A dos cent¨ªmetros
La c¨¢ntabra Ruth Beitia consigue la medalla de plata, superada tan s¨®lo en el ¨²ltimo momento por la rusa Anna Chicherova
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Entre chotis, que anunciaban a la madrile?a la ceremonia de entrega de las medallas, los silencios de Manolo -el lanzador leon¨¦s exige un silencio de iglesia, religioso, cuando se prepara para girar en su c¨ªrculo- y el ca?onazo tremendo que saludaba los lanzamientos de Mart¨ªnez, Anna Chicherova, una jovencita rusa, 1,80 metros, 55 kilos, silenciosa e inmutable, se prepar¨® para su tercer salto sobre 2,01 metros. El ¨²ltimo intento. Si lo pasaba, tendr¨ªa el oro. Si fallaba, har¨ªa feliz a Ruth Beitia. M¨¢s feliz a¨²n. Porque la c¨¢ntabra ya estaba en las nubes. Segu¨ªa mucho m¨¢s arriba del 2,01, que ella no hab¨ªa saltado; mucho m¨¢s alta. Ten¨ªa una medalla de plata segura. El oro lo tendr¨ªa si fallaba la rusa. La rusa no fall¨®.
Ruth Beitia, c¨¢ntabra de Santander, de casi 26 a?os, saltadora alt¨ªsima, 1,92, hab¨ªa dado el salto de su vida un cuarto de hora antes. Tambi¨¦n entre chotis, silencios y ca?onazos. Se hab¨ªa movido a amplias zancadas, en creciente velocidad, acelerado tremendamente, en marcada curva, inclinado la cabeza y el torso hacia la izquierda, levantado elegante y sincr¨®nica la pierna libre, trazado un arco con los largos brazos, las ¨¢giles manos, hab¨ªa pasado de espaldas su centro de gravedad por encima del list¨®n, a 1,99 metros, y despu¨¦s el resto del cuerpo, hasta las puntas de las zapatillas. Lo hab¨ªa pasado a la primera. Su s¨¦ptimo salto de la tarde. En ninguno hab¨ªa derribado. Era un salto de oro. O as¨ª le supo a la atleta entrenada por Ram¨®n Torralbo, a la chica que a veces se mosquea cuando le hacen ser protagonista, a la devoradora de chuches, a la voz alegre y animada en los viajes de la selecci¨®n, a la mujer que aparentemente es pura madurez, pero que sufre, que se agobia ante las grandes oportunidades que su clase y su trabajo le han deparado.
Era un salto de oro porque su gran rival, la rusa elegante, hab¨ªa hecho un nulo en el 1,99 y todav¨ªa ten¨ªa que saltarlo, porque ya no hab¨ªa nadie m¨¢s en la pelea, porque tampoco estaba Marta Mend¨ªa, la otra espa?ola, la navarra que elev¨® la altura femenina en Espa?a, que le dio consistencia internacional antes de la llegada de Beitia y que despu¨¦s sigui¨® colaborando con ella, entren¨¢ndose juntas a veces, llevando juntas los problemas, soportando juntas entrenamientos t¨¦cnicos a cuatro bajo cero, como la semana pasada, cuando la pen¨²ltima ola de fr¨ªo. Marta Mend¨ªa se par¨® en 1,95 metros y termin¨® cuarta. Dej¨® sola a Beitia.
Y Beitia salt¨® a la primera el 1,99. Y, repentinamente, la adrenalina abandon¨® su organismo, huy¨® con la ovaci¨®n de un Palacio rebosante que acab¨® con silencios, ca?onazos y chotis. Involuntaria, inconscientemente, se dio por satisfecha. Intent¨® concentrarse. Relajarse en el suelo. Interiorizar la alegr¨ªa. Intent¨® todas las t¨¦cnicas que conoc¨ªa para prepararse para el 2,01, la altura que la elevar¨ªa hasta donde nunca hab¨ªa llegado. "Pero el 2,01 no lo ten¨ªa en la cabeza", dijo; "los dos primeros intentos fueron alocados, ca¨®ticos. En el tercero me acerqu¨¦ bastante. Si el tercero hubiera sido el primero, otro gallo habr¨ªa cantado".
Y Chicherova, una mujer que tiene una mejor marca de 2,04 metros -el tope de Beitia es de 2,00 metros-, aprovech¨® que saltaba siempre despu¨¦s de la c¨¢ntabra. Se concentr¨®. Ejecut¨®. Salt¨®.

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