Un abril encantado
Las glicinias aportan un halo rom¨¢ntico en cualquier jard¨ªn y convierten el rinc¨®n en el que se ubican en la estampa de un cuento de hadas. Requieren suelos bien drenados, y es esencial una poda sistem¨¢tica que controle su desbordante vitalidad y ayude a una floraci¨®n m¨¢s abundante y prolongada.
Con su apabullante cascada de flores, la glicinia aporta un halo rom¨¢ntico que transforma el jard¨ªn, sea cual sea su estilo, en un espacio id¨ªlico, como reci¨¦n salido de un cuento de hadas. Esta trepadora de tallos volubles y un vigor excepcional se desarrolla con asombrosa rapidez, y es capaz de cubrir muros, p¨¦rgolas y grandes ¨¢rboles en un tiempo relativamente corto. Una planta longeva y poco exigente que requiere, eso s¨ª, una poda sistem¨¢tica que controle su desbordante vitalidad y la encauce hacia una floraci¨®n m¨¢s abun-dante y prolongada. Los tallos volubles necesitan un soporte sobre el que enroscarse, y con el tiempo se van lignificando y adquieren un grosor considerable.
D¨®nde y c¨®mo. La glicinia crece bien en cualquier suelo bien drenado, y mejor a¨²n en los pobres, ya que en los m¨¢s f¨¦rtiles se produce un desarrollo vegetativo exagerado que puede retrasar la aparici¨®n de las primeras flores hasta dos o tres a?os. La presencia de cal, que hace amarillear las hojas, es un inconveniente menor porque esta clorosis es f¨¢cil de corregir con quelatos de hierro. La glicinia necesita sol y una posici¨®n resguardada del viento. El fr¨ªo no es problema porque resisten hasta 15 y 20 grados bajo cero, seg¨²n la especie. En cuanto al agua, no debe faltarle durante los dos primeros a?os, pero una vez establecida aguanta bien periodos de sequ¨ªa. Lo mejor son riegos profundos y espor¨¢dicos, m¨¢s frecuentes durante la floraci¨®n, que en Espa?a se produce entre finales de marzo y mediados de abril.
Las glicinias no se conoc¨ªan en Europa hasta que en 1689 un grupo de jesuitas franceses las descubri¨® en China y envi¨® a Par¨ªs, v¨ªa Rusia, algunos ejemplares. Wisteria sinenesis, una especie que llega a alcanzar 30 metros de altura, ha sido hasta ahora la m¨¢s utilizada en jardiner¨ªa. Da una segunda floraci¨®n, mucho m¨¢s leve, a lo largo del verano. Entre las variedades m¨¢s destacadas se encuentran Alba, con flores blancas; Black Dragon, de flores dobles violeta oscuro, y Jacko, muy perfumada y tambi¨¦n blanca.
Menos vigorosa, pero m¨¢s sofisticada, es la glicinia de Jap¨®n (Wisteria floribunda), de unos 10 metros de altura, tallos volubles y flores que huelen a miel. Las variedades m¨¢s llamativas son Macrobotrys, con espectaculares racimos violeta de un metro de largo, y Longissima Alba, con racimos blancos de unos 60 cent¨ªmetros.
La poda, clave. La poda es b¨¢sica en el cuidado de la glicinia porque es la forma de mantenerla en unos l¨ªmites razonables y de provocar a la vez una floraci¨®n abundante. Se realiza en dos fases. En la primera quincena de junio hay que despuntar todos los v¨¢stagos laterales dejando las cinco o seis primeras yemas. Los nuevos brotes que se formen a lo largo del verano se vuelven a podar en invierno, pero esta vez s¨®lo se conservan las tres primeras yemas.
La glicinia resulta tambi¨¦n muy atractiva en forma de ¨¢rbol, que es adem¨¢s una buena alternativa para espacios peque?os. En este caso se conserva s¨®lo el tallo principal, que se ata a un tutor robusto de entre 1,5 y 2 metros de altura. Cuando empieza a brotar se van eliminando todas las ramas laterales excepto las de la parte superior.
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