Escenarios de duelo
?Ya la ha metido? ?va camino de meterla? ?quiz¨¢ duda? ? o se abstiene, que es otra opci¨®n? En cualquier caso, qu¨¦ papeleta la de hoy, con eso del tratado constitucional europeo. C¨®mo se han descosido -y hasta m¨¢s de uno se ha roto- enfatizando el s¨ª, aunque con talantes y rec¨¢maras bien diferentes, socialistas y populares, mientras otros partidos de izquierdas, nacionalistas y de extrema derecha han pedido el no, cada quien con sus razones y sus recelos. En fin, de aqu¨ª a que pasen unas horas, se cerrar¨¢n las urnas, y Espa?a no s¨®lo habr¨¢ participado, sino que ser¨¢ el primer pa¨ªs de la UE en hacerse o no con una Carta Magna poli¨¦drica, de texto prolijo y escasamente conocido, cuando menos al d¨ªa de la fecha. Pero, ?y todo lo que se ha montado? Lo ilustran opiniones como las de la conservadora Adela Pedrosa que aprovech¨® la coyuntura, como tantos otros dirigentes del PP, para sentenciar que el s¨ª es el progreso y el futuro de la Comunidad valenciana y de Espa?a, "a pesar de las absurdas contradicciones del Gobierno socialista". Toma ya: de paso, ca?azo. Est¨¢ claro que ha sido tambi¨¦n pretexto de solapadas descalificaciones, expositor de agravios, descaradas dentelladas a la yugular del adversario pol¨ªtico, y hasta algo as¨ª como un juicio de Dios: Ivanhoe, el presidente Francisco Camps; y el malo, el portavoz Eduardo Zaplana. Escenarios para un duelo tan encarnizado como impertinente, aunque descarada e in¨²tilmente encubierto por el PP, se han levantado en los salones del Hotel Meli¨¢, de Alicante, y en La Petxina, pabell¨®n deportivo de Valencia. Uno y otro, a su manera, pidieron a la parroquia el s¨ª, por supuesto, pero lo que en realidad contaba era el n¨²mero de parroquianos que soportaron las interpretaciones de Camps y Zaplana. No parece que estas querellas intestinas y nada decorosas guarden relaci¨®n alguna con la dicha constituci¨®n europea; pero, a lo que se ve, cualquier ocasi¨®n es propicia, para hacer m¨²sculo, y demostrar al personal quien es el m¨¢s guapo y mand¨®n de la panda, por encima del respeto a la mayor¨ªa, y sin hacerle asco alguno al empleo de recursos propios de otras ¨¦pocas, como el de utilizar autocares, para arrear a sus respectivos partidarios a pie de funci¨®n. Los socialistas valencianos, por su parte, est¨¢n en vena: Joan Ignasi Pla, al filo de concluir su campa?a, manifest¨® el convencimiento de que se va a registrar una participaci¨®n masiva. El cielo le conserve la vista y el optimismo. Y a¨²n m¨¢s el tino, cuando, evocando la remota realidad de la calle, exclam¨®: as¨ª las Cortes no son "la voz ni el coraz¨®n de la ciudadan¨ªa". Que los representantes de la soberan¨ªa del pueblo la busquen es un prop¨®sito tan serio y necesario como que sepan encontrarla. Al cronista se le figura m¨¢s factible que la soberan¨ªa popular, si se lo propone, que ya es decir, encuentre a sus representantes, cuyas identidades son en su mayor¨ªa una inc¨®gnita, y les de la voz y la vez, si lo considera oportuno. La soberan¨ªa popular conoce que existen, por las n¨®minas, pero poco m¨¢s. Los habitantes de la C¨¢mara, salvo cosa de una docena, se desvanecen, y solo se materializan, en elecciones. Con todo y si le place, vaya y refrende, o no. Es usted muy due?o.
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