"No he mirado a nadie a los ojos durante m¨¢s de dos meses"
La inglesa Ellen MacArthur, de 28 a?os, se ha convertido en la persona que m¨¢s r¨¢pido ha dado la vuelta al mundo en un velero en solitario y sin escalas
Es muy popular, pero ama la soledad. Tiene nombre de general, pero es civil, aunque capitana de si misma. Es de tierra adentro, pero su vida es el mar. Es una mujer, pero no hay ni hubo nunca hombre en la tierra que diera la vuelta al mundo en un velero m¨¢s r¨¢pido que ella. Es Ellen MacArthur, desde el pasado martes Dame Ellen, la navegante inglesa de tan solo 28 a?os que ha establecido un nuevo record mundial al dar la vuelta al mundo en solitario y sin escalas, en un trimar¨¢n (barco de tres cascos) que vale un mill¨®n de libras (1,5 millones de euros), en 71 d¨ªas, 14 horas, 18 minutos y 33 segundos.
Ellen MacArthur es la persona m¨¢s r¨¢pida del mundo cuando se trata de dar la vuelta al globo, pero lleg¨® a este mundo con retraso: su madre estaba ya tres semanas fuera de cuentas cuando los m¨¦dicos decidieron forzar el parto y apremiar a la futura navegante a tocar tierra, el 8 de julio 1976. Y tierra fue lo primero que vieron sus ojos: la campi?a de Whatstandwell, en el coraz¨®n de la rural comarca de Derby, en el centro del norte de Inglaterra, casi a medio camino entre las aguas del mar de Irlanda al oeste y las que cruzan el canal de la Mancha al este.
Aguant¨® 71 d¨ªas en soledad, sin m¨¢s compa?¨ªa que la radio y el correo electr¨®nico
Las olas eran tan grandes que una de ellas "aterriz¨® en el barco como si un elefante cayera del cielo"
Pero su vida est¨¢ ligada al mar desde la infancia porque algo hab¨ªa ya del mar en casa de los MacArthur: el aislamiento. "La casa estaba lejos de las grandes carreteras, rodeada de caminos de granja, campi?a y senderos que se perd¨ªan en la distancia a trav¨¦s de colinas y bosques", recuerda Ellen en Taking on the World, un testimonio de su vida y sus experiencias que ella misma escribi¨® en 2002.
Con cuatro a?os iba a navegar con su t¨ªa Thea. A los 11, tras ahorrar durante a?os su paga semanal, logr¨® comprar su primer bote. Un d¨ªa, a¨²n adolescente y convaleciente de fiebre, qued¨® absorta ante el televisor siguiendo el transcurso de una vuelta al mundo en velero. Ese d¨ªa decidi¨® que de mayor quer¨ªa ser navegante. A los 18 a?os dio la vuelta a las islas Brit¨¢nicas. A los 24 consigui¨® quedar en segundo lugar en la dur¨ªsima Vend¨¦e Globe. M¨¢s de 200.000 admiradores acudieron a Les Sables D'Olonne a recibir a la primera mujer que dio la vuelta al mundo en solitario.
Esta semana ha ido a¨²n m¨¢s all¨¢ al batir por 1 d¨ªa, 8 horas, 35 minutos y 49 segundos el r¨¦cord del mundo de la traves¨ªa en solitario, sin escalas y sin asistencia que pose¨ªa el franc¨¦s Francis Joyon desde febrero del a?o pasado. Ellen parti¨® el 28 de noviembre de un punto situado entre la isla Ouessant, al oeste de Francia, y el cabo Lizard, al suroeste de Inglaterra, y volvi¨® al mismo lugar tras cruzar el Atl¨¢ntico de norte a sur, rodear la Ant¨¢rtida y volver otra vez por el Atl¨¢ntico.
Su car¨¢cter obstinado y su fortaleza interior germinaron a trav¨¦s del ejemplo y la presencia de su abuela materna, Irene Lewis. Mujer indomable, Irene no pudo ir a la universidad de joven porque desde los 16 a?os tuvo que ponerse a trabajar para ayudar a la familia a salir adelante, pero consigui¨® graduarse 60 a?os despu¨¦s, en 1998, cuando un c¨¢ncer de pulm¨®n le devoraba la vida. Nan, como llamaban a la abuela, inocul¨® en ella el valor de ser uno mismo por encima de todo. "No uses frases que ya han usado otros. Seguro que a tu edad, espoleada por tu propia ambici¨®n, todo es para ti diferente de lo normal. Captura los sentimientos, la soledad, el p¨¢nico a veces, la irritaci¨®n", le escribi¨® Nan el 1 de agosto de 1995, cuando se enter¨® de que Ellen hab¨ªa le¨ªdo el libro de una joven navegante y cre¨ªa que nunca podr¨ªa escribir algo tan hermoso. "Esa carta de Nan me estaba diciendo 'No tengas miedo de ser t¨² misma, de ser diferente'. Su actitud en la vida era siempre la de ir a por todas. Nan ha sido siempre para m¨ª una gran fuente de inspiraci¨®n porque ella ten¨ªa un sue?o y no lo dej¨® escapar", rememora Ellen.
MacArthur ha tenido la inestimable ayuda de un trimar¨¢n dise?ado a la medida para ella, pero nada habr¨ªa sido posible sin sus dotes de navegante, sin sus conocimientos de bricolage para reparar la mil y una aver¨ªas que se suceden en un viaje as¨ª y, sobre todo, sin su capacidad para aguantar 71 d¨ªas con sus noches en soledad, sin m¨¢s compa?¨ªa que la radio y el correo electr¨®nico, en medio del oc¨¦ano. Mientras ella estaba all¨ª, Ucrania viv¨ªa una revoluci¨®n, Espa?a ganaba la Copa Davis de tenis, la Uni¨®n Europea abr¨ªa negociaciones de adhesi¨®n con Turqu¨ªa, el Parlamento Vasco aprobaba el Plan Ibarretxe y las Cortes lo rechazaban, el mundo se estremec¨ªa con el maremoto del Oc¨¦ano ?ndico, Abu Mazen era elegido l¨ªder palestino, en Irak segu¨ªan muriendo cientos de personas y se celebraban unas elecciones de las que apenas se conocen a¨²n los resultados, el Papa le daba un susto de muerte a los cat¨®licos y el Madrid se pon¨ªa casi a rebufo del Bar?a.
El mundo va muy deprisa, pero a Ellen MacArthur, despu¨¦s de sortear ballenas y aguantar temporales, de ver a los albatros danzar sobre olas inmensas, tan grandes que una de ellas "aterriz¨® en el barco como si un elefante hubiera ca¨ªdo del cielo", despu¨¦s de dormir en horas perdidas sin desconectar el cerebro, de comer pura industria, de haber conocido la fatiga f¨ªsica "como nunca antes en mi vida", de haber padecido "los peores vientos de mi carrera", despu¨¦s de todo eso, al llegar a puerto por fin, victoriosa, lo que m¨¢s le choc¨® fue reencontrarse con la mirada de la gente. "D¨ªa 72. Hay cosas dando vueltas por mi cabeza. El hecho de que puedo ver y puedo tocar a la gente, que puedo mirarles a los ojos: no he mirado a nadie a los ojos durante m¨¢s de dos meses", escribe en la ¨²ltima entrega de su diario a bordo. "El tener esa mirada, ser capaz de ver a alguien, ya es algo especial. La gente da por descontado que pasan mil cosas por mi cabeza ahora mismo. Cuando cruc¨¦ la l¨ªnea sent¨ª que me desplomaba en el suelo de la cabina y simplemente me qued¨¦ dormida. Estaba como en la luna por el solo hecho de que por fin puedo dejarme ir. Cruzas la l¨ªnea y todo se ha acabado, ya no tienes que preocuparte de nada m¨¢s. Sent¨ªa sobre todo j¨²bilo y un inmenso alivio".
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