Una larga hospitalizaci¨®n bloquear¨¢ el funcionamiento cotidiano del Vaticano

El papado de Juan Pablo II, uno de los m¨¢s largos y densos de la historia, entra en territorio desconocido. La edad y las condiciones f¨ªsicas del pont¨ªfice Karol Wojtyla abren graves interrogantes, ajenos a la fe, pero de extrema importancia para el funcionamiento cotidiano de la Iglesia cat¨®lica como instituci¨®n. Esos interrogantes se proyectan tambi¨¦n hacia el futuro, ya que las eventuales respuestas influir¨¢n en pr¨®ximos pontificados. La primera pregunta es la m¨¢s obvia: ?qu¨¦ ocurre si el Papa pierde las facultades necesarias para ejercer su misi¨®n?

La ciencia m¨¦dica puede prolongar la vida durante un cierto tiempo en situaciones de semicoma, e incluso sin auxilio cl¨ªnico puede darse una agon¨ªa larga en la que el paciente desciende poco a poco a una situaci¨®n vegetativa.

Esa situaci¨®n no ser¨ªa nueva en la Santa Sede. Otros papas, el m¨¢s reciente de ellos Pablo VI, se apagaron lentamente y en los ¨²timos meses cedieron las riendas de la Iglesia a sus colaboradores. Eran, sin embargo, otros tiempos y otras personas. Hoy resulta dif¨ªcil concebir una "desaparici¨®n" de la imagen de Juan Pablo II y una Santa Sede en "piloto autom¨¢tico" durante un periodo largo.

El papa Wojtyla ha dicho una y otra vez que no se plantea dimitir porque no "ejerce" como Pont¨ªfice, sino que "es" Pont¨ªfice; una dimisi¨®n, por otra parte, que pondr¨ªa a su sucesor en una situaci¨®n dificil¨ªsima, dada la gigantesca popularidad de Juan Pablo II. Adem¨¢s, est¨¢n los problemas cotidianos. Como descataba ayer la agencia Ansa, el Vaticano es una monarqu¨ªa absoluta y el Papa es titular de los poderes legislativo, judicial y administrativo.

En ambientes vaticanos se especula con la posibilidad de que para futuros pontificados se establezca la jubilaci¨®n a los 75 a?os, o se cree una comisi¨®n cardenalicia capaz de ejercer un "papado colegial" que tome decisiones en situaciones de emergencia. Ahora mismo, sin embargo, cualquier respuesta pasa por una hipot¨¦tica carta lacrada.

Esa carta, cuya existencia todo el mundo da por segura pero nadie ha visto, contendr¨ªa una dimisi¨®n sin fecha y habr¨ªa sido firmada hace a?os por Juan Pablo II para el caso de que una incapacidad mental le impidiera ejercer su misi¨®n. Deber¨ªa estar, se supone, en poder de la Secretar¨ªa de Estado. Pero ?a qui¨¦n tocar¨ªa decidir el momento de abrirla? Se supone que al propio secretario de Estado, cardenal Angelo Sodano. Seguimos en el pantano de las hip¨®tesis, porque nadie en el Vaticano reconoce oficialmente que tal documento haya sido redactado y guardado.

Hay otra pregunta m¨¢s delicada. Supongamos que el estado de Wojtyla se agravara y llegara un momento en que requiriera un respirador permanente. Trat¨¢ndose de un enfermo de Parkinson, no es improbable la hip¨®tesis de que su vida se apague cerebralmente, pero el coraz¨®n siga latiendo gracias a la ayuda externa. ?A qui¨¦n corresponder¨ªa la decisi¨®n de desconectar? Juan Pablo II carece de familia. La persona m¨¢s pr¨®xima a ¨¦l es su secretario, Stanislas Dziwisz. Por otro lado, existe la "familia cardenalicia". Pero en ninguna parte est¨¢n escritas las instrucciones para una situaci¨®n de ese tipo.