Milagro en El Madrigal
El conjunto de Pellegrini remonta dos goles de Torres y gana un partido mejor interpretado por el Atl¨¦tico
A Pellegrini, el t¨¦cnico chileno del Villarreal, le da lo mismo si en frente tiene a un grupo de amantes de la poes¨ªa de excursi¨®n por un paraje natural o una esforzada cuadrilla de obreros no cualificados. ?l tiene una idea. Y buenos futbolistas. No quiere saber nada m¨¢s. La idea es tocar y tocar, aunque la m¨²sica suene descompensada y detr¨¢s solo se quede el del tri¨¢ngulo. Riquelme condiciona la partitura: acordes saltarines. En la trinchera rival se agazapaba un equipo, el Atl¨¦tico, que ha descubierto que lo que de verdad le gustan son los espacios, la carrera abierta, el atajo hacia el gol por el camino que marca Torres. El equipo de Castell¨®n gan¨® tras remontar dos goles cuando desaparecieron de su sinfon¨ªa los sostenidos y se quit¨® el cors¨¦. Convirti¨® una marcha f¨²nebre en una polea sonriente.
VILLARREAL 3 - ATL?TICO 2
Villarreal: Reina; Javi Venta, Gonzalo Rodr¨ªguez, Pe?a (Cazorla, m. 62), Aruabarrena; Senna, Riquelme; Guayre (Jos¨¦ Mari, m. 62), Font, Sor¨ªn; y Forl¨¢n.
Atl¨¦tico: Leo Franco; Molinero, Pablo, Perea, Antonio L¨®pez; Colsa, Sosa; Jorge (Nano, m. 67), Ibagaza, Gronkjaer; y Fernando Torres.
Goles: 0-1. M. 27. Pase en profundidad de Gronkjaer a Torres, que aguanta la salida de Reina y le cruza el bal¨®n. 0-2. M. 40. Ibagaza lanza desde el centro del campo un pase perpendicular a Torres que resuelve en el mano a mano de tiro raso. 1-2. M. 63. Pase de la muerte de Sor¨ªn que remata Forl¨¢n. 2-2. M. 83. Falta que saca Riquelme y Perea desv¨ªa a gol. 3-2. M. 90. Sor¨ªn fusila de cerca.
?rbitro: P¨¦rez Lasa. Amonest¨® a Sosa, Pablo, Pe?a, Jos¨¦ Mari, Gonzalo Rodr¨ªguez, Gronkjaer.
Unos 20.000 espectadores en El Madrigal.
Los dos conjuntos giran en torno a un personaje. Torres es el v¨¦rtigo; Riquelme, la pausa. El argentino pudo marcar en el minuto 20 de un violento latigazo desde fuera del ¨¢rea, repiti¨® en el 40 con una falta directa que se fue alta por poco, imparti¨® su habitual cursillo de pase avanzado, contribuyendo al asedio final a la porter¨ªa de Franco, y amarr¨® al Villarreal a su tempo, hasta que se desat¨® en los instantes finales. Torres, que sab¨ªa a lo que ven¨ªa el Atl¨¦tico al Madrigal, clav¨® las espuelas al caballo y le puso a galopar cada vez que alguno de los suyos levantaba la cabeza y le gui?aba un ojo. Eso sucedi¨® dos veces gracias a sus dos socios m¨¢s cualificados, Gronkjaer e Ibagaza. Torres marc¨® dos goles. Ambos mir¨¢ndose cara a cara con Reina.
Hay equipos, como el Atl¨¦tico, que se parten lastimosamente entre la defensa y el ataque en perjuicio de la vanguardia. Al Villarreal le sucede lo contrario. El conjunto de Castell¨®n est¨¢ fracturado en dos mitades, pero la que sale perjudicada es la retaguardia. Todos los futbolistas del Villarreal avanzan enroscados a Riquelme, ovillados a su cerebro. Pero sin idear un plan "b" por si se pierde la pelota en el centro del campo. El Atl¨¦tico s¨ª ten¨ªa una estrategia: ahogar la l¨ªnea pensante del Villarreal y lanzar a un cohete pelirrojo llamado Torres. La teor¨ªa funcion¨®, al menos hasta los diez minutos finales, porque en el conjunto rojiblanco juega Ibagaza. El peque?o media punta argentino, perdido las m¨¢s de las veces cuando se trata de hacer jugar a unos compa?eros que captan medio minuto despu¨¦s sus intenciones, se agiganta cuando s¨®lo tiene una misi¨®n: meter balones profundos a un galgo ganador, Torres.
El Ni?o, adem¨¢s, aprob¨® una rama de la matem¨¢tica que generalmente no le deja en buen lugar: la estad¨ªstica. Marc¨® una gran parte de las ocasiones que tuvo. Los fallos fueron un quiebro frustrado a Reina y un remate que nunca lleg¨® a realizar cuando al portero del equipo levantino se le hab¨ªa escapado el bal¨®n en el ¨¢rea peque?a.
En el eje, Senna, habituado a quedarse solo en el centro del campo para barrer cuando ya se han apagado las luces y los dem¨¢s se han marchado, se encontr¨® con la voluntad de Colsa y Sosa, la pareja de medio centros del equipo madrile?o . El uruguayo, protagonista de la semana por golpear en la nariz y el ment¨®n a un seguidor rojiblanco que le increp¨® en el aparcamiento privado de los jugadores del Calder¨®n tras el encuentro ante el Levante de la pasada jornada, se aplic¨® a su tarea favorita: tapar huecos sin pensar, corretear feliz sabiendo que su misi¨®n estaba al nivel de sus posibilidades. Colsa aport¨® mucho m¨¢s y, a diferencia de lo que sucedi¨® en el encuentro que concluy¨® con la victoria para su equipo en Barcelona, intent¨® aguantar un poco m¨¢s la pelota en los segundos 45 minutos y casi lo consigue hasta que le desbord¨® la marea amarilla.
En el segundo periodo, el Villarreal acentu¨® sus virtudes de toque y confecci¨®n hasta que se hart¨® de su manual y aplic¨® m¨¦todos m¨¢s directos. El Atl¨¦tico aguardaba encantado con su descubrimiento, la ley del front¨®n: cuando m¨¢s fuerte pega el contrario m¨¢s velocidad alcanza el rebote. Adem¨¢s Leo Franco, el portero del equipo del Manzanares, apareci¨® en los momentos en que las grietas amenazan con derruir la empalizada. En el minuto 60 sac¨® un bal¨®n de Gonzalo a bocajarro. Algo que no pudo repetir con el decimoquinto tanto en la Liga de Forl¨¢n unos cinco minutos despu¨¦s.
Los ¨²ltimos veinte minutos el Villarreal apost¨® por encerrar al Atl¨¦tico. Fiel a la teor¨ªa del p¨¦ndulo, el equipo madrile?o devolvi¨® cada golpe, menos el ¨²ltimo, precisamente, de uno de los suyos: Perea marc¨® en su propia porter¨ªa. Antes, se vio un taconazo de Ibagaza, un esl¨¢lom ins¨®lito de Antonio L¨®pez, y una magn¨ªfica oportunidad de un magn¨ªfico jugador como es el dan¨¦s Gronkjaer. Tambi¨¦n se vio como Forl¨¢n no fue capaz de acertar a la pelota cuando estaba completamente solo. Perea s¨ª acert¨®. Al final, golpe por golpe, tablas.
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