Los chicos del coro espa?oles
'Los chicos del coro', la producci¨®n francesa que opta al Oscar a la mejor pel¨ªcula extranjera, ha vuelto a poner de moda las corales blancas. Las escolan¨ªas del monasterio de Montserrat, en Barcelona, y de El Escorial, en Madrid, compuestas por ni?os menores de 14 a?os, son dos de los m¨¢s brillantes ejemplos en Espa?a. Mezcla de internado religioso y escuela musical, as¨ª es la vida en estas canteras de voces.
M¨¢s de un mill¨®n de CD vendidos de la banda sonora de Los chicos del coro hacen que media Francia tararee la canci¨®n Vois sur ton chemin. La voz de Jean-Baptiste Maunier, solista de los Petits Chanteurs de Saint Marc, en Ly¨®n, conmovi¨® no s¨®lo al director Christopher Barratier, que le dio el papel protagonista, sino tambi¨¦n a sus compatriotas. La pel¨ªcula ha despertado, despu¨¦s de varios siglos en coma, la moda de las corales de voces blancas. El taquillazo cuenta la tierna historia de un profesor de solfeo que transforma, por obra y arte de disciplina musical, a insolentes pupilos de un internado de los a?os cincuenta en modosos cantores.
?Hubiera podido Christopher Barratier hacer el casting entre los coros de voces blancas del otro lado de los Pirineos? Cinco siglos atr¨¢s, sin duda. Hoy, las escolan¨ªas de los monasterios de Montserrat (Barcelona) y de El Escorial (Madrid) son dos brillantes ejemplos de la actividad de estas agrupaciones musicales, que no llegan al millar en todo el pa¨ªs. La orden benedictina de Montserrat mantiene, con 35 ni?os de 10 a 14 a?os, una costumbre medieval que les convierte en la coral infantil decana de Europa. En El Real Monasterio de El Escorial, los agustinos recuperaron en 1974 la tradici¨®n de una coral que deleitaba a Felipe II y hoy a Barratier, que cont¨® con 43 alumnos, de 9 a 14 a?os, para llevarle las partituras del filme.
Pero, ?qu¨¦ es una escolan¨ªa? ?Un internado religioso con coro? ?Una cantera de monjes? Gustavo S¨¢nchez, director art¨ªstico de la escolan¨ªa de El Escorial, lo aclara: "Son centros religiosos donde se a¨²na la docencia acad¨¦mica, la musical y el canto en la bas¨ªlica a la que pertenecen. Musicalmente, son coros de tiples y contraltos compuestos por ni?os menores de 14 a?os. Aunque en otra ¨¦poca se admiti¨® al p¨²ber (hasta los 17 a?os), y por eso hay partituras que incluyen voces de tenor y bajo".
VIERNES, SEIS DE LA MADRUGADA. El campanero de Montserrat empieza su trabajo. La explanada de la bas¨ªlica, a 750 metros de altura, est¨¢ casi vac¨ªa. S¨®lo hay dos monta?eros rumbo a Sant Jeroni, la m¨¢s alta de las cien agujas de piedra del parque natural de Montserrat. A la una, todo cambia. Cientos de fieles de la Moreneta, patrona de Catalu?a desde 1881, abarrotar¨¢n la bas¨ªlica para escuchar la Salve montserratina y el Virolai, himnos espirituales de los cristianos catalanes cantados por las angelicales voces de los escolanos.
"Hay muchos t¨®picos sobre nosotros. A los padres no les pedimos certificado de religiosidad, pero deben compartir nuestro enfoque cristiano. La escolan¨ªa es un centro de ense?anzas b¨¢sicas integradas desde 2001, aunque llevamos siete siglos haciendo la misma labor. Integramos la docencia acad¨¦mica y la musical, con la particularidad de que nuestro origen es cantar en la bas¨ªlica dos veces al d¨ªa. Por no hablar de los conciertos en el extranjero". Pep, el padre Josep Maria Falc¨®, director de la escolan¨ªa de Montserrat, viste de seglar, y recalca que, aunque el centro no es mixto, un tercio de los 30 docentes son mujeres, incluida Lidia Vilaseca, profesora de canto y directora acad¨¦mica. "Tiene jornada reducida por maternidad", incide, en estas vanguardistas instalaciones, muy distantes del internado de posguerra de Los chicos del coro. El precio: 300 euros mensuales, todo incluido.
Tambi¨¦n de seglar, el agustino Rolando Garc¨ªa, director de la escolan¨ªa escurialense, abre las puertas del lugar donde lleva 25 a?os. Tiene 34 a?os y fue escolano "cuando la nieve se colaba en las galer¨ªas del monasterio". Los estudios cuestan aqu¨ª 100 euros al mes, pero la parte musical no est¨¢ homologada. "Aunque compartimos profesores con el conservatorio local", puntualiza este afable salmantino. ?l se encarga de ir a buscar talentos por los colegios y los coros de los pueblos. "Otras familias nos traen a sus hijos por nuestra fama, pero las cosas han cambiado", dice. Cuando, despu¨¦s de unas pruebas, unos padres reciben una carta diciendo que su hijo tiene una gran voz, muchos se asustan porque monasterio e internado son palabras negativas para ellos. No hay tradici¨®n musical como en Viena o en Inglaterra, donde se anuncian las misas con coro en prensa. "?Por qu¨¦ no asistir, aunque uno no sea religioso, a un buen concierto gratis en una catedral?", se pregunta. "Por suerte, en los cursos de verano de El Escorial llenamos".
"KYRIE ELEISON, CHRISTE ELEISON", entona un ni?o bal¨®n en mano por uno de los cuatro patios herrerianos de la escolan¨ªa madrile?a. ?sta se comunica con el Real Colegio Alfonso XII, un centro mixto situado en las dependencias del monasterio. All¨ª, estos peque?os cantores asisten a clase mezclados con los 700 alumnos de este elitista centro agustino. "Eso les oxigena bastante. A las familias les gusta que vayan a clase con chicas", dice Rolando.
Seis escolanos le sonr¨ªen cuando ¨¦ste abre la puerta de cuarto de primaria. "Hola, Rolando", dice por lo bajito Adri¨¢n Santos, de nueve a?os, ante la mirada de Ra¨²l, su gemelo. Son de Fuente de El Fresno, Ciudad Real. ?ste es su primer a?o internos. "Yo se lo dejo claro a los padres: una escolan¨ªa ni es un centro para convertirles en monjes ni para meterles en cintura. Acceden s¨®lo los que tienen buena voz y buenas notas. La ense?anza musical es dura y no nos podemos permitir malos estudiantes". El director cuenta que la escolan¨ªa es una gran oportunidad cuando el conservatorio queda a varias horas de un pueblo.
A 573 kil¨®metros, en Montserrat, la historia se repite con ?lvaro Carnicero. Un chaval, de 13 a?os, con la misma dosis de timidez que de altura. "En Santa Susana, donde vivimos, el conservatorio de Badalona est¨¢ a 45 kil¨®metros, y el colegio, a cinco. Cuando ?lvaro termine en la escolan¨ªa, tendr¨¢ un horario muy sacrificado", explica Mar¨ªa Fern¨¢ndez, mientras prepara las maletas para visitar a su hijo el fin de semana. Ir¨¢ con Jos¨¦ Mar¨ªa, su marido, y su hija Nuria, de 10 a?os. "Nos alojamos en unos apartamentos con cocina junto a la bas¨ªlica. Son m¨¢s acogedores que el ¨²nico hotel de Montserrat, hacemos grupo con otras familias y es barato: 35 euros por d¨ªa".
12.30. FIN DEL RECREO. La vasta lonja del monasterio de El Escorial se limpia de chavales y balones en segundos. Fin del guirigay y vuelta al colegio. Hoy, s¨®lo hasta las dos de la tarde por ser viernes. En Montserrat, la situaci¨®n cambia. Los ni?os, que llevan en clase desde las ocho de la ma?ana, terminan la hora de ingl¨¦s. No hay grupos de m¨¢s de 11 alumnos. "Es una de nuestras ventajas: el seguimiento individualizado", se?ala la directora acad¨¦mica. En la escolan¨ªa catalana todo est¨¢ dise?ado al detalle. El edificio, adyacente a la bas¨ªlica, tiene tres alturas para evitar "el exceso de inmersi¨®n de los chavales". Las clases musicales y acad¨¦micas est¨¢n en el primer piso. En el segundo, las cabinas de m¨²sica individual y los dormitorios. El espacio para el ocio y el comedor coronan este edificio, reformado en 2001.
Guillem Cos, de 12 a?os, explica, con la soltura que le da llevar tres, que ahora se van a cantar la Salve. Un tropel se dirige hacia los armarios donde se guardan los 34 pares de impolutos zapatos negros y sus h¨¢bitos blancos y negros: la saia y el roquet. "A m¨ª me gusta lo que a todos: el rock catal¨¢n. Lax'm'Busto, Els Pets, Sau, Masclat? y tambi¨¦n Dover, aunque son madrile?os", aclara mientras se remanga los vaqueros para que no sobresalgan. A la una en punto salen, casi sin pisar el suelo, hacia el coro situado en el altar. La bas¨ªlica est¨¢ abarrotada.
Quim Piqu¨¦, 34 a?os y director del coro, les mira con la complicidad de haber sido escolano. "El nivel es alto porque las pruebas de acceso son fuertes. S¨®lo admitimos a 14 cada curso. El ni?o entra a los 10 a?os, pero desde los ocho acude una vez al mes a clases para que la entrada sea paulatina. ?Si yo matricular¨ªa a mi hijo? Bueno, ser¨ªa una decisi¨®n de pareja. Aqu¨ª tienen muchas posibilidades. Aparte de los materiales polif¨®nicos, salimos fuera 10 veces al a?o. Vamos al Liceu a una ¨®pera en abril, y tenemos mucho contacto con coros austriacos y alemanes".
A El Escorial tampoco le faltan convocatorias. Un concierto en Roma en puertas; otro, en la Fundaci¨®n Juan March, est¨¢ cerrado para el 25 de mayo. Jos¨¦ Antonio Tor¨¦s, de 10 a?os, se apresura a aclarar que ¨¦l no cant¨® en el concierto de Panam¨¢. "Pero s¨ª en el de M¨¢laga, y vinieron mis padres", cuenta este ni?o cuya voz de tenor le ha tra¨ªdo hasta aqu¨ª desde Aldeanueva de la Vera, C¨¢ceres. Anda rondando la cabina telef¨®nica. Es hijo ¨²nico y echa mucho de menos a su familia. Y es que la morri?a es la asignatura que, a la mayor¨ªa, les queda pendiente en su primer a?o.
TIC TI TIC TIIC. Bojul¨¢ Riochi, un mezzo de padres guineanos, est¨¢ reventando su Playstation. Es "madrile?o de Legan¨¦s" y a sus 11 a?os sue?a con ser ciclista. El catal¨¢n Sergi Rosell, de 13 a?os, con apagar fuegos. En esto coinciden con Montserrat: las escolan¨ªas no garantizan futuros m¨²sicos, pero s¨ª una formaci¨®n excepcional e integral. Rolando se dirige al comedor de los chavales. "Hay estofao", le susurran nada m¨¢s entrar. "Se sirven entre ellos y tambi¨¦n recogen para fomentar su autonom¨ªa. Por ejemplo, las habitaciones son la clausura de los cr¨ªos: nunca entran las madres a organizar nada. Luego nos lo agradecen", comenta el director. "Eso s¨ª, acaban con una relaci¨®n maternal fort¨ªsima con las se?oras de la limpieza".
Pronto se forma una alineaci¨®n de f¨²tbol en los pasillos del claustro. "Vinieron los de Montserrat a un partido y les ganamos", cuentan. Tema tab¨² entre los querubines catalanes. El futbol¨ªn del recreo lo dice todo: Espa?ol contra Barcelona, y en la biblioteca, la revista de este ¨²ltimo y tres diarios. "Est¨¢n mucho m¨¢s informados que yo". Detr¨¢s de la frase, que intenta desmontar la idea de una coral aislada en una monta?a, est¨¢ un joven con coleta y pantalones ca¨ªdos. Es David Sis¨®. Con 31 a?os, este pianista es el jefe de estudios musicales de la escolan¨ªa catalana. "Usamos la inform¨¢tica para introducirles en el c¨®digo de las partituras y abordamos la pr¨¢ctica orquestal con miras a una salida laboral. Cuando se van, estamos en contacto con sus conservatorios de destino".
Mientras que Sis¨® da su clase, Rosa Marcos, la psicopedagoga de la escolan¨ªa madrile?a, repasa las notas acad¨¦micas de los chavales. Ella, como David, rompe el molde del profesor de internado religioso. Esta joven, de 30 a?os, tiene una hora hasta que los chavales salgan del ensayo con Gustavo S¨¢nchez, el director art¨ªstico. Ella entra en escena despu¨¦s de cenar. "Soy el puente entre la docencia musical y el colegio. Repaso sus notas, les ayudo con los deberes, a programarse? Son aplicados, pero son ni?os". Llegan Rolando y Gustavo entusiasmados porque han descubierto en un armario cegado unos cantorales del siglo XVI en pergamino. Van a pasarlos a notaci¨®n moderna para incorporarlos al repertorio; abarca unas 200 obras para voces blancas, 150 villancicos en lengua vern¨¢cula y una centena de partituras para g¨¦neros teatrales.
DOMINGO, OCHO DE LA MA?ANA. El Cambril de la Virgen de Montserrat, una recoleta capilla ideada por un joven Gaud¨ª, es el escenario de una misa privada para padres y escolanos. Tras la misa, excursi¨®n de padres e hijos por los senderos montserratinos, Salve a mediod¨ªa, comida familiar, y, a las siete, la actuaci¨®n de escolanos y monjes mezclando gregoriano con polifon¨ªa. La jornada familiar acaba antes de las nueve.
Otros no han podido ver hoy a sus padres. El sue?o de ir al Burger o al chino se queda para otro fin de semana. "Venimos de Pe?afiel, Valladolid, y son varias horas hasta El Escorial para estar poco tiempo. Como es una ciudad cara, montamos un picnic en una sala del monasterio con otras familias. S¨®lo nos falta el microondas", sugiere Jos¨¦ Benito. ?l y su mujer, Elisa, aguardan el fin de los oficios lit¨²rgicos para recoger a sus peque?os. "No todos somos religiosos; Mill¨¢n decidi¨® ¨¦l solito hacer la comuni¨®n aqu¨ª", puntualizan.
Uno de los padres avisa que ya han acabado de cantar la Salve regina de Monteverdi. "Se cambian y vienen", aclaran ansiosos. Hasta los m¨¢s peque?os han permanecido la hora de misa inm¨®viles con las manos escondidas entre las mangas."Se estimulan m¨¢s cuando cantan en un templo". El padre Paulino sabe de lo que habla. Organista, ya jubilado, es uno de los cinco fundadores de la escolan¨ªa escurialense. A¨²n recuerda cuando compraron el primer piano Petrov, o cuando los ni?os m¨¢s humildes le ped¨ªan ir al corral porque no sab¨ªan lo que era un ba?o. "Lo peor es cuando les cambia la voz, pero les preparan para que no se traumaticen".
Al anochecer, los padres de Mill¨¢n vuelven a Pe?afiel. Elisa, seria, no se contiene. "Cada domingo pasa lo mismo. La primera hora de camino, en silencio, y si hablamos es para echarnos en cara por qu¨¦ decidimos dejar al ni?o interno. Luego se nos pasa. Nos compensa saber que le estamos dando un futuro".
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