"Estoy muy dolido"
"?sta es la primera entrevista de verdad que concedo", dice Colin Powell. "Quiero dejar pasar el tiempo". Estamos en una oficina sorprendentemente modesta, en la sede de la Asociaci¨®n de Prestaciones de las Fuerzas Armadas, en Alexandria (Virginia). Dicen los mentideros de Washington que Colin Powell es un hombre decepcionado. Aunque puso su cargo a disposici¨®n del presidente, por lo visto no se esperaba que aceptara el ofrecimiento. Le resulta especialmente irritante, contin¨²an los rumores, el hecho de que ¨¦l se haya ido y Donald Rumsfeld, el hombre del Departamento de Defensa con el que estaba enfrentado, contin¨²e. El principal moderado del Gobierno, se dice, ha perdido.
Quiz¨¢. A sus 67 a?os, y con importantes ofertas por escuchar sus reflexiones, discursos y consejos, se muestra relajado y con ganas de hablar. Adem¨¢s, se siente reivindicado. En el momento de la entrevista, el presidente al que sirvi¨® viaja hacia Europa para intentar difundir dos cosas que eran la imagen de marca de Colin Powell: simpat¨ªa y desenfado.
"Nunca utilic¨¦ esa expresi¨®n de vieja y nueva Europa. No era una expresi¨®n que sirviese para nada. No creo que Bush la haya usado nunca"
"Yo soy el que sali¨® en la televisi¨®n. Qued¨¦ profundamente descepcionado cuando el origen de todo aquello empez¨® a resultar sospechoso"
"Es inevitable", dice Powell. "No se puede no tener una buena relaci¨®n con nuestros amigos europeos. Despu¨¦s de dejar mi puesto, dije: 'Ver¨¦is c¨®mo el presidente se acerca". A diferencia de muchos en el Gobierno, Powell no les da vueltas a las pretensiones de la Uni¨®n Europea: no se trata de la UE o la OTAN, sino de las dos.
A los europeos les dice: "La UE es vuestro barrio, es donde viv¨ªs y de lo que ten¨¦is que formar parte. Pero tambi¨¦n ten¨¦is una conexi¨®n a trav¨¦s de la OTAN con vuestro gran amigo al otro lado del Atl¨¢ntico, EE UU. La seguridad siempre depender¨¢ de la OTAN. Me preocupar¨ªa que surgiera una situaci¨®n en la que unos pa¨ªses soberanos independientes perdieran el derecho inherente de autodefensa". La continuidad est¨¢ garantizada "por los Chris Patten y los Javier Solana de este mundo" y no importa que, con la Constituci¨®n Europea, la UE tenga su propio ministro de Exteriores: "Yo siempre he visto a Solana, de todas formas, como el ministro de Exteriores de la UE".
Powell cuenta que, poco despu¨¦s de tomar posesi¨®n de su cargo, se reuni¨® con el presidente en el Despacho Oval y ambos acordaron que la expansi¨®n de la OTAN ten¨ªa que ser "la m¨¢xima posible". Ahora bien, a?ade, "deber¨ªamos pensar lo mismo sobre la UE. Aqu¨ª no tiene el mismo prestigio que la OTAN, pero no es una amenaza para nosotros".
Admite que hay diferencias sobre asuntos como la Corte Penal Internacional y la venta de armas a China, pero nada que no pueda ser resuelto. Y revela que cuando "Jack" , "Joshka"
y "Michel" fueron en misi¨®n a negociar con Ir¨¢n, "no hicieron nada sobre lo que no me tuvieran informado".
?Qu¨¦ opina de la famosa expresi¨®n acu?ada por Donald Rumsfeld sobre la vieja Europa contra la nueva Europa?
Responde con sequedad: "Nunca la utilic¨¦. No era una expresi¨®n que sirviese para nada. No creo que el presidente la haya usado nunca. Es una cosa que Don dijo un d¨ªa y qued¨® grabada en piedra para la eternidad".
Powell asegura que, por su parte, ¨¦l est¨¢ m¨¢s interesado en la joven Europa. Recuerda su presencia en un instituto de bachillerato en Berl¨ªn este: "Me dijeron que lo ¨²nico que conoc¨ªan los chicos sobre Am¨¦rica era Michael Moore. Hablamos alrededor de 20 minutos en ese plan, hasta que alguien me pregunt¨® c¨®mo se vive siendo negro en EE UU. Era la mejor pregunta que me pod¨ªan hacer. Me dio la oportunidad de hablar de las incre¨ªbles oportunidades que da nuestro pa¨ªs, y a los chicos les gust¨®. Nuestros problemas con Europa son consecuencia de unas cuantas pol¨ªticas concretas; no son problemas con EE UU en s¨ª".
Es m¨¢s comprensivo respecto a la expresi¨®n eje del mal, en parte porque ¨¦l mismo la aprob¨®. "No era un eje en el sentido de que estuvieran [Irak, Ir¨¢n y Corea del Norte] todos necesariamente conectados, sino un instrumento necesario para atraer la atenci¨®n del mundo, y est¨¢ claro que el presidente lo consigui¨®". "Yo la aprob¨¦. No pens¨¦ que fuera a llamar tanto la atenci¨®n. Las sociedades europeas se rebelan ante este tipo de lenguaje directo, pero tienen que reconocer que, cuando los estadounidenses hablan de una forma que puede parecer moralista, quiz¨¢ es porque haya una moraleja".
"Nuestras pol¨ªticas han irritado y a veces hemos utilizado un lenguaje que se hab¨ªa escogido sin comprender bien c¨®mo iba a ser recibido por los o¨ªdos europeos. Tenemos a¨²n mucho que hacer con la opini¨®n p¨²blica europea", a?ade.
Lo cual nos lleva a Irak. Aqu¨ª, Powell est¨¢ de acuerdo en que "las tensiones entre Am¨¦rica y Europa han sido tremendas, es algo que me tiene consternado".
Pero no pide perd¨®n por la mayor parte de lo ocurrido. "En menos de dos a?os nos hemos deshecho de un dictador, hemos introducido un ordenamiento jur¨ªdico b¨¢sico que condujo a unas elecciones en las que particip¨® la gente, excepto los sun¨ªes, que no votaron como esper¨¢bamos".
Se?ala discretamente que est¨¢ satisfecho con la opci¨®n de Ayad Alaui como primer ministro en lugar de su rival Ahmed Chalabi, y pronostica con confianza que se ratificar¨¢ la Constituci¨®n y que habr¨¢ nuevas elecciones a finales de a?o. Los iraqu¨ªes est¨¢n adoptando, por fin, sus propias decisiones.
Lo que sali¨® mal en Irak no fue la campa?a militar, "brillantemente llevada a cabo", sino la transici¨®n al "proceso de construcci¨®n nacional" que vino despu¨¦s. Seg¨²n Powell, hab¨ªa "tropas suficientes para la guerra pero no para la paz, para asegurar el orden. Personalmente, habr¨ªa preferido tener m¨¢s tropas despu¨¦s del conflicto".
?Por qu¨¦ el error, le pregunto, de hacer tanto hincapi¨¦ en las armas de destrucci¨®n masiva? Al principio, EE UU hab¨ªa abogado por el cambio de r¨¦gimen. Al empezar a pensar en la posibilidad de la guerra, ?se vio obligado a abandonar esa l¨ªnea legal y diplom¨¢tica, y usar las armas como casus belli?
La verdad es que no, dice Powell, porque las dos cosas iban unidas. El presidente Clinton y el Congreso ten¨ªan una pol¨ªtica de cambio de r¨¦gimen, pero, cuando la Operaci¨®n Zorro del Desierto de Clinton bombarde¨® Irak durante cuatro d¨ªas, en diciembre de 1998, fue a causa de las armas. "Fueron las informaciones de aquellos a?os, incluidas la de los servicios brit¨¢nicos de inteligencia, las que indicaron que Sadam ten¨ªa las armas".
As¨ª que en la resoluci¨®n 1.441 de la ONU "sometimos a Sadam a una primera prueba: que nos diera una declaraci¨®n capaz de responder a todas las preguntas importantes. Y no pas¨® la prueba. Se sugiri¨® que ocultaba algo, que iba a alargar la situaci¨®n hasta que la comunidad internacional perdiera inter¨¦s".
"No tengo ninguna duda de que el inter¨¦s habr¨ªa deca¨ªdo. Despu¨¦s de la declaraci¨®n falsa con la que respondi¨® a la 1.441, parec¨ªa probable el retorno a sus viejas artima?as. Y ¨¦sa era una apuesta que el presidente y Tony Blair no estaban dispuestos a admitir". De ah¨ª el intento de la segunda resoluci¨®n y la famosa presentaci¨®n de pruebas de las armas por parte de Powell ante el Consejo de Seguridad.
Ahora, Powell es m¨¢s directo. "Estoy muy dolido. Yo soy el que sali¨® en la televisi¨®n. Qued¨¦ profundamente decepcionado cuando el origen de todo aquello empez¨® a resultar sospechoso y todo empez¨® a venirse abajo".
"Lo malo fueron los arsenales. No se ha encontrado ninguno y no creo que se encuentre. Puede que no hubiera ninguno en aquel momento. Pero era la opini¨®n m¨¢s asentada en los servicios de inteligencia, no algo que yo me invent¨¦. A Clinton le hab¨ªan dicho lo mismo". Y sin alterarse a?ade: "Siempre ser¨¦ el que justific¨® nuestros argumentos". Powell los elabor¨® con cinco d¨ªas de aviso previo por parte del presidente. "Los servicios de inteligencia examinaron y aprobaron cada palabra de aquella exposici¨®n". Cita el caso de los tubos de aluminio que present¨® al mundo diciendo que seguramente estaban destinados a centrifugadoras para fabricar armas nucleares. "Nos reunimos con una sala llena de analistas. El director de la CIA -que era, b¨¢sicamente, el ¨¢rbitro en esas ocasiones- se sienta y dice: 'Hemos llegado a la conclusi¨®n de que no son estructuras para proyectiles; nuestra opini¨®n es que son para centrifugadoras". "Y eso fue lo que yo dije, aunque mencion¨¦ que se advert¨ªan ciertas diferencias de opini¨®n. A estas alturas, la CIA no ha dicho que no eran para centrifugadoras".
Otro ejemplo fue el de los laboratorios m¨®viles, supuestamente para armas biol¨®gicas. "Yo no hice ninguna matizaci¨®n porque estaban muy seguros de sus cuatro fuentes, pero las fuentes se desplomaron como espantap¨¢jaros en siete meses, incluida la famosa fuente alemana
[apodada Curveball]. Creo que la CIA tampoco ha dicho nada sobre esto".
?C¨®mo es posible que se llegara a tener una informaci¨®n tan equivocada? ?Fueron culpables de decir al presidente lo que ¨¦l quer¨ªa o¨ªr?
"No lo s¨¦. Lo que s¨¦ es que hubo demasiado juicio basado en deducciones. Demasiado basarse en suposiciones y en los pron¨®sticos m¨¢s pesimistas. En el mundo de la inteligencia, algunas veces se habla con gente que quiz¨¢ est¨¢ vendiendo mentiras".
Da la impresi¨®n de que Colin Powell fue v¨ªctima de informaciones poco elaboradas y tambi¨¦n de la pol¨ªtica de otros. "Lo que voy a decir suena a teor¨ªa, pero pi¨¦nselo. Nosotros cre¨ªamos que no hac¨ªa falta una segunda resoluci¨®n, y ¨¦ramos bastante conscientes de que habr¨ªa problemas muy serios con los franceses, pero el Reino Unido necesitaba y quer¨ªa absolutamente una segunda resoluci¨®n". "Qued¨® claro que no ¨ªbamos a conseguirla, as¨ª que no la sometimos a votaci¨®n. Sin embargo, una o dos semanas despu¨¦s, Blair logr¨® el apoyo que necesitaba en el Parlamento. As¨ª que mi teor¨ªa es que la segunda resoluci¨®n le fue ¨²til. El Reino Unido pudo decir: lo intentamos, pero ahora tenemos que seguir adelante".
Powell a¨²n le da vueltas a lo que pod¨ªa haber ocurrido en el Consejo de Seguridad: "Quiz¨¢ podr¨ªa haber ganado esa ¨²ltima votaci¨®n. Las cosas me iban mejor que a De Villepin
[el ministro franc¨¦s de Exteriores], lo crea o no. Ten¨ªa a los tres africanos... Pero, en ese momento, todo dej¨® de tener sentido por el veto franc¨¦s. Entonces habl¨¦ con el presidente y le dije: 'Esto va a fracasar en cualquier caso, as¨ª que no deber¨ªamos forzar a nuestros amigos a que lo voten'. Todos dieron un gran suspiro de alivio".
?Qu¨¦ sinti¨® respecto a los franceses? "Me sent¨ª decepcionado. No fue un momento brillante de nuestra relaci¨®n. Pero despu¨¦s pude trabajar con ellos para enviar tropas a Hait¨ª. Yo no me puedo permitir el lujo de decir 'no voy a trabajar contigo".
Retrocedamos un poco. Todo el mundo sabe que usted ten¨ªa sus dudas sobre la guerra de Irak, pero da la impresi¨®n de que nunca las expres¨®. ?No lamenta no haber sido m¨¢s claro?
Powell responde en¨¦rgicamente: "Fui claro con el presidente, que es la persona con la que tengo que serlo". A principios de agosto de 2002, los dos cenaron juntos y Powell hizo su advertencia: "Le avis¨¦ de que ten¨ªa que entender que la parte dif¨ªcil vendr¨ªa despu¨¦s, que la parte militar iba a ser f¨¢cil. Que aquello se romper¨ªa como una copa de cristal, y ser¨ªa un problema recoger los trozos. Sobre esa base decidi¨® dejarme intentar buscar una soluci¨®n en la ONU".
Todos ellos estaban en la misma posici¨®n, subraya Powell. "Todo el mundo estaba de acuerdo: Don [Rumsfeld, secretario de Defensa], Dick [el vicepresidente Cheney] y Condi
[Rice, entonces consejera de Seguridad Nacional y ahora sucesora de Powell]. Yo tuve que asumir la carga de las cr¨ªticas. A m¨ª no me gustaba nada aquel r¨¦gimen, llevaba m¨¢s de diez a?os escuchando decir que ten¨ªamos que haber llegado hasta Bagdad en la primera guerra del Golfo, pese a que nadie hab¨ªa hablado jam¨¢s de ir a Bagdad".
?l sab¨ªa, dice, que, si la v¨ªa de la ONU fallaba, habr¨ªa guerra. "Cuando uno debe escoger entre la guerra o la diplomacia, no se puede renunciar a ninguna opci¨®n. Cumpl¨ª plenamente mis obligaciones con el presidente".
Le sugiero que no se atrevi¨® a viajar mucho como secretario de Estado porque ten¨ªa que guardarse las espaldas en Washington.
El general Powell tuerce el gesto: "Viaj¨¦ tanto como dos o tres de mis predecesores. Pero no hay forma de escaparse de una imagen dada, as¨ª que la gente dice que no lo hice. Quiz¨¢ no me pase¨¦ tanto porque cre¨ªa tener una responsabilidad aqu¨ª. El gran George Kennan
[analista pol¨ªtico y diplom¨¢tico que desarroll¨® la pol¨ªtica de la contenci¨®n para frenar a la URSS] me escribi¨®, cuando ten¨ªa 95 a?os, para decirme que no estaba de acuerdo con todos estos viajes; 'para eso est¨¢n los embajadores'. Mi formaci¨®n militar me dice que hay que estar donde ocurren las cosas y se toman las decisiones. Y me gusta usar ese maravilloso instrumento que Alexander Graham Bell invent¨® llamado tel¨¦fono".
?No hab¨ªa otro problema m¨¢s sencillo? ?Que, cada vez que viajaba, sobre todo cuando fue un par de veces a misiones importantes en Oriente Pr¨®ximo, se encontraba con que le hab¨ªan quitado la base de negociaci¨®n? Powell sonr¨ªe cauto. "Eso ha ocurrido de vez en cuando. Es un obst¨¢culo que se encuentra a veces".
?Y c¨®mo caracterizar¨ªa la ideolog¨ªa neoconservadora que tanta influencia ha tenido en el Gobierno? Powell considera esta pregunta poco inocente y r¨ªe a carcajadas: "Esto tendr¨¢ que esperar a otro d¨ªa. Me acabo de estrenar como ex secretario de Estado". Y hay otra cosa de la que tampoco quiere hablar. El hombre que trabaj¨® para cuatro presidentes no quiere comparar a George W. Bush con ninguno de los otros.
?Qu¨¦ cree haber conseguido este hombre que ha ocupado la mayor¨ªa de los m¨¢ximos cargos no electos en Estados Unidos?
Powell est¨¢ orgulloso de la diplomacia que permiti¨® a EE UU denunciar el Tratado ABM sin una explosi¨®n rusa, de la expansi¨®n de la OTAN y, s¨ª, de su papel en Oriente Pr¨®ximo. "Hoja de Ruta era una expresi¨®n que nadie usaba; ahora es la expresi¨®n. Si hay progresos en Oriente Pr¨®ximo gracias a la Hoja de Ruta y a aquel discurso del 24 de junio que elaboramos el presidente y yo
[en ese d¨ªa de 2002, Bush defendi¨® la idea del Estado palestino], y si la relaci¨®n transatl¨¢ntica se endereza, ser¨¢ una satisfacci¨®n para m¨ª". Y, as¨ª como a Ronald Reagan le gustaba decir, como de paso, "es posible que yo ganara la guerra fr¨ªa", Powell indica sutilmente que algo ha tenido que ver a la hora de frenar la tercera guerra mundial.
Casi hemos llegado al final de la entrevista y Powell no ha mencionado ni una sola vez el 11-S. Cuando lo menciono, hace la comparaci¨®n habitual con Pearl Harbor - "un segundo d¨ªa de infamia" en el que "el mundo entero cambi¨®"- pero el hombre que tan intensamente vivi¨® las consecuencias de ese cambio parece curiosamente reacio a detenerse en ello.
?Y ahora qu¨¦? ?Escribir¨¢ un libro? "Podr¨ªa hacerlo. Pero ¨¦ste es el momento de abandonar el escenario". ?Tiene ambiciones de ocupar otros cargos p¨²blicos? "Ambiciones, no. Planes, no. Pero qui¨¦n sabe qu¨¦ es lo que encierra el futuro. ?Presentarme a las elecciones presidenciales? Rotundamente no".
? The Daily Telegraph
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