Absentismo
El resultado del refer¨¦ndum sobre el tratado constitucional europeo ha resultado decepcionante, dada la reducida tasa de participaci¨®n electoral, por debajo del l¨ªmite que se hab¨ªa fijado el Gobierno. As¨ª que ya puede imaginarse la reacci¨®n del Partido Popular, que en seguida cargar¨¢ la elevada abstenci¨®n en la cuenta de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero interpret¨¢ndola como un voto de censura ante el precoz desgaste de su Gobierno. ?Hasta qu¨¦ punto es leg¨ªtima semejante interpretaci¨®n?
La cuesti¨®n es compleja porque intervienen otros factores de antagonismo territorial (tensi¨®n centro/periferia) y pol¨ªtico (eje derecha/izquierda) que desvirt¨²an la contabilidad, pues una parte del abstencionismo podr¨ªa interpretarse como un no virtual, vergonzante o encubierto.
Pero descontado esto para simplificar las cosas, creo que la abstenci¨®n efectiva puede deberse a tres razones distintas entre s¨ª, que conviene separar a efectos anal¨ªticos. Ante todo est¨¢ el absentismo t¨¦cnico de los ciudadanos indiferentes o pasivos que reh¨²san participar en la votaci¨®n. Su cifra suele estimarse en un tercio aproximado del censo como promedio, pero en esta ocasi¨®n ten¨ªa que ser bastante mayor porque no hab¨ªa verdadera competencia electoral entre posturas enfrentadas. Como todos los partidos serios ped¨ªan el s¨ª, no hab¨ªa suspense ni verdadera incertidumbre sobre el resultado final, lo que desincentiva extraordinariamente la participaci¨®n en las urnas.
Luego est¨¢ el abstencionismo de los euroesc¨¦pticos. En sentido restringido, este concepto s¨®lo se refiere al nacionalismo reaccionario. Pero en sentido amplio debe incluir tambi¨¦n el eurodesencanto de todos aquellos ciudadanos sinceramente europe¨ªstas que, sin embargo, est¨¢n decepcionados con la deriva que est¨¢ tomando el proceso de construcci¨®n europea. No quer¨ªan votar no para que no los confundan con el infantilismo izquierdista ni con el nacionalismo peque?o burgu¨¦s. Pero tampoco quer¨ªan votar s¨ª porque piensan que esta Europa oficial que pretenden vendernos s¨®lo est¨¢ integrada en apariencia, pero por dentro no lo est¨¢ de verdad, dado su evidente d¨¦ficit democr¨¢tico. Y para votar en blanco es mejor quedarse en casa, expresando el descontento con la pura y simple abstenci¨®n.
Pero es posible que esos dos abstencionismos, el t¨¦cnico y el esc¨¦ptico, no agoten todo el efectivamente habido. Y ese saldo restante es el que podr¨ªa interpretarse por defecto como un rechazo pasivo al Gobierno de Zapatero, cuyo precoz desgaste estar¨ªa comenzando a manifestarse. Dentro de poco habr¨¢ que conmemorar el primer aniversario de aquellas elecciones tr¨¢gicas (el 14-M) donde Zapatero obtuvo el poder de rebote, como consecuencia indirecta del mayoritario voto de castigo con que el electorado recus¨® al saliente Gobierno de Aznar. Entonces ser¨¢ el momento de hacer un balance para juzgar c¨®mo ha administrado Zapatero a lo largo de este primer a?o la confianza que el electorado tuvo que depositar en ¨¦l para poder revocar a Aznar. Pero ya que el mismo Zapatero plante¨® este refer¨¦ndum como un plebiscito sobre su propia ejecutoria, esperando refrendar as¨ª la cuestionada legitimidad de su victoria en las urnas del 14-M, muchos de sus adversarios podr¨ªan interpretar la abstenci¨®n de ayer como una se?al de que la luna de miel entre ZP y su electorado comienza a declinar.
?Significa tan abultada abstenci¨®n que muchos ciudadanos se sienten defraudados con la ejecutoria de Zapatero? Puesto que los fallos del Gobierno se van acumulando, es posible que una parte de la abstenci¨®n pueda interpretarse como un voto de censura. Pero lo que no se puede saber es c¨®mo hay que repartir el absentismo total entre las tres clases citadas de abstenci¨®n: t¨¦cnica, euroesc¨¦ptica y censora del Gobierno. Y no se puede porque, al ser la abstenci¨®n un acto fallido, resulta falaz hacer un juicio de intenciones sobre lo que no existe. Igual que la inocencia no se puede demostrar, porque los no-actos no dejan huellas, tampoco los no-votos se pueden interpretar, a no ser desde la sospecha freudiana o el prejuicio antigubernamental.
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