La oportunidad de Bush
Est¨¢ previsto que el presidente Bush visite Bruselas el 22 de febrero. Esta visita exterior podr¨ªa resultar la m¨¢s importante de su presidencia. El prop¨®sito aparente del viaje es dialogar con los l¨ªderes de la Uni¨®n Europea. Si el que realiza dicho peregrinaje fuera cualquier otro jefe de Estado, posiblemente no se levantar¨ªan muchas cejas en los c¨ªrculos diplom¨¢ticos. Pero para Bush, la visita posiblemente sea un acontecimiento decisivo. Las autoridades europeas se apresuran a se?alar que en los primeros cuatro a?os de su mandato el presidente Bush s¨®lo se refiri¨® a la UE cuatro veces de pasada. Dif¨ªcilmente el tipo de reconocimiento que uno podr¨ªa esperar, considerando que ¨¦sta es la ¨²nica otra superpotencia econ¨®mica del mundo y una cercana rival de Estados Unidos en la econom¨ªa mundial. Hasta hace pocas semanas, el Gobierno de Bush ha preferido tratar con cada pa¨ªs europeo por separado, olvidando casi por completo el hecho de que 455 millones de europeos de 25 pa¨ªses miembros han establecido el primer espacio de gobierno transnacional de la historia. La UE es tambi¨¦n el principal exportador mundial, y presume de ser el mayor mercado comercial interno de la Tierra. Y por si eso no bastara para convencer a los que dudan de esta categor¨ªa reci¨¦n descubierta, la moneda europea, el euro, es ahora m¨¢s fuerte que el d¨®lar en los mercados mundiales.
El viaje de Bush para hablar con los l¨ªderes de la UE puede ser un acontecimiento decisivo
Estados Unidos no se ha percatado a¨²n de que al otro lado del Atl¨¢ntico se est¨¢ gestando una nueva y poderosa realidad. Tendemos a ver Europa como un lugar donde pasar las vacaciones. Pero, en lo referente a la estatura econ¨®mica, la mayor¨ªa de los estadounidenses, as¨ª como una serie de elocuentes euroesc¨¦pticos dentro de Europa, consideran a ¨¦sta una econom¨ªa moribunda, asaltada por prejuicios antimercado, pol¨ªticas laborales inflexibles, la precariedad del empleo, programas de seguridad social excesivamente amplios, burocracias estatales infladas y una poblaci¨®n envejecida. Aunque hay cierta verdad en estas afirmaciones, en medio de todos los fallos existe otra realidad m¨¢s profunda que se est¨¢ pasando por alto entre todos estos ataques.
Pr¨¢cticamente todo el continente vive ahora bajo una bandera com¨²n, un pasaporte ¨²nico y, pronto, una Constituci¨®n com¨²n. En gran medida, los estadounidenses tenemos puestas las anteojeras. El problema es que conservamos el h¨¢bito de comparar a Alemania con Estados Unidos, o al Reino Unido con Estados Unidos, o a Francia con Estados Unidos. Pero en el campo comercial, dichas comparaciones tienen cada vez menos sentido. La mayor¨ªa de las empresas que conozco personalmente se consideran cada vez m¨¢s europeas. Eso se debe a que se encuentran bajo el paraguas de un r¨¦gimen regulador europeo com¨²n, administrado por la Uni¨®n Europea desde Bruselas, al igual que las estadounidenses se encuentran bajo un r¨¦gimen regulador administrado desde Washington DC.
En muchos de los principales sectores de actividad del mundo, son las multinacionales europeas las que dominan el sector y el comercio. Las instituciones financieras europeas son los banqueros mundiales. Catorce de los veinte mayores bancos comerciales del mundo son actualmente europeos. En la industria qu¨ªmica, la industria mec¨¢nica y de la construcci¨®n, la industria aeroespacial, la industria alimentaria, el comercio farmac¨¦utico al por menor y el sector de los seguros, por nombrar s¨®lo algunos campos, las empresas europeas superan a sus hom¨®logas estadounidenses. Sesenta y una de las mayores empresas incluidas en las clasificaciones de Global Fortune 500 son europeas, mientras que s¨®lo 50 son estadounidenses. Con esto no pretendo insinuar que las empresas europeas hayan superado repentinamente a sus competidoras estadounidenses. En algunos sectores, las empresas europeas son claramente l¨ªderes del mercado, mientras que, en muchos otros, las estadounidenses siguen dominando. Por el contrario, el mensaje es que con gran frecuencia las empresas ubicadas en Europa pueden compararse con sus hom¨®logas estadounidenses. Aun as¨ª, a la econom¨ªa de la UE le queda un largo camino por delante hasta alcanzar su objetivo de convertirse en la econom¨ªa basada en el conocimiento m¨¢s competitiva y din¨¢mica del mundo.
El crecimiento econ¨®mico es an¨¦mico, el desempleo elevado, y los Estados miembros de la Uni¨®n Europea han sido lentos a la hora de integrar su mercado interno. Pero Estados Unidos har¨ªa mal en ignorar el potencial econ¨®mico del continente europeo a largo plazo. En el transcurso de los pr¨®ximos veinte a?os, los Estados miembros de la Uni¨®n Europea establecer¨¢n una red continua de transportes, comunicaciones y energ¨ªa, y crear¨¢n un solo conjunto de protocolos y pol¨ªticas para regir las actividades empresariales en el continente. Es m¨¢s, el ingl¨¦s ser¨¢ la lengua franca para hacer negocios en el continente. Si la Uni¨®n Europea puede efectuar intercambios comerciales entre sus pa¨ªses miembros con la misma facilidad que nosotros a trav¨¦s del Estados Unidos continental, es muy posible que se convierta en la potencia econ¨®mica dominante.
Los cargos electos de Bruselas hablan mucho de la perspectiva de que el presidente Bush se dirija al Parlamento Europeo en su pr¨®xima visita. Perm¨ªtanme insinuar que si la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, llega a convencer al presidente de que pronuncie ese discurso, las consecuencias pol¨ªticas reales podr¨ªan ser tan significativas, a su manera, como las de la audaz jugada del secretario Henry Kissinger cuando hizo que el presidente Richard Nixon visitara China hace 33 a?os. El reconocer formalmente a la Uni¨®n Europea de esta manera tan p¨²blica podr¨ªa ayudar a iniciar una era de cooperaci¨®n entre Europa y Estados Unidos, y servir de mucho a la hora de reducir las fisuras abiertas desde el final de la guerra fr¨ªa.
Se da mucha importancia a las enormes ventajas econ¨®micas que ha obtenido Estados Unidos el entablar un di¨¢logo pol¨ªtico y relaciones comerciales con China. Sin embargo, el presidente Bush y sus asesores deber¨ªan tener en cuenta que, pese a todo su crecimiento econ¨®mico, el PIB de China es significativamente menor que el de la Uni¨®n Europea. En los pr¨®ximos 24 meses, es probable que los pa¨ªses miembros de la UE ratifiquen una Constituci¨®n que consolidar¨¢ una evoluci¨®n de 50 a?os hacia la creaci¨®n del Estados Unidos de Europa. La principal pregunta en la mente de los dirigentes europeos es si el presidente Bush aprovechar¨¢ el momento hist¨®rico y hablar¨¢ ante el Parlamento Europeo, o dejar¨¢ pasar la oportunidad.
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