Gran narrativa rebelde
A todos los que recomiendan, o desean secretamente, el "enfriamiento general de las pasiones pol¨ªticas" como remedio para los males de la democracia, Multitud les provocar¨¢ seguramente un tr¨¢gico soponcio. Porque est¨¢ escrito desde la convicci¨®n contraria: s¨®lo la intensificaci¨®n de una ¨¦pica colectiva puede retomar el proyecto democr¨¢tico incompleto en un contexto de globalizaci¨®n armada y reacci¨®n identitaria. Ciertamente, oponer el posmodernismo a la resurgencia fundamentalista es como escupir al viento, pues el vac¨ªo de significaciones del capitalismo produce directamente el "lleno" de los integrismos religiosos, ¨¦tnicos o racistas.
Sacudiendo el pensamiento d¨¦bil, Negri y Hardt han escrito la segunda parte de la "gran narrativa" que comenzaron con Imperio, donde describ¨ªan la constituci¨®n en ciernes de una nueva forma de soberan¨ªa m¨¢s all¨¢ del Estado-naci¨®n, adecuada a la naturaleza global del mercado capitalista. En un ejercicio admirable de claridad y sencillez, con mil referencias (literarias, filos¨®ficas, cient¨ªficas) que reclaman la atenci¨®n de un p¨²blico muy diverso, reconstruyendo una vibrante "genealog¨ªa de las resistencias" que da densidad y espesor a su relato, Multitud plantea las potencias y los desaf¨ªos de la apuesta por una democracia absoluta de las redes sociales en el paisaje irreversible de la globalizaci¨®n. Hoy, el capitalismo global explota fundamentalmente "lo com¨²n" (nuestra imaginaci¨®n, facultad de lenguaje, capacidad de innovaci¨®n, de cooperaci¨®n): la "multitud" es un sin¨®nimo exacto de ese (pro)com¨²n. Toda producci¨®n es colectiva, pero s¨®lo unos pocos la controlan y se benefician de ella. La teor¨ªa econ¨®mica dominante capta ¨²nicamente la naturaleza de la multitud bajo el pobre concepto de "externalidades positivas": lo que las empresas aprovechan, pero no producen ni pagan. La multitud (singular y plural) crea d¨ªa a d¨ªa el mundo y por ello es potencialmente aut¨®noma del capital (que ya s¨®lo es una figura del parasitaje y la fuerza bruta). Por el contrario, el capital depende de la multitud y no puede desencadenar una guerra total contra su creatividad instituyente, porque se arriesgar¨ªa a entrar en una espiral de autodestrucci¨®n: imaginemos qu¨¦ ser¨ªa de la econom¨ªa estadounidense si Bush gobernase estrictamente de acuerdo al mensaje fundamentalista que predica.
MULTITUD. Guerra y democracia en la era del imperio
Antonio Negri y Michael Hardt
Traducci¨®n de Juan
Antonio Bravo
Debate. Madrid, 2004
460 p¨¢ginas. 21 euros
Negri y Hardt designan a la multitud como "los pobres" en una poderosa imagen: excluidos de la riqueza (renta, derechos), pero absolutamente incluidos en los circuitos de la producci¨®n social. As¨ª, invierten la nefasta tendencia a considerar que el problema hoy ya no es la explotaci¨®n (pues "ni siquiera hay trabajo"), sino la exclusi¨®n, un concepto d¨¦bil que conlleva afectos apol¨ªticos de compasi¨®n por la "v¨ªctima" a la que se trata de "asistir". El capital explota a los pobres (expropia los saberes de los campesinos, se aprovecha de la movilidad de los migrantes, instrumentaliza las formas culturales que crean desde abajo los negros afroamericanos) y ellos tienen la potencia activa y afirmativa suficiente para autoorganizarse.
De hecho, la multitud no s¨®lo protesta, sino que tambi¨¦n ejerce directamente sus derechos negados (ocupaciones de tierras, de casas) e inventa instituciones para defender las "tierras comunales" (tambi¨¦n del conocimiento), como por ejemplo son las licencias copyleft que protegen el procom¨²n permitiendo que se compartan las creaciones: un ejemplo radicalmente contrario es el copyright de esta edici¨®n de Multitud, que pretende restringir incluso ?el pr¨¦stamo p¨²blico! En esas experimentaciones, tan parciales e incompletas como se quiera, est¨¢n las ¨²nicas semillas posibles de una democracia global.
Pr¨¢cticamente cada frase del libro merece una discusi¨®n. Si no se quiere congelar la potencia evocativa y descriptiva de Multitud en un rid¨ªculo fetiche, ahora es preciso seguir narrando, investigando, sumergidos siempre en el barro com¨²n de las luchas s¨®lo a partir del cual se puede modelar una ciudadan¨ªa activa y universal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.