Martine Franck
Los retratos y paisajes de Martine Franck (Amberes, 1938) expuestos en la sala Gran V¨ªa de la BBK son equivalencias fotogr¨¢ficas de su forma de entender la vida. Su personalidad se descubre en una combinaci¨®n de poes¨ªa y realidad. La plasma con un estilo sencillo. Recurre al blanco y negro para realzar la exquisitez de la geometr¨ªa elegida y evitar distracciones crom¨¢ticas. Las luces que reflejan sus personajes evidencian las querencias y sentimientos que le inspiran. A trav¨¦s de ellos se descubre ella misma
Treinta a?os m¨¢s joven que su marido, Henri Cartier Bresson (1908-2004), Martine ha sabido encontrar un trayecto propio en la senda de la fotograf¨ªa. La convivencia con el precursor del "instante decisivo" no ha emborronado su aportaci¨®n rom¨¢ntica al quehacer fotogr¨¢fico. Sus im¨¢genes destilan emoci¨®n, nostalgia, melancol¨ªa y un magn¨ªfico universo on¨ªrico. Su manera de retratar es resultado de una observaci¨®n que puede durar horas e incluso d¨ªas hasta que obtiene el resultado deseado. Lo consigue desde el anonimato, cuando el modelo ha olvidado su presencia. Capta un momento del personaje donde manda la abstracci¨®n, donde el cuerpo distendido parece mostrarse en paz consigo mismo.
As¨ª lo encontramos en el caso de la directora de teatro Ariane Mnouchkine mientras ensaya Sue?o de una noche de verano. Lo mismo ocurre cuando retrata a el pintor franc¨¦s de origen polaco Baltasar K. Balthus. Anciano, reclinado en un sof¨¢, con una mano apoyada sobre el lomo de su gato, guarda una inmovilidad inquietante que recuerda a una de sus propias composiciones.
Otro tipo de retratos son los que resuelve desde el reflejo de un espejo. No es un simple azar. En algunos casos puede ser fruto involuntario, no obstante en el caso de Martine la formula es recurrente. Al espejo se le atribuye una simbolog¨ªa cargada de mitos. En este caso se baraja el alejamiento de la realidad, aunque tambi¨¦n se especule con el narcisismo del modelo o la transformaci¨®n de la propia personalidad del modelo. Sea cual sea el sentido deseado, la perspectiva de un personaje visto por la espalda y su cara reflejada en el espejo ofrece una sensaci¨®n de intriga ineludible. As¨ª presenta a su marido dibujando un autorretrato, a una geisha del barrio de Gion, en Kyoto, o a Erhard Stifel, que fabrica las m¨¢scaras del Circo del Sol.
Con respecto a los paisajes se plantea un ejercicio de meditaci¨®n visual. Lejos de la inmediatez de la instant¨¢nea, se toma el tiempo necesario para contemplar el espect¨¢culo y elegir el encuadre. Unas veces son espacios donde aparece la huella del hombre, pero en otras ocasiones son espacios v¨ªrgenes, extra?os, y en todos los casos cargados de alusiones rom¨¢nticas.
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