido en cuenta sin duda la experiencia espa?ola de las preautonom¨ªas y de ah¨ª el resultado del actual acuerdo: ser¨¢ la constituyente quien defina de modo acabado el sistema auton¨®mico; pero se recurre ya desde ahora a un proceso preauton¨®mico que se expresa en la posibilidad de un refer¨¦ndum vinculante sobre autonom¨ªas y de la elecci¨®n de los prefectos. Con estas medidas, se afirma una cultura pol¨ªtica de gesti¨®n pac¨ªfica de los conflictos y de concertaci¨®n, gan¨¢ndose en legitimidad y viabilidad del proceso constituyente.
El 6 de agosto pr¨®ximo comenzar¨¢ a sesionar en la ciudad de Sucre, nuestra capital hist¨®rica, la Asamblea Constituyente. En el a?o 2007 el presidente Mesa traspasar¨¢ sus poderes a un nuevo presidente dentro de la m¨¢s estricta normalidad constitucional y democr¨¢tica. Pero ya no ser¨¢ la misma democracia: se habr¨¢ preparado el gran salto hacia la plenitud del Estado de derecho, el control nacional de los recursos naturales y la apertura internacional para su explotaci¨®n. La econom¨ªa productiva basada en mercados eficientes e internacionalizados, el ejercicio de los derechos de nuestros conciudadanos ind¨ªgenas, las autonom¨ªas de departamentos y municipalidades y, finalmente, un nuevo mapa de partidos pol¨ªticos renovados e institucionalizados.
En un pa¨ªs de diversidad y grandeza tan sobrecogedoras y de contradicciones tan fuertes no deja de maravillar esa disposici¨®n de nuestra gente al di¨¢logo y al acuerdo que no han podido lograr otros pa¨ªses con condiciones iniciales mucho m¨¢s favorables.
?ste es un gran activo de nuestro pueblo, que s¨ª entiende el esfuerzo de nuestro Gobierno y su presidente, que goza de uno de los ¨ªndices de aceptaci¨®n m¨¢s elevados de Am¨¦rica del Sur. Muchos de ustedes conocen y quieren Bolivia. En Espa?a ya casi somos 100.000. Sabemos que somos esforzados y confiables. Enti¨¦ndannos all¨ª. Ac¨®jannos aqu¨ª.
Teresa Ossio Bustillos es embajadora de Bolivia ante el Reino de Espa?a.
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