Los m¨²sculos de Olaz¨¢bal
El de Hondarribia vuelve a brillar en el circuito norteamericano tras un invierno de entrenamiento de fuerza con el preparador de la pertiguista Naroa Agirre
![Carlos Arribas](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fe3f9d365-91a0-4554-a5c4-70f3bf1ea029.png?auth=e6426bc0be73ca7a1a032b8f3a5a8f5479303facc987fc5270aa197eb094c06b&width=100&height=100&smart=true)
?Qu¨¦ significa moral espartana en el deporte actual? ?Se puede encontrar un deportista espartano en el golf del siglo XXI? Si piensan que no, est¨¢n equivocados o no conocen a Jos¨¦ Mar¨ªa Olaz¨¢bal, el golfista de Hondarribia que, tras dos a?os de miserias, vuelve a pensar que tiene un sitio entre los mejores del golf mundial y, al cierre de esta edici¨®n, marchaba el quinto en Pebble Beach, en California, en el antiguo torneo Bing Crosby, que dominaba claramente el norteamericano Phil Mickelson.
Un d¨ªa, este invierno, un amigo vio a Olaz¨¢bal intentar bajar de un coche en San Sebasti¨¢n. Se qued¨® perplejo. Para mover las piernas, para levantar los muslos, el vasco deb¨ªa ayudarse con las manos. Se incorporaba con lentitud, con gestos de dolor, mec¨¢nico como un robot.
"?Qu¨¦ te pasa?", le pregunt¨® el amigo, alarmado; "?te has vuelto a lesionar? ?te has roto algo?".
"Qu¨¦ va, qu¨¦ va", le respondi¨® Olaz¨¢bal; "estoy fuerte como un toro. El problema son las agujetas. He empezado a hacer preparaci¨®n de fuerza, pesas, gimnasio fuerte y todo eso, y no me puedo ni mover.
"Y, sin embargo", cuenta Jon Karla Lizeaga, "cuando le preguntaba en el gimnasio que qu¨¦ tal las agujetas, que si le dol¨ªan mucho las piernas y los brazos, me dec¨ªa que nada, que le pusiera m¨¢s faena, que no le tratara como a una Maripuri...Y, despu¨¦s de machacarse en el gimnasio, cog¨ªa 100 bolas y se iba a dar golpes".
Lizeaga, especialista en fuerza, de la escuela sovi¨¦tica, tradicional, de pesas, squats, sentadillas, repeticiones y series, trabaja fundamentalmente con atletas, con velocistas o con la pertiguista Naroa Agirre, territorios en los que a nadie extra?a su trabajo, los territorios en los que las ecuaciones son claras: a m¨¢s fuerza, m¨¢s velocidad; a m¨¢s velocidad, m¨¢s altura o m¨¢s longitud... Pero tambi¨¦n trabaja, desde hace tiempo, con golfistas, lo que hace que m¨¢s de uno levante las cejas. ?Golfistas? ?No son los golfistas barrigudos, cerveceros y fumadores? ?No es un deporte que se juega andando y hasta tienen un ayudante que carga con una bolsa llena de palos?
"Pero con el golf pasa como con el tenis", explica Lizeaga; "antes val¨ªa con la habilidad, la clase, el toque, y ahora es fundamental la velocidad, la fuerza, la potencia con que golpeas la bola, la distancia que alcances".
Ya por entonces -esto ocurr¨ªa en noviembre pasado- Olaz¨¢bal les dec¨ªa a sus amigos: "El a?o que viene, ya ver¨¦is..."
Era una promesa arriesgada. Olaz¨¢bal, de 38 a?os, ganador de dos Masters de Augusta (1994 y 1999), ya parec¨ªa un jugador con m¨¢s pasado que futuro. Su ¨²ltima victoria se remontaba a febrero de 2002. Llevaba dos a?os sin dar bola, fuera de todo debate, ausente de la Copa Ryder. Out.
Aparentemente.
Olaz¨¢bal estaba siguiendo, paciente, concienzudamente, un plan de transformaci¨®n, de adaptaci¨®n a la nueva realidad del golf, que le permitiera volver a competir con los mejores, como en sus mejores tiempos.
Un d¨ªa, hace unos a?os, Olaz¨¢bal vio que con sus armas, con su imaginaci¨®n, su toque, su juego corto incre¨ªble, ya no ten¨ªa suficiente para lidiar con un golf de pegadores, de nuevas bolas, nuevos palos, nuevos superatletas r¨¢pidos y fuertes, tiarrones de 1,90 metros que mandaban la bola a 270 metros como quien no quiere la cosa. Podr¨ªa haber subsistido, haber asumido que su reino no era de este mundo e intentado sacar el m¨¢ximo de sus limitaciones. Pero su nivel de autoexigencia no se lo permit¨ªa.
Su primer trabajo fue t¨¦cnico. Guiado por el gur¨² Butch Harmon modific¨® su swing para buscar m¨¢s distancia. Pero, aun as¨ª, se quedaba corto. Cuando ¨¦l ten¨ªa que tirar de un hierro 4 para sus segundos golpes, sus rivales se manejaban con un 6 o un 7. Demasiada desventaja.
Sus amigos golfistas, Arruti, Urkijo, le hablaron de Lizeaga, del preparador que les hab¨ªa transformado. Le llam¨® y, terminada la temporada, su ritmo de una semana en casa y cinco de viaje, empezaron a trabajar juntos. "Yo empec¨¦ con mucho cuidado", cuenta Lizeaga; "la transferencia de fuerza hay que hacerla con mucho cuidado en un deporte tan t¨¦cnico como el golf, no fuera a ser que perdiera coordinaci¨®n o mec¨¢nica. Adem¨¢s, hab¨ªa que tener en cuenta la lesi¨®n de la espalda, que le llev¨® un tiempo a la silla de ruedas; que las piernas apenas estaban musculadas... Pero Txema, que es un machaca aut¨¦ntico, ped¨ªa m¨¢s y m¨¢s. Y yo ten¨ªa miedo de que se lesionase. Pero... no. Ha sido incre¨ªble".
Y Olaz¨¢bal, que se niega a pensar que los j¨®venes pueden ser mejores porque son m¨¢s fuertes, empez¨® a trabajar de forma exagerada. Cuando empez¨®, apenas pod¨ªa levantar 80 kilos en sentadillas. ?ltimamente, se atrev¨ªa con los 200. Y en el campo ha ganado 18 metros con el driver. Y vuelve a estar entre los mejores en todos los torneos.
![Jos¨¦ Mar¨ªa Olaz¨¢bal saca la bola del <i>bunker</i> durante un torneo en 2002.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/5UZFCU5G46ZQEM3OESKOT43YCE.jpg?auth=9568c6df0ec518382d2ba9369223fdceafb2a25227b2afe34195ae61d7d38dbb&width=414)
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