Ni?o rumano

Ante la verdad evidente, la mentira es incapaz de esconderse tras ninguna m¨¢scara por mucho que nuestros gobernantes intenten vivir en un dilatado carnaval. Eran las doce y media del primer d¨ªa de este febrero fr¨ªo cuando el cuerpo sin vida del ni?o rumano Pablo entraba en la parroquia de la Inmaculada Concepci¨®n. Le acompa?aba su padre, su madre muerta de dolor no pudo asistir, familiares, amigos rumanos y miembros de la APDH-A en condici¨®n, m¨¢s que de defensores de los derechos humanos, de amigos y amigas.

Ante la evidencia de la m¨¢s desvergonzada dejadez pol¨ªtica, que no destina el m¨¢s m¨ªnimo presupuesto para realizar un trabajo social con este colectivo de inmigrantes, la familia de Pablo, de apenas veinticinco d¨ªas de vida, no recibi¨® ni un telegrama de p¨¦same, ni una mano que muestre condolencia, ni la m¨¢s m¨ªnima presencia institucional, como suele ocurrir cuando en nuestra ciudad muere un ciudadano en circunstancias excepcionales. Tal vez fue lo mejor, porque ante el peque?o f¨¦retro del ni?o qu¨¦ autoridad de nuestra ciudad podr¨ªa contemplarlo. Todas las hojarascas, disfraces, buenas formas y modales se hubieran desvanecido mostrando la desnudez irresponsable y tremendamente injusta de nuestros responsables pol¨ªticos.

El ni?o Pablo espera de ustedes, administraci¨®n y pol¨ªticos de este "estado social y de derecho" que sean capaces de dar a su gente lo que no fueron capaces de hacer con ¨¦l.