Un convaleciente en Europa
Portugal vive su momento m¨¢s bajo en 30 a?os por la crisis econ¨®mica y el pesimismo generalizado
En las angostas calles del barrio Alto de Lisboa, atiborradas de j¨®venes y de bares modernos, parece que la crisis ya sea historia en Portugal. Pero est¨¢ m¨¢s viva que nunca. Los partidos pol¨ªticos, que afrontan el pr¨®ximo domingo una de las elecciones legislativas m¨¢s desesperanzadas de los 30 a?os de democracia, coinciden en que el pa¨ªs atraviesa uno de sus peores momentos y no atisban la luz al final del t¨²nel. Todos los sondeos auguran que los socialistas, liderados por Jos¨¦ S¨®crates, de 47 a?os, recuperar¨¢n el poder tras el breve y agitado mandato del conservador Partido Social Dem¨®crata.
Hace apenas medio a?o, Portugal parec¨ªa acariciar el cielo con su exitosa Eurocopa de f¨²tbol y el nombramiento de su primer ministro, Jos¨¦ Manuel Dur?o Barroso, como presidente de la Comisi¨®n Europea. El orgullo nacional, entonces por las nubes, se arrastra hoy por los suelos. Y no parece un episodio m¨¢s de los cl¨¢sicos vaivenes atribuidos a los portugueses. "Es una situaci¨®n nueva; el des¨¢nimo es muy superior al de otras crisis", afirma con voz grave el fil¨®sofo Jos¨¦ Gil, cuyo libro Portugal hoy. El miedo de existir es el ¨²nico que amenaza al C¨®digo Da Vinci en la lista de ventas. "No recuerdo un momento pol¨ªtico tan malo", coincide Eduardo D?maso, subdirector de P¨²blico. "No he visto una depresi¨®n colectiva similar", agrega, luciendo su cl¨¢sica pajarita, el presidente de la Casa de Espa?a en Lisboa, Guillermo de Llera, que lleva 30 a?os en el pa¨ªs.
"El des¨¢nimo es superior al de otras crisis", afirma el fil¨®sofo Jos¨¦ Gil
Portugal es ahora el pa¨ªs m¨¢s pobre de la Europa del euro y tiene la peor productividad
Lo que hace en parte singular esta crisis es la desconfianza, detectada en todas las encuestas, de que un eventual cambio pol¨ªtico mejore la situaci¨®n. La mayor¨ªa responsabiliza de los problemas tanto a los socialistas como a los socialdem¨®cratas. Y muchos electores comparten un difuso sentimiento de abandono: el socialista Ant¨®nio Guterres dimiti¨® como primer ministro en 2001, el ex comisario europeo Ant¨®nio Vitorino, se?alado como el socialista m¨¢s capacitado para corregir el rumbo, ha rehusado el envite. Y Dur?o Barroso se march¨® en mitad de mandato cediendo el puesto a Pedro Santana Lopes, cuyos cuatro meses de gobierno han sido un compendio tal de problemas que precipit¨® el adelanto electoral. "La falta de calidad de los l¨ªderes provoca la desesperanza", concluye Gil.
Seg¨²n el ¨²ltimo bar¨®metro de Eurostat, el 95% de los portugueses ve con pesimismo el futuro de la econom¨ªa y en los sondeos el paro irrumpe como la mayor preocupaci¨®n. Aunque se sit¨²a s¨®lo en el 6% -la mitad que en Espa?a-, es en realidad un s¨ªmbolo del deterioro econ¨®mico, que va m¨¢s all¨¢ de la fr¨ªa estad¨ªstica: existe la sensaci¨®n de que el llamado milagro portugu¨¦s era de oropel. O lo que es peor: que Portugal dej¨® escapar un tren que, con la ampliaci¨®n de la Uni¨®n Europa al Este, dif¨ªcilmente volver¨¢ a pasar. "Sucedi¨® algo parecido a lo ocurrido antes
con el oro de Brasil: la gran entrada de dinero de Europa no se aprovech¨® para invertir en desarrollo", lamenta el historiador Fernando Rosas, integrado en las listas del Bloque de Izquierdas.
Las cifras son duras de digerir. Portugal entr¨® en recesi¨®n en 2003 y aunque para 2005 prev¨¦ un crecimiento del 1,5%, todos los economistas coinciden en que la crisis es muy profunda. Se ha ensanchado el abismo con Europa, cuyos indicadores est¨¢n cada vez m¨¢s lejos. Portugal es ahora el pa¨ªs m¨¢s pobre de la Europa del euro, tras superar Grecia su renta per c¨¢pita. Y tiene la peor productividad. La comparaci¨®n con Espa?a, a la que Portugal siempre mira por el rabillo del ojo, es desoladora: a mediados del siglo XIX, el PIB per c¨¢pita portugu¨¦s representaba el 96% del espa?ol. Hoy, supone el 68%.
"Las pol¨ªticas econ¨®micas del PS y del PSD no han sido muy distintas", constata el economista Jo?o Confraria, quien opina que la econom¨ªa portuguesa tiene a¨²n pendiente "encontrar su lugar en el mundo". Y a pesar de que algunos de los s¨ªntomas de agotamiento empezaron con el Gobierno socialista, los sondeos otorgan una abrumadora ventaja al PS. "Las elecciones son un refer¨¦ndum sobre Santana Lopes y nunca un Ejecutivo fue tan mal valorado", explica Pedro Magalhaes, polit¨®logo de la Universidad de Lisboa.
La descoordinaci¨®n en los cuatro meses de gesti¨®n del Gobierno de Santana Lopes, un pol¨ªtico de verbo f¨¢cil y zigzagueante carrera, ha sido tal que muchos barones del PSD se apartan de su campa?a. Y Diogo Freitas do Amaral, el pr¨®cer de la democracia cristiana, pide incluso mayor¨ªa absoluta para los socialistas. "Es una pena que Santana Lopes vaya a perder las elecciones, porque han sido meses muy interesantes desde el punto de vista humor¨ªstico", asegura sarc¨¢stico Ricardo Ara¨²jo Pereira, del grupo c¨®mico Gato Fedorento, un aut¨¦ntico fen¨®meno en Portugal.
El ¨¦xito sensacional de estos treinta?eros revela hasta qu¨¦ punto a muchos les ha dado por re¨ªrse en lugar de fustigarse. En la bulliciosa sede de Producciones Ficticias, donde naci¨® Gato Fedorento, se respira entusiasmo, aunque ven la pol¨ªtica de los grandes partidos con gran desaz¨®n.
S¨®crates, reci¨¦n llegado a la c¨²spide socialista, no logra por ahora vencer el desencanto. "No es f¨¢cil crear entusiasmo con los a?os que hemos pasado", admite con voz pausada Pedro Silva Pereira, de 42 a?os, la mano derecha del l¨ªder, quien est¨¢ convencido de que un cambio de Gobierno llevar¨ªa a un "cambio psicol¨®gico" del pa¨ªs.
Los fieles a Santana Lopes trabajan mientras tanto a destajo para darle la vuelta a las encuestas y conf¨ªan en las dotes de comunicador de su atribulado l¨ªder. En la se?orial mansi¨®n de Lisboa donde el PSD tiene instalado su cuartel general, al secretario general, Miguel Relvas, le faltan manos para atender los tel¨¦fonos. "No puede juzgarse un Gobierno por cuatro meses", repite mientras promete el en¨¦simo "shock de gesti¨®n".
La modernizaci¨®n del sector p¨²blico, que emplea a 730.000 personas sobre una poblaci¨®n de 10 millones, y la reducci¨®n del d¨¦ficit es la salmodia repetida ante cada elecci¨®n. Fue la bandera con la que form¨® Gobierno Dur?o Barroso en 2002: prometi¨® una econom¨ªa bru?ida, pero tambi¨¦n ¨¦l se qued¨® en el camino. Portugal fue el primer pa¨ªs de la Uni¨®n que, ya en 2001, super¨® el 3% de d¨¦ficit tolerado por Bruselas y, aunque sobre el papel ha logrado controlarlo, los economistas lo sit¨²an en un 5% si los presupuestos se despojan de la contabilidad creativa.
"Reformar el Estado es ahora lo m¨¢s urgente", insiste desde su privilegiada atalaya con vistas al Tajo Antonio Carrapatoso, presidente de Vodafone Portugal y alma de Compromiso Portugal, un lobby de gestores hambrientos de recetas liberales. Pero el Estado es mucho Estado: seg¨²n el economista Henrique Medina Carreira, cerca de 4,5 millones de personas -el 54% del electorado- depende de la Administraci¨®n.
"?Reformar? S¨ª, pero sin simplismo", contesta Manuel Carvalho da Silva, el bregado secretario general del mayor sindicato del pa¨ªs, la CGTP, de tradici¨®n comunista. En su despacho, en la falda del barrio Alto de Lisboa, destaca una escultura de Don Quijote, y el recio sindicalista advierte que si el Gobierno quiere "imponer reformas simplistas" se encontrar¨¢ con la oposici¨®n de los trabajadores. El gasto p¨²blico, recuerda, incluye la educaci¨®n, que a su juicio necesitan inversi¨®n: s¨®lo el 21% de los portugueses de entre 25 y 64 a?os ha concluido la ense?anza secundaria, cuando la media europea es del 65%. El economista Daniel Bessa, ex ministro de Econom¨ªa con Guterres, admite que fue un "error" no aprovechar la ¨¦poca los buenos tiempos para sanear las cuentas, pero recuerda que los socialistas no ten¨ªan mayor¨ªa absoluta. A su juicio, ahora es vital centrarse en el crecimiento.
En Oporto, el coraz¨®n industrial del pa¨ªs, hay consenso que una de las claves para salir del hoyo es la regionalizaci¨®n. El presidente de la Asociaci¨®n Comercial de Oporto, Rui Moreira, pide "coraje" a los pol¨ªticos para impulsarla, pero es pesimista. "Los partidos se han convertido en sociedades secretas", lamenta Moreira en la neocl¨¢sica sede de la entidad emblema de la burgues¨ªa local.
M¨¢s all¨¢ de la ci¨¦naga, sin embargo, hay vida. Y la aportan sobre todo las generaciones j¨®venes. Uno de los fen¨®menos del momento es Da Weasel, un mestizo grupo de hip-hop. Su l¨ªder, Pacman, de 29 a?os, lo tiene claro: "Los j¨®venes estamos libres del peso de la historia; no nos conformamos". No es extra?o que Mariza, la joven capaz de cantar fados con alegr¨ªa y de romper los c¨¢nones atrevi¨¦ndose a bailarlos, sea otro de los fen¨®menos de Portugal, cuyas ¨¦lites siguen aferradas al fado m¨¢s triste.
Dos aspirantes, cinco candidatos
Del plat¨® de televisi¨®n al Parlamento. Los dos principales candidatos en las elecciones portuguesas -el primer ministro, Pedro Santana Lopes, del Partido Socialdem¨®crata, y el socialista Jos¨¦ S¨®crates- debatieron durante dos a?os en un programa semanal de televisi¨®n y ahora llevar¨¢n su debate al Parlamento: los analistas creen que es un triunfo de la mercadotecnia en un momento en que la crisis exige la m¨¢xima seriedad.
Todas las encuestas coinciden en que ser¨¢ S¨®crates, de 47 a?os, quien se convierta en primer ministro. Fue elegido hace s¨®lo cuatro meses secretario general y se le considera el delf¨ªn de Ant¨®nio Guterres, primer ministro entre 1995 y 2002. Fue ministro de Medio Ambiente en su ¨²ltimo Gobierno y forma parte del ala liberal del partido.
A Pedro Santana Lopes, de 48 a?os, se le reprocha cierta ligereza. Lleg¨® a primer ministro con la marcha a Bruselas de Dur?o Barroso desde un puesto at¨ªpico -la alcald¨ªa de Lisboa-, sin que mediaran elecciones, y tras a?os acumulando titulares en la prensa del coraz¨®n. De esta imagen espera sacar tajada Paulo Portas, l¨ªder del derechista PP, socio de Gobierno de Santana Lopes, que sue?a con alcanzar el 10% vendiendo seriedad.
Jer¨®nimo de Sousa, comunista, y Francisco Lou?a, l¨ªder del muy urbano Bloque de Izquierdas, mantienen por su parte una encarnizada lucha por ganar la batalla entre la izquierda de la izquierda.
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