La inmensidad de Lampard y Deco
Ambos centrocampistas fueron los grandes protagonistas de un choque magn¨ªfico
Al tercer rejonazo del Chelsea, Duff, irland¨¦s con rostro paliducho y sangre hervida, se fue directo a por el banquillo azulgrana, sobre el que vomit¨® un kilo de exabruptos. Un gui?o a su t¨¦cnico, tan picado ¨¦l con todo lo que le rodea. Minutos antes de que Duff pusiera al Bar?a al pie del Everest, Mourinho ya hab¨ªa mandado callar a Rijkaard, que hab¨ªa protestado una entrada a Iniesta. Ajeno a las trifulcas de Mourinho y al pendenciero Duff, un futbolista azulgrana se encargaba de arengar a su deprimida tropa. Con 3-0 en contra y en casa de un ingeniero t¨¢ctico tan reputado como Mourinho, s¨®lo Deco ten¨ªa motivos para el optimismo. Nada le daba la raz¨®n. El Bar?a llevaba 20 minutos evaporado, arrasado, precisamente muy cerca de Deco, por los dos mejores centrocampistas ingleses del momentos: Lampard y Cole. A Iniesta el partido le colgaba tres cuartas, Gerard era un fantasma y a Xavi, un inoportuno resbal¨®n en el primer tanto ingl¨¦s le ten¨ªa tocado. Desquiciado el Bar?a, Deco cogi¨® por la pechera el partido y le dio un vuelco espectacular. Un acto de fe que agit¨® un encuentro soberbio.
En Deco hay varios jugadores al mismo tiempo. Maneja las dos piernas, se asocia con todos en el momento justo, tiene quite, luces y gol. Y mucho m¨¢s: es un valiente. No se arruga ante nadie, aunque le saquen dos cabezas. Pega y recibe con la misma entereza. Con Deco de faro, Xavi se contagi¨® y el Bar?a pudo adue?arse de la principal herramienta del juego: la pelota, un salvavidas para un equipo que no sabe defenderse. Reanimado al Bar?a, el partido, maravilloso en tantos aspectos, tuvo un cap¨ªtulo extraordinario: el pulso Deco-Xavi frente a Lampard-Cole. Los dos chicos ingleses mezclan a la perfecci¨®n. Quiz¨¢ porque se acunaron juntos, en otra orilla de Londres, en la escuela del West Ham, desde donde llegaron a los brazos de Abramovich. Lampard domina los tres sectores del juego: tiene colmillos para defender su red, inteligencia y t¨¦cnica para jugar a un toque en el medio y dos piernas y una cabeza dinamiteras cuando se descuelga hacia el ¨¢rea rival. No hay centrocampista en el globo que hoy d¨ªa le haga sombra. A Lampard le faltaba el escaparate internacional y ya ha dejado su sello en la gran pasarela. El caso de Cole es diferente. Es un jugador esculpido principalmente para el ataque. Es listo e intuitivo. Sabe cu¨¢ndo acelerar y cu¨¢ndo frenar. Que le pregunten a Gio, al que se trag¨® una y otra vez.
Tanto peso tuvieron los cuatro centrocampistas en el discurrir del choque, que el intercambio de golpes fue constante. En los morros de Cech y en las cejas de Vald¨¦s.
Si algo sobr¨® fueron los lamentables incidentes del final. Un ayudante del t¨¦cnico portugu¨¦s se enzarz¨® con Rijkaard en la boca del t¨²nel, mientras Mourinho se alborotaba con los suyos sin un m¨ªsero saludo para los perdedores. Al incidente de Rijkaard le sucedi¨® un enganch¨®n entre Ronaldinho y un miembro de la seguridad del Chelsea, al que se sumaron m¨¢s azulgrana y m¨¢s agentes. Para bajar el tel¨®n, Mourinho tambi¨¦n cop¨® los focos: se despidi¨® tirando besitos a la afici¨®n cul¨¦, desde cuyo sector vol¨® una botella en direcci¨®n al m¨ªster local. Un feo final para un partido que estuvo muy por encima de Mourinho y que deber¨ªa quedar grapado en la retina del f¨²tbol europeo.
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