La llamada a Zapatero
?Recuerdan el regocijo de algunos sectores porque Bush no hab¨ªa devuelto la llamada de felicitaci¨®n que le hizo Zapatero con motivo de la reelecci¨®n de aqu¨¦l? Pues lo acaba de hacer en su discurso sobre el estado de la Uni¨®n y tengo la impresi¨®n de que no se atreve a llamarle personalmente porque teme que el presidente espa?ol le reclame derechos de autor por el texto que nuestro jefe de Gobierno present¨® el pasado septiembre en Naciones Unidas, a prop¨®sito de la alianza de civilizaciones. Hubo entonces reacciones pintorescas, incluida la de quien escribi¨® que Zapatero copiaba la teor¨ªa del presidente de Ir¨¢n, Jatam¨ª, sobre las civilizaciones. Desde ahora se puede tambi¨¦n acusar de plagio a la cabeza visible del imperio, quien acaba de proclamar lo siguiente: "La batalla contra el terrorismo proseguir¨¢, pero la paz que deseamos ¨²nicamente se puede lograr si eliminamos las condiciones que alimentan el radicalismo y las ideolog¨ªas del crimen. Hay que impedir que ¨¢reas enteras del mundo vivan en la desesperaci¨®n y crezcan en el odio porque en caso contrario se convertir¨¢n en campos de reclutamiento de terroristas".
?Y qu¨¦ dijo el presidente Zapatero ante la ONU? Esto: "El terrorismo no tiene justificaci¨®n, pero se deben conocer sus ra¨ªces, se debe pensar racionalmente c¨®mo se produce, c¨®mo crece, para combatirlo racionalmente. La correcci¨®n de las grandes injusticias pol¨ªticas y econ¨®micas que asolan el planeta privar¨ªa a los terroristas de sustento popular. Cuanta m¨¢s gente viva en condiciones dignas en el mundo, m¨¢s seguros estaremos todos. Consigamos que la percepci¨®n del otro est¨¦ te?ida de respeto". Claramente, Bush plagia a Zapatero. Bienvenido sea. Hemos conseguido influir al mism¨ªsimo emperador.
Hay, no obstante, una duda importante cuyo despeje no me parece f¨¢cil, y es la congruencia entre las palabras y los hechos, la credibilidad de la Administraci¨®n Bush, dados sus antecedentes en materia de pol¨ªtica exterior. Precisemos sus palabras y analicemos su congruencia con el mundo real sobre el que, ciertamente, ejerce influencia: "La pol¨ªtica de los EE UU consiste en apoyar el crecimiento de movimientos democr¨¢ticos con el ¨²ltimo objetivo de acabar con la tiran¨ªa en el mundo. Hoy, los Estados Unidos hablan de nuevo a los pueblos de la Tierra". Como dice Thomas Friedman, en Europa todo lo que tiene que hacer Bush es escuchar. Algo que nunca ha hecho. De ah¨ª que resulte sospechosa otra de sus frases: "Ir¨¦ a los dem¨¢s y les explicar¨¦ por qu¨¦ tomo las decisiones que tomo". Explicar no es consultar, ni intercambiar puntos de vista o escuchar a los supuestos aliados.
Es verdad que la Administraci¨®n norteamericana ha empezado a hablar de "la Uni¨®n Europea", en vez de "los amigos europeos" y que Bush ser¨¢ el primer presidente que visite, el pr¨®ximo martes, su sede oficial en Bruselas, pero no es suficiente. Tanto ¨¦l como Condi Rice parecen querer convertirse ahora en los reyes del mambo multilateral y prodigan gestos de amistad hacia Europa, que ya no es vieja ni nueva. Pero el concepto que tienen de asociaci¨®n o cooperaci¨®n es sui generis: no va m¨¢s all¨¢ de que Europa se incorpore a un programa previamente elaborado por la Casa Blanca.
Es posible que el presidente estime que -a pesar de las elecciones ganadas por los chi¨ªes- Irak necesita, m¨¢s que nunca, el concurso de Europa. Tal vez piense que la c¨®lera unilateralista no hace pasar a la historia, a diferencia del respeto y fomento del multilateralismo. Comoquiera que ahora, seg¨²n ¨¦l mismo cuenta, ha decidido leer, cabe la posibilidad de que est¨¦ repasando las biograf¨ªas de Kennedy, Wilson y Roosevelt. Wilson, cofundador de la Sociedad de Naciones, y Roosevelt, impulsor de la creaci¨®n de la ONU, ambos presidentes decididos partidarios del multilateralismo. Todos ellos, por cierto, dem¨®cratas.
Ellos pregonaron a los cuatro vientos su ansia transformadora del mundo. La de Kennedy data de 1961. A su emotiva transfiguraci¨®n en un Berl¨ªn asediado en plena guerra fr¨ªa ("Yo tambi¨¦n soy berlin¨¦s") uni¨® su particular empe?o: "Estoy preparado para pagar cualquier precio y soportar cualquier carga para garantizar la supervivencia y el ¨¦xito de la libertad". Dada la configuraci¨®n del mundo de la ¨¦poca, con la mutua amenaza nuclear que representaban Washington y Mosc¨², la capacidad kennediana de poner en pr¨¢ctica el esp¨ªritu de cruzada era, afortunadamente, relativa.
Desgraciadamente, no es el caso de Bush, quien insiste en que vivimos la era m¨¢s peligrosa de la humanidad (cabe preguntarse sobre su contribuci¨®n) y en que nunca se ha vivido una oportunidad m¨¢s propicia para reordenar el mundo. Es verdad que la mayor¨ªa de los presidentes norteamericanos, incluidos los dem¨®cratas, han estado imbuidos de un cierto sentido de imprescindibilidad, oscilando entre la "visi¨®n" y la "misi¨®n". El propio Clinton lleg¨® a considerar a su pa¨ªs como la "naci¨®n indispensable", lo que puede ser dram¨¢tico si se concluye que las dem¨¢s naciones son prescindibles.
Sin embargo, hasta ahora, nadie como Bush ha tratado al mundo, y en especial a Europa, como "prescindibles". Y al mismo tiempo nadie como Europa se ha opuesto a lo que hasta ahora ha significado Bush. Porque la mayor¨ªa de la opini¨®n p¨²blica europea, laica y relativista, ha quedado empachada de recientes frases lapidario-iluminadas del estilo de "la historia nos llama" o de aquellas pronunciadas inmediatamente antes de invadir Irak, de este tenor: "Somos una naci¨®n moral" (29-1-03) o "ejercemos el poder sin conquista y nos sacrificamos por la libertad de los extra?os" (28-1-03). Muchos nos preguntamos entonces de qu¨¦ estrategia se servir¨ªa Bush para ejercer el poder en Irak sin conquistarlo previamente. En aquellas mismas fechas (17-2-03), el Consejo Europeo, refiri¨¦ndose al necesario desarme iraqu¨ª, emit¨ªa un comunicado laico, civil y lleno de sentido com¨²n y pol¨ªtico. Dec¨ªa simplemente: "Queremos conseguirlo pac¨ªficamente. Est¨¢ claro que esto es lo que desean los pueblos de Europa".
?sta es la Europa que encontrar¨¢ Bush en Bruselas, una potencia civil que construye paulatinamente un poder militar proporcional a sus fines y que dedica mucho m¨¢s dinero que los EE UU a promover la democracia y los derechos humanos en el mundo sin abandonar el marco de Naciones Unidas. Cabe preguntarse si las frases que sobre el papel acercan a Bush a la filosof¨ªa del presidente Zapatero son un canto de sirena o un gesto esperanzador. El tiempo inmediato lo dir¨¢, pero Europa debe estar m¨¢s vigilante que Ulises.
Coda oriental: EE UU ha echado las campanas al vuelo a prop¨®sito del acuerdo de principio israelo-palestino y anima a Europa a trabajar juntos. Ahora hay que lograr un "acuerdo de final". Hace tiempo que Washington pudo presionar para lograrlo y no quiso. La Uni¨®n Europea ha querido, pero no le han dejado. El objetivo es claro: cumplir la Hoja de Ruta, que estipula el fin de la ocupaci¨®n israel¨ª de Gaza y Cisjordania y el retorno a las fronteras de 1967. Europeos y palestinos comparten dicho objetivo. ?Tambi¨¦n Bush y Sharon? Atenta, Europa.
Emilio Men¨¦ndez del Valle es embajador de Espa?a y eurodiputado socialista.
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