El d¨ªa en que Nintendo demand¨® a una tienda de Costa Rica por llamarse S¨²per Mario. Y perdi¨® la batalla
El excesivo celo de las compa?¨ªas al proteger sus propiedades intelectuales a veces torpedea el avance creativo del medio digital
En 2017 sali¨® al mercado un juego basado en el universo de El se?or de los anillos, Shadow of War, que inclu¨ªa un sistema, llamado N¨¦mesis, bastante revolucionario. Consist¨ªa en que, si un enemigo al azar nos mataba (un orco cualquiera), este ascend¨ªa en el escalaf¨®n del ej¨¦rcito enemigo, haci¨¦ndose cada vez m¨¢s fuerte y resistente. Al ser m¨¢s fuerte, pod¨ªa volvernos a matar en un combate directo y volver a ascender, por lo que entre ese enemigo y nosotros se establec¨ªa un v¨ªnculo antag¨®nico muy interesante. En estas mismas p¨¢ginas quien esto escribe le dedic¨® una columna en su d¨ªa a esa mec¨¢nica tan refrescante: ¡®Shadow of War¡¯ y lo que un videojuego debe ser.
Quiz¨¢ es verdad que ese hallazgo mec¨¢nico ejemplificaba lo que un videojuego deb¨ªa ser, pero el caso es que no lo fue: en 2021 Warner patent¨® el sistema N¨¦mesis, por lo que ning¨²n otro juego ha podido usarlo. Tampoco lo ha usado ning¨²n otro juego auspiciado por Warner.
La semana pasada se ha sabido que Nintendo hab¨ªa demandado a un supermercado de Costa Rica porque se llamaba S¨²per Mario. La compa?¨ªa japonesa consideraba que hab¨ªa usurpado el nombre de su personaje, pero la justicia ha dado la raz¨®n al supermercado porque, en realidad, es bastante l¨®gico que se llamara as¨ª: super (que en lat¨ªn significa encima, o m¨¢s all¨¢) es un prefijo que usamos s¨²per a menudo, y el due?o del local se llama Jos¨¦ Mario Alfaro Gonz¨¢lez. Adem¨¢s, la tienda se abri¨® en 1973, doce a?os antes de que naciera el fontanero del peto azul que, por cierto, el 13 de septiembre de este 2025 cumplir¨¢ 40 a?os.
?Ni Nintendo pudo con este Super Mario! En Costa Rica, un supermercado llamado Super Mario, manejado por Don Mario y su...
Publicada por Nintendo Pe en Jueves, 30 de enero de 2025
¡°Por un momento pensamos en tirar la toalla, ?c¨®mo ¨ªbamos a ganar el pulso a semejante monstruo comercial?¡± se preguntaban los due?os de la tienda en una publicaci¨®n en Facebook. Y contextualizaban el caso: ¡°Ellos tienen registrado un mont¨®n de categor¨ªas, videojuegos, ropa, art¨ªculos de colecci¨®n, juguetes, art¨ªculos escolares, adornos... Pero no la venta de abarrotes [comestibles] y por eso Registro Nacional fall¨® a nuestro favor¡±.
Nintendo es especialmente pejiguera con las cuestiones de la propiedad intelectual, pero no es ni mucho menos la ¨²nica. Muchas pleitean por personajes, dise?os o nombres. Tambi¨¦n son extremadamente proteccionistas con los juegos: muchas obras, especialmente con el cambio de generaci¨®n de consolas, acaban cayendo en el olvido y las compa?¨ªas no dejan que se recuperen de ninguna manera, ni f¨ªsicamente y ni digitalmente, en una estrategia fiscalizadora cada vez mayor. Y esto incluye la espinosa cuesti¨®n de la emulaci¨®n para rescatar juegos del olvido, algo de lo que tendremos que hablar largo y tendido otro d¨ªa.
Dos ejemplos al vuelo: Metal Gear Solid 4 solo se puede jugar en una Play Station 3, consola que ya casi nadie usa. Half Life 2 es directamente imposible de jugar en consolas de nueva generaci¨®n. Y eso que estos juegos no son juegos sin m¨¢s, sino obras capitales que hicieron evolucionar al medio y rompieron las costuras de lo que un videojuego pod¨ªa dar de s¨ª en 2008 y 2004, respectivamente. ?Se imaginan no poder encontrar en una librer¨ªa porque est¨¢n descatalogados, no dos libros autoeditados por una vecina de su pueblo, sino Los Buddenbrook o El ruido y la furia? Pues eso es a lo que parece que se aboca cada vez m¨¢s el mundo de los videojuegos.
No hay que enga?arse, vamos hacia un mundo en el que el trabajo est¨¢ dejando ser fuente de riqueza para pasar a ser una mera fuente de supervivencia. Y en el que la fuente de la riqueza ser¨¢ eminentemente la propiedad. Ojo, no solo la f¨ªsica (casas, terrenos), sino tambi¨¦n la intelectual; esto es as¨ª y conviene hacerse pocas esperanzas sobre que vaya a cambiar en el futuro cercano.
Pero debemos ser conscientes de que esta forma de proceder choca directa y precisamente con los videojuegos, un medio iterativo que, como tal, se retroalimenta de los hallazgos mec¨¢nicos y est¨¦ticos de los dem¨¢s juegos. Debemos asumir ese esp¨ªritu colaborativo que diferencia este arte de todos los dem¨¢s si de verdad queremos que trascienda y deje una marca indeleble en el esp¨ªritu com¨²n. Y debemos asumir, de una vez por todas, que en ese esp¨ªritu com¨²n y colaborativo es como se crea el arte y la cultura digital en el siglo XXI.
Y ya, si nos queda tiempo, habr¨¢ que preguntar cu¨¢nto cuestan los champi?ones en ese supermercado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.