Agricultura
La incertidumbre y el des¨¢nimo cunden en el campo valenciano. Lo hizo evidente el s¨¢bado la manifestaci¨®n que congreg¨® a miles de agricultores. La crisis no es nueva, aunque se acent¨²a. Ya hace tiempo que el fatalismo del empuje agr¨ªcola perdido parece destinado a que la ideolog¨ªa de nuestra derecha diseque otro rancio t¨®pico victimista. La agricultura valenciana cede peso, las rentas caen, sus productos pierden competitividad y se destruye empleo. Los especialistas se?alan que, m¨¢s all¨¢ de las adversidades puntuales, el agotamiento del modelo es estructural en tres aspectos: el minifundismo, la parcelaci¨®n y el envejecimiento. Se impone un cambio a fondo, tanto en lo que se refiere a la producci¨®n y la comercializaci¨®n como a la ecolog¨ªa y la sociolog¨ªa. Perjudicada por la pol¨ªtica agraria comunitaria y la preferencia de Bruselas hacia modelos agr¨ªcolas continentales; lastrada por la falta de movilidad de la tierra, en la que se refugian capitales ajenos a la actividad agraria; contaminada por el abuso de productos qu¨ªmicos y plaguicidas; envejecida por la deserci¨®n demogr¨¢fica; la agricultura mediterr¨¢nea valenciana requiere una reconversi¨®n que pasa por modernizar la producci¨®n, la distribuci¨®n y la comercializaci¨®n, pero tambi¨¦n por reorientar la actuaci¨®n p¨²blica hacia un esfuerzo en formaci¨®n y en calidad, que rentabilice el valor a?adido, cree estructuras comerciales m¨¢s flexibles y menos atomizadas, introduzca la protecci¨®n del entorno y la seguridad alimentaria como funciones no productivas pero necesarias e impulse el desarrollo del mundo rural, evitando su despoblaci¨®n. Algunas de esas l¨ªneas, sin duda, pasan por la Uni¨®n Europea; otras por el Gobierno de Espa?a; pero es la Generalitat, que tiene transferidas la mayor¨ªa de las competencias agroalimentarias, la que ha de asumir primero sus obligaciones. En ese sentido, que el consejero de Agricultura, Pesca y Alimentaci¨®n, Juan Cotino, hiciera como que con ¨¦l no reza la cosa, asomando por la manifestaci¨®n, constituye una marruller¨ªa muy preocupante. Contra lo que algunos oradores predicaban al final de la protesta, al campo valenciano le hace falta algo m¨¢s que agua, le hace falta pol¨ªtica. Y as¨ª le va.
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