Una ciudad de medio mill¨®n de habitantes en el Aljarafe
En El Aljarafe, actualmente a vista y paciencia de todos se encuentra en construcci¨®n, de manera precaria y sin Plan, una ciudad superior a medio mill¨®n de personas. Afecta a una superficie mayor a la total de Sevilla cuyos 709.975 habitantes, seg¨²n el Instituto de Estad¨ªstica, residen en 226.621 viviendas. Con otras palabras, la ciudad en construcci¨®n tendr¨¢ una capacidad para albergar a todos los habitantes de tres capitales de provincia: Almer¨ªa, C¨¢diz y Huelva
Al respecto, la prensa local durante las ¨²ltimas semanas ha proporcionado numerosas informaciones. Se alude a un territorio culturalmente denso, convertido en el vertedero occidental en el que la administraci¨®n municipal y las inmobiliarias tranquilamente acumulan enormes problemas urban¨ªsticos al amparo del c¨®mplice silencio de los "poderes p¨²blicos". Deficiencias e insuficiencias que de manera indefectible habr¨¢n de solucionarse a costos no previsibles y a cargo de todos y cada uno de los sevillanos en los pr¨®ximos veinte a?os.
Algo huele mal en este asunto pero nadie se decide a controlar la salvaje manera de ocupar-consumir el suelo en el ¨¢rea post-metropolitana de Sevilla bajo el rutinario proceso impuesto por la iniciativa privada: comprarlo como r¨²stico, hacerlo urbano vali¨¦ndose de la revisi¨®n del PGOU, construir bajo criterios financieros y venderlo al precio que determina el sacrosanto, neoliberal mercado.
Para atenuar la voracidad inmobiliaria bastar¨ªa aplicar el art¨ªculo 47 de nuestra Constituci¨®n que dice textualmente: "Todos los espa?oles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes p¨²blicos promover¨¢n las condiciones necesarias y establecer¨¢n las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilizaci¨®n del suelo de acuerdo con el inter¨¦s general para impedir la especulaci¨®n". La Constituci¨®n por lo visto, no puede con la econom¨ªa neoliberal.
Y adem¨¢s hay quien justifica que en el negocio inmobiliario nadie pierde, o sea, supuestamente todos ganan: los propietarios del suelo al convertir sus terrenos r¨²sticos en suelo urbanizable tienen beneficios superiores a los obtenidos con las actividades agr¨ªcolas; el Ayuntamiento adquiere sin coste una considerable extensi¨®n de suelo que, a conveniencia en el futuro inmediato lo convertir¨¢ en dinero para "resolver los postergados problemas de la localidad"; las inmobiliarias porque ese es su negocio y hasta los clientes ganan (en apariencia) pues, compran su vivienda a los precios m¨¢s bajos de entre los elevados del mercado. Aunque para pagar la deuda hipotecaria deban destinar al menos el 40% de sus ingresos durante m¨¢s de veinte a?os. Esta justificaci¨®n es falaz.
Ganan pocos (los de siempre) y perdemos todos, es decir la sociedad, la organizaci¨®n (Morin) el conjunto de personas interesadas en construir la futura urbs de Sevilla (dimensi¨®n f¨ªsica) pero, sobre todo la civitas (dimensi¨®n social y de convivencia). Perdemos quienes deseamos ejercer el derecho a la civilidad y participar en la construcci¨®n de nuestra ciudad para que sea un espacio de convivencia con una m¨ªnima calidad de vida y no una simple ¨¢rea donde "aparcar" y "acumular" objetos de escasa calidad est¨¦tica, como antes, producidos en serie y en los que se refugian j¨®venes familias con alarmante carencia de equipamientos, de servicios, de transportes p¨²blicos, como si todav¨ªa estuvi¨¦semos soportando las consecuencias de la primera revoluci¨®n industrial cuando, al contrario, estamos transitando por la cuarta y, en Andaluc¨ªa, por la segunda modernizaci¨®n. Y adem¨¢s vivimos desde hace 27 a?os en democracia.
Huelga abundar en cantidades, referencias y datos. Las autoridades locales se encargan de darlos a conocer diariamente en todos los peri¨®dicos. Basten algunos ¨ªndices de crecimiento demogr¨¢fico de los ¨²ltimos diez a?os: Castilleja de Guzm¨¢n, 419%, Bormujos 126%, Espartinas 105%; los dem¨¢s municipios tienen un ¨ªndice promedio superior al 50%. Las grandes superficies comerciales y las edificaciones singulares brotan como hongos. La autopista desde Sanl¨²car se ha convertido en una congestionada v¨ªa urbana. Antes de la inauguraci¨®n de IKEA desde Gines se tardaba poco, ahora en las horas punta, m¨¢s de 45 minutos y en el futuro inmediato ser¨¢ peor. Lo mismo desde Mairena. Antonio Cano con el c¨¢lculo de la Huella Ecol¨®gica para la aglomeraci¨®n urbana de Sevilla, acaba de confirmar lo dicho por la Junta en 2001: este proceso es insostenible, irracional.
?Qu¨¦ hacer? Ante todo recuperar el sentido com¨²n; evitar el sprawl urbano al estilo usamericano; retomar los estudios publicados en 1989 y 2000 sobre el ¨¢rea metropolitana y, hasta redactar un Plan, por lo pronto, de manera urgente reunir a los Alcaldes de los Municipios que est¨¢n revisando los PGOU. Primero para determinar los mecanismos de coordinaci¨®n y de control con el fin de evitar el despilfarro en aras del "equilibrio" y la "solidaridad" territorial y, segundo, superando las conveniencias electorales de corto alcance reunirlos, para hacer posible la comprensi¨®n de este problema bajo la clave sist¨¦mica de las interrelaciones y no de las jerarqu¨ªas funcionales ni de los ineficaces ¨¢mbitos (limitantes) de competencias.
Si se prefiere superar los "t¨®picos urbanos", ser¨ªa oportuno tomar en cuenta las recomendaciones de algunos arquitectos famosos, entre otros: de Rogers para que la ciudad en construcci¨®n sea sostenible, de Foster para recuperar la idea de barrio (cohesi¨®n y diferencia cultural integradora) o, llamar a Koolhaas para que le de racionalidad formal a la especulaci¨®n salvaje.
Jorge Benavides Sol¨ªs es Profesor Titular del Departamento de Urban¨ªstica y Ordenaci¨®n del Territorio. ETSA. Sevilla
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