Es la vida
Existe hoy una rara relaci¨®n entre lo p¨²blico y lo privado. Se escenific¨® el pasado d¨ªa en el Parlamento de Catalu?a. Lo que le ocurre a usted, le dec¨ªa el presidente Pasqual Maragall a Artur Mas, de CiU, es que tiene un problema "que se llama 3%". Todo el mundo supo de qu¨¦ se hablaba. Lo hac¨ªa del extendido rumor de que CiU hab¨ªa venido recibiendo comisiones por obra p¨²blica contratada. (Algo m¨¢s que un rumor, pues el actual consejero del ramo, Joaquim Nadal, estim¨® que una de las primeras medidas a tomar era la eliminaci¨®n de la discrecionalidad en la contrataci¨®n de obra. Tambi¨¦n tom¨® nota del tema la Fiscal¨ªa catalana. Cuando el r¨ªo suena...).
Si seguimos por ah¨ª, le respond¨ªa el aludido Artur Mas, va a tener usted otro problema, va a enviar esta "legislatura a hacer pu?etas" -lo dijo as¨ª, no me lo invento-. Se refer¨ªa a la negociaci¨®n sobre el que podr¨¢ ser Estatuto catal¨¢n. Y Maragall recul¨®: "Accedo a su demanda" [de rectificaci¨®n]. Luego, ha venido la declaraci¨®n solemnizadora de Jordi Pujol, etc¨¦tera. Las evidencias sobre corruptelas en el mundo de la administraci¨®n son demasiadas. Aqu¨ª y all¨¢. En casi todas partes. En un tiempo se dec¨ªa aquello de la "certeza moral". En fin, pero no es la v¨ªa por la que quiero transitar hoy.
Aqu¨¦l pleno del Parlamento se hab¨ªa convocado por el hundimiento de todo un barrio a causa de las obras mal concebidas del metro de Barcelona. Un barrio-s¨ªmbolo, por otro lado. (?Del charnego? Nadie lo ha dicho; tampoco yo lo he hecho. Ign¨®rese lo anterior). El metro destroz¨® todo un barrio. Destroz¨® la vida de muchas personas concretas, de carne hueso; s¨®lo ¨¦sas por las que podemos dar la vida. Personas con nombre para cada uno de nosotros. A todos nos impresion¨® en ese momento, de modo brutal, la contraposici¨®n en los medios entre aquel rifi-rafe parlamentario y una mujer del barrio del Carmel(o), que dec¨ªa: "?No creo en la pol¨ªtica! Ya no. A m¨ª que me resuelvan el problema de mi casa, medio demolida por un socav¨®n. Mi casa, todo mi capital, ?mi hogar!".
Hace mucho tiempo, tiempo y tiempo, se quiso hacer del Estado algo ajeno al trato entre particulares y el mundo privado. Era el momento del primer liberalismo, enfermedad infantil de los poderosos. En los treinta del siglo XX, llegaron los totalitarismos para plantear justo lo contrario: cualquier cosa privada concierne a la colectividad, se dec¨ªa. De modo y manera que su hijo deber¨¢ hacer la primera comuni¨®n o casarse seg¨²n nuestro rito y a nuestra manera. Enfermedad senil de los poderosos, de uno u otro orden.
A los olvidados por la historia nos ha ido mejor otra ruta. No necesariamente el "inter¨¦s general" de Rousseau, sino algo m¨¢s prosaico y cotidiano: dennos las mismas oportunidades (infraestructura, protecci¨®n social..., que no se caigan nuestras casas) y sabremos competir. Una cosa rara, entre liberal y comunitaria -el actual modelo de Europa-. ?Socialdemocracia? Chi lo sa. Esto nos va mejor, s¨®lo mejor, que siempre nos va un poco mal. En el Carmel(o) se planteaba algo de esto: si ustedes me dan una mejor comunicaci¨®n, no me destrocen, en aras de ello, mi casa, ese sitio que es mi hogar. Y no se cumpli¨®. Y para hablar de ello, se metieron entre las nubes de la pol¨ªtica (el Estatut). Nos ocurre aqu¨ª. ?Qui¨¦n ha llamado al querido Ibarretxe a presentar un Plan con su nombre? Nadie. Con todo lo que tenemos por resolver...
Gobierno de lo p¨²blico, de lo privado, acci¨®n de gobierno (llamado en otro tiempo, peyorativamente, "administraci¨®n"), decidan ustedes. Aqu¨ª seguimos teniendo socavones y otros problemas. ?Querr¨¢n ustedes, que llevan esto de lo p¨²blico, ocuparse de nosotros? Votamos y sufrimos, les pagamos el sueldo sin artilugios. Entre lo p¨²blico y lo privado est¨¢ nuestra vida concreta. ?Querr¨¢n saber de nuestra vida? Si es as¨ª, estaremos el 17 de abril para reverdecer el fuste hermoso de la democracia.
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