A paso lento
El proceso de reforma constitucional est¨¢ en marcha. El Gobierno ha remitido al Consejo de Estado los cuatro puntos de reforma que ya anunci¨® Zapatero en el debate de investidura: sobre la sucesi¨®n a la Corona, los nombres de las comunidades aut¨®nomas, la relaci¨®n con Europa y el Senado. Al Consejo de Estado se le concede un a?o para que avale y concrete los t¨¦rminos de la reforma. El Gobierno ha escogido un procedimiento deliberadamente largo que responde a un motivo pol¨ªtico muy concreto: que la reforma de la Constituci¨®n se haga efectiva al final de la legislatura.
La anulaci¨®n de la preferencia de sexo en la sucesi¨®n a la Corona, por afectar al T¨ªtulo II de la Constituci¨®n, requiere la disoluci¨®n de las Cortes y la convocatoria de refer¨¦ndum. El Ejecutivo quiere ajustar al m¨¢ximo la reforma al periodo legal de la legislatura, de modo que, si los calendarios se cumplieran seg¨²n lo previsto, algunas reformas estatutarias ir¨ªan por delante de la reforma de la Constituci¨®n. Se pretende zanjar cualquier hipot¨¦tico debate fijando las reformas constitucionales previstas como techo constitucional al que se tendr¨¢n que adaptar los Estatutos. Pero la pretensi¨®n de algunos parlamentos aut¨®nomos de ampliar las reformas ser¨¢ inevitable.
La reforma de la Constituci¨®n no debe ser en s¨ª misma ning¨²n motivo de preocupaci¨®n. Es verdad que la ley fundamental nos ha dado el m¨¢s largo periodo de libertades en este pa¨ªs, pero tambi¨¦n lo es que las sociedades cambian y son los textos legales los que tienen que ir adapt¨¢ndose a ellas. Las democracias m¨¢s estables de nuestro entorno han tenido diversas reformas constitucionales y en muchos casos han sido resueltas como un simple tr¨¢mite. La estabilidad que la Constituci¨®n ha dado hizo de su reforma un tab¨², especialmente reforzado por el anterior Gobierno del PP, que vinculaba inmovilismo constitucional y lucha antiterrorista. Ninguna de las propuestas del Gobierno socialista debilita lo m¨¢s m¨ªnimo la respuesta del Estado a la amenaza terrorista o secesionista.
La igualdad de derechos entre el hombre y la mujer en la sucesi¨®n a la Corona no puede plantear problema alguno. Es la simple adaptaci¨®n de una instituci¨®n arcaica a una sociedad moderna. La consolidaci¨®n de los derechos adquiridos por el pr¨ªncipe Felipe parece de sentido com¨²n. Este punto de la reforma no tendr¨ªa mayores consecuencias si no fuera porque obliga a la convocatoria de un refer¨¦ndum y, en este sentido, condiciona todo el proceso.
Aunque el Tribunal Constitucional no ha considerado necesaria la reforma de la norma fundamental espa?ola para la aprobaci¨®n de la nueva Constituci¨®n europea, solemnizar en el texto marco de nuestra convivencia pol¨ªtica la nueva relaci¨®n entre pa¨ªses europeos parece corresponderse con la importancia de un proceso hist¨®rico como es la consolidaci¨®n de la construcci¨®n europea.
La enumeraci¨®n de las nacionalidades y regiones que componen Espa?a es un modo de levantar acta de la consolidaci¨®n del Estado de las autonom¨ªas. Una divisi¨®n que, en el momento fundacional, parec¨ªa provisional y, en algunos casos, forzada, ha demostrado ser ¨²til para la creaci¨®n de un Estado descentralizado cargado de contenido pol¨ªtico y no s¨®lo administrativo. Entrar en el juego de la adjetivaci¨®n de las distintas comunidades aut¨®nomas responde a un prurito de afirmaci¨®n sobre la base de diferenciarse de los dem¨¢s que puede satisfacer algunos sentimientos regionales, pero contribuye poco al reconocimiento de la igualdad que debe presidir las relaciones entre diversas partes de un mismo Estado.
La misma din¨¢mica del Estado de las autonom¨ªas conduce a normalizar la realidad federal del pa¨ªs. ?ste deber¨ªa ser el sentido de la reforma del Senado: C¨¢mara de participaci¨®n de las comunidades aut¨®nomas en los asuntos que conciernen a la totalidad del Estado, C¨¢mara de primera lectura de algunas cuestiones directamente vinculadas a la realidad auton¨®mica y lugar del debate pol¨ªtico conjunto sobre el Estado de las autonom¨ªas. La concreci¨®n t¨¦cnica de esta reforma es, sin duda, lo m¨¢s complicado del proceso. El derecho comparado puede dar pistas, pero muestra muchas vacilaciones. Pero s¨ª que es importante que a la hora de dise?ar el Senado se sepan mantener los equilibrios necesarios con el Congreso para que la reforma no derive hacia soluciones que dificulten la formaci¨®n de las mayor¨ªas y el normal funcionamiento del poder legislativo.
Es positivo que la reforma se haya puesto en marcha. Se equivocar¨ªa el PP si sucumbiera a la tentaci¨®n de hacer de ella una batalla. Tiempo habr¨¢ de debatir cada uno de sus aspectos, pero su ¨¦xito depende de la cooperaci¨®n entre todos los partidos y, en especial, de los dos mayoritarios.
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