La Ant¨¢rtida, un continente vulnerable
Sat¨¦lites y aviones toman datos desde el aire para detectar si el calentamiento global afectar¨¢ al casquete helado
Desde un avi¨®n a 150 metros de altura, lo ¨²nico que se divisa es un enorme vac¨ªo blanco. Al frente se extiende una llanura hasta donde alcanza la vista y lo ¨²nico que rompe la monoton¨ªa son algunas suaves colinas y los pliegues originados cuando se forman nuevas capas de hielo. Sin embargo, bajo la superficie de ese hielo se est¨¢n produciendo cambios profundos y posiblemente preocupantes a un ritmo cada vez mayor. Con el aumento de las temperaturas en algunas zonas de la Ant¨¢rtida durante los ¨²ltimos a?os, el hielo derretido parece estar penetrando m¨¢s en las grietas, debilitando formaciones inmensas y en apariencia impenetrables que se han desarrollado durante miles de a?os.
En consecuencia, grandes glaciares en ¨¦sta y otras zonas remotas de la Ant¨¢rtida est¨¢n menguando, y se est¨¢n desintegrando o retirando barreras de hielo de enorme tama?o, todo ello un posible indicador del calentamiento global. En diciembre pasado, cient¨ªficos del British Antarctic Survey manifestaron que en algunas zonas de la pen¨ªnsula Ant¨¢rtica, a cientos de kil¨®metros de este lugar, est¨¢n apareciendo praderas de hierba en lugares que hasta hace poco estaban ocultos bajo un manto helado. "Se acumulan las pruebas, todo encaja", dec¨ªa Robert Thomas, glaci¨®logo de la NASA y principal autor de un reciente trabajo sobre la aceleraci¨®n de la crecida del nivel del mar, mientras el avi¨®n del ej¨¦rcito chileno sobrevolaba el mar de hielo en un d¨ªa inusualmente claro. "Hemos estudiado media docena de glaciares del mar de Amundsen. Todos est¨¢n menguando, en algunos casos con bastante rapidez, y en todos ellos, la barrera de hielo tambi¨¦n se est¨¢ volviendo m¨¢s delgada".
Los glaci¨®logos est¨¢n preocupados por zonas m¨¢s cercanas al polo Sur que la pen¨ªnsula
El hielo flotante no hace subir el nivel del mar al derretirse, pero los glaciares s¨ª
La relaci¨®n entre los glaciares (esencialmente r¨ªos helados) y las barreras de hielo (gruesas placas de hielo que sobresalen de la tierra y flotan sobre el oc¨¦ano) es complicada y no se comprende del todo. Pero a los cient¨ªficos les gusta comparar el lugar donde la lengua de un glaciar penetra en el mar en forma de barrera de hielo con el corcho de una botella. Cuando la barrera de hielo se rompe, ello permite que el hielo de tierra adentro acelere su marcha hacia el mar.
"Por s¨ª mismos, la lengua del glaciar o el corcho en la botella no representan demasiado", explicaba Claudio Teitelboim, director del Centro para Estudios Cient¨ªficos, una instituci¨®n privada chilena asociada con la NASA para el estudio del hielo de la Ant¨¢rtida y la Patagonia. "Pero una vez se saca el corcho, el contenido de la botella mana y eso puede generar una tremenda inestabilidad".
Los glaci¨®logos tambi¨¦n saben que el hielo marino que flota en libertad no eleva por s¨ª solo el nivel del mar, al igual que un cubito de hielo en un vaso de agua no provoca un derrame al fundirse. Pero los glaciares son distintos porque reposan sobre tierra y si ese enorme volumen de hielo se desprende al mar a una gran velocidad, aumenta la masa oce¨¢nica, que a su vez puede incrementar el nivel global del mar.
Los vuelos sobre ¨¦sta y otras zonas del Ant¨¢rtico esperan ayudar a los glaci¨®logos y otros cient¨ªficos interesados en el cambio clim¨¢tico a comprender qu¨¦ est¨¢ ocurriendo en el continente y por qu¨¦. Para hacerlo, necesitan recopilar datos, no s¨®lo sobre el grosor del hielo, sino tambi¨¦n acerca de la geolog¨ªa subyacente de la regi¨®n, informaci¨®n que se obtiene m¨¢s f¨¢cilmente desde el aire. Los vuelos se hacen a bordo de un avi¨®n Orion P-3 del ej¨¦rcito chileno, que ha sido equipado especialmente con avanzada instrumentaci¨®n. Los dispositivos incluyen un sistema l¨¢ser de adquisici¨®n de im¨¢genes que dispara 5.000 pulsos de luz por segundo al terreno para trazar un mapa de la superficie de hielo, adem¨¢s de un radar que determina la profundidad de las capas de hielo, un magnet¨®metro y c¨¢maras digitales.
Los archivos fiables sobre gran parte de la Ant¨¢rtida datan de hace menos de 50 a?os. S¨®lo se ha recopilado informaci¨®n de sat¨¦lites y vuelos como los que se est¨¢n realizando aqu¨ª durante la ¨²ltima d¨¦cada aproximadamente. Pero esa investigaci¨®n, junto con unos sorprendentes cambios apreciables a simple vista, apunta hacia la alteraci¨®n de los patrones clim¨¢ticos que se cree que han prevalecido durante miles de a?os. En 1995, por ejemplo, se desintegr¨® la barrera de hielo Larsen A, seguida en 1998 por el derrumbamiento de la cercana barrera Wilkins. Durante un periodo de 35 d¨ªas a principios de 2002, al final del verano del hemisferio Sur, se resquebraj¨® la barrera de hielo Larsen B, perdiendo m¨¢s de una cuarta parte de su masa total y dejando a la deriva miles de iceberg en el mar de Weddell. "La escala temporal de respuesta de la din¨¢mica del hielo es mucho m¨¢s breve de lo que cre¨ªamos", afirma Robert Bindschadler, cient¨ªfico de la NASA. "No sabemos cu¨¢l es el motivo concreto, pero lo que estamos observando actualmente probablemente ser¨¢ lo que ocurra tambi¨¦n ma?ana".
Hasta la fecha, todas las barreras de hielo que se han derrumbado est¨¢n situadas en la pen¨ªnsula Ant¨¢rtica, que en realidad es una colecci¨®n de islas, cordilleras y glaciares que se adentra al norte hacia Argentina y Chile y "realmente se est¨¢ calentando, compitiendo con el Yukon por el t¨ªtulo del lugar de la tierra con un calentamiento m¨¢s r¨¢pido", seg¨²n Eric Steig, glaci¨®logo de la Universidad de Washington. Seg¨²n un reciente estudio publicado en Geophysical Research Letters, el ritmo de vertido de tres importantes glaciares que todav¨ªa quedan en la pen¨ªnsula se ha multiplicado por ocho s¨®lo entre 2000 y 2003. "El hielo se est¨¢ reduciendo a una velocidad de decenas de metros al a?o" en la pen¨ªnsula, y la altura de los glaciares ha disminuido hasta 40 metros en seis meses, seg¨²n el estudio.
Pero la estrecha pen¨ªnsula contiene relativamente poco hielo en el interior. Los glaci¨®logos est¨¢n m¨¢s preocupados porque ahora comienzan a detectar signos similares m¨¢s cerca del polo Sur, en la superficie principal del continente, donde las plataformas de hielo de los mares de Amundsen y de Ross son mucho mayores y podr¨ªan contribuir en mayor grado a los cambios en el nivel del mar. Resulta de especial inter¨¦s una regi¨®n remota y pr¨¢cticamente inaccesible conocida como "el punto d¨¦bil del Oeste ant¨¢rtico", donde algunas barreras de hielo son tan grandes como Tejas o Espa?a y gran parte de la tierra sobre la que reposan se encuentra por debajo del nivel del mar. "?sta es probablemente la zona m¨¢s activa de la Ant¨¢rtida", dice Eric Rignot, glaci¨®logo y principal autor del trabajo de Geophysical Research Letters. "Los glaciares est¨¢n cambiando con rapidez y cada vez vierten m¨¢s al oc¨¦ano, lo cual contribuye al aumento del nivel del mar de una forma m¨¢s significativa que cualquier otra regi¨®n del Ant¨¢rtico".
Seg¨²n otro estudio, publicado en la revista Science en septiembre, las cuencas de los glaciares del mar de Amundsen contienen suficiente hielo como hacer subir 1,3 metro el nivel del mar. Aunque el aumento actual del nivel del mar atribuible a la disminuci¨®n de los glaciares de la zona es relativamente modesto, unos 0,2 mil¨ªmetros al a?o, o aproximadamente un 10% del incremento global total, el estudio se?alaba que cerca de la costa el proceso se hab¨ªa acelerado y podr¨ªa continuar haci¨¦ndolo. En consecuencia, los vuelos m¨¢s recientes de la NASA y el centro chileno se han realizado sobre la zona de las islas Thurston y Pine del Oeste ant¨¢rtico, cerca del lugar donde se unen los mares de Bellinghausen y Amundsen. La idea es utilizar las lecturas por l¨¢ser y radar conjuntamente para establecer una l¨ªnea de referencia para realizar una comparaci¨®n con futuros c¨¢lculos, que se efectuar¨¢n aproximadamente cada dos a?os.
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