Bacon muestra su inspiraci¨®n picassiana
El Museo Picasso de Par¨ªs exhibe un di¨¢logo entre ambos artistas a trav¨¦s de 100 obras
El Museo Picasso de Par¨ªs presenta, hasta el 30 de mayo, un centenar de obras del pintor malague?o (1881-1973) y de Francis Bacon (1909-1992). Se trata de establecer una filiaci¨®n, un di¨¢logo entre los dos artistas. La propuesta es tan l¨®gica que parece extra?o que no se haya materializado antes; no en vano, Bacon explicaba que su vocaci¨®n naci¨® o se consolid¨® en 1927, durante un viaje a Par¨ªs. "Fui a ver la exposici¨®n Cent dessins par Picasso en la galer¨ªa Rosenberg. Recib¨ª tal choque que me dieron ganas de ser pintor. '?Por qu¨¦ no intentarlo?', me dije".
Bocas en las que los dientes tienen un protagonismo inquietante, cuerpos que se retuercen, expresiones de dolor multiplicadas por un movimiento que las hace borrosas... La iconograf¨ªa picassiana y la de Bacon tienen puntos en com¨²n, como tambi¨¦n hay coincidencias en ciertos recursos t¨¦cnicos. Obviamente, los dos han pintado crucifixiones, los dos se han interesado por los toros, los dos han desafiado a Vel¨¢zquez, pero eso no ser¨ªa suficiente para acercarlos. "Hay un camino que Picasso ha abierto y que, en cierto sentido, no ha sido explorado: una forma org¨¢nica que remite a la imagen humana pero que es una distorsi¨®n completa de la misma", dec¨ªa Bacon.
La dimensi¨®n "carnicera" es m¨¢s potente en Bacon, pero Picasso es un maestro absoluto en la deformaci¨®n, en los cuellos que se estiran como si quisieran arrancarse de las espaldas, en brazos que se levantan al cielo. Los cuerpo a cuerpo con el toro imaginados por Picasso son m¨¢s sexuales que los de Bacon, que son m¨¢s sangrientos, como si el ingl¨¦s sacara las v¨ªsceras de las figuras que, antes, el espa?ol ha pasado por el potro de tortura.
La simultaneidad de Bacon no es propiamente cubista, aunque algunos de sus retratos est¨¢n muy pr¨®ximos a los hallazgos de dicha escuela, sino que se trata de una simultaneidad cin¨¦tica, influida por la fotograf¨ªa, como si la c¨¢mara se hubiese movido en el momento de disparar, o una mano hubiera pasado luego con rabia por encima de un rostro antes de que la pintura se secase completamente. Los dos pintores se han adelantado al Alien de Ridley Scott y lo han pintado, monstruoso, mordi¨¦ndonos las entra?as.
La relaci¨®n entre Picasso y Bacon es, antes de 1944, imitativa. De las 15 telas de Bacon anteriores a la guerra, ninguna escapa a esa dependencia estricta respecto al modelo. Luego, el brit¨¢nico habla ya con voz propia, discute con el padre admirado, lo corrige o alaba, prosigue una v¨ªa o cambia de direcci¨®n, pero es ¨¦l quien conduce. En su relaci¨®n con el pasado incluso dice haber fracasado all¨ª donde ¨¦l estima que Picasso tambi¨¦n fracas¨®: "En una obra tan vasta como la de Picasso no todo tiene que gustarte. Por ejemplo, no me gusta lo que hizo a partir de Las meninas. Sus variaciones sobre un mismo tema, en ese caso, no funcionan".
?Lo dice sinceramente o porque ¨¦l estima no haber triunfado cuando se plante¨® el mismo desaf¨ªo? "Yo tambi¨¦n he cometido estupideces, como trabajar a partir del Papa de Vel¨¢zquez. Es est¨²pido porque no hay nada que a?adir a una obra tan perfecta. Lamento mucho haber hecho esa serie de cuadros. Los detesto", declaraba Bacon. Que a nosotros Las meninas picassianas nos parezcan un gran acierto o que los distintos Inocencios de Bacon hayan puesto en relaci¨®n el papado con la mafia actual no hace que resulte falso el lamento de Bacon. Es, en definitiva, el destino del artista, condenado a la insatisfacci¨®n eterna del jugador que nunca podr¨¢ ganar todas las partidas.
Nos queda otro testimonio de esa relaci¨®n de amistad y admiraci¨®n. El poeta Michel Leiris recuerda haber visitado con Bacon el Grand Palais para ver una antol¨®gica de Picasso y haberse detenido ambos, estallando en una gran carcajada, "ante una figura femenina incre¨ªblemente estrafalaria. Bacon resumi¨® lo que pens¨¢bamos diciendo: 'Lo que tiene de maravilloso es que nos podamos re¨ªr de esto".
Babelia
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