Amor a primera vista
Madrid
Qued¨® inaugurada la temporada taurina con el sol tibio de la tarde de Valdemorillo. Y este pueblo madrile?o abri¨® sus puertas a un p¨²blico curtido en mil batallas, y a Luis Miguel Encabo, la m¨¢s grande. Y era lugar de encuentro, de amor a primera vista: el que siente la afici¨®n por Espl¨¢ y Encabo. La ansiedad se mostraba en un cartel de complicidades.
A Encabo se le consinti¨® demasiado con tanto triunfo, aunque realiz¨® sendas faenas que fueron de menos a m¨¢s. De muy despegado a dar pases de firma; de banderillear precipitado a entregarse en todos los tercios; de pasar de puntillas por el sitio verdadero a echarle mucho pundonor.
Todo hab¨ªa empezado mucho antes. En los t¨ªmidos primeros aplausos que recibi¨® Espl¨¢ en su primer toro. Ah¨ª comenz¨® la torer¨ªa de este enamorado de la autenticidad que se propag¨® como espuma inflamada. A partir del ronroneo cari?oso, se entreg¨® como un adolescente perdido en requiebros apasionados sin medida. Con acierto en las banderillas por los adentros; en la tanda de naturales que lig¨® y mand¨® a su segundo; en sus adornos llenos de aroma; en sus contrariedades con el peor lote de la tarde, que remont¨® con maestr¨ªa y que no super¨® con la espada. Mostr¨® sin tapujos su sangre caliente, el coraz¨®n entregado, pero no correspondido. As¨ª, sin m¨¢s. El p¨²blico que le requer¨ªa con caiditas de ojos se mostr¨® fr¨ªo con el ardiente torero.
San Rom¨¢n / Espl¨¢, Encabo
Toros de Antonio San Rom¨¢n, bien presentados, nobles en general, escasos de casta y de fuerza, 6? inv¨¢lido, con cara y con pitones. Algunos, cinque?os. Luis Francisco Espl¨¢: media atravesada tendida, un descabello (aplausos); bajonazo (silencio); pinchazo, pinchazo hondo, cinco descabellos (silencio). Luis Miguel Encabo: estocada trasera tendida y ca¨ªda (oreja); estocada desprendida (oreja); metisaca en los bajos, estocada casi entera tendida (silencio). Sali¨® por la puerta grande. Valdemorillo, 4 de febrero. 1? de feria. Tres cuartos de entrada.
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