Fracaso, esperpento, humillaci¨®n
El mismo d¨ªa (10 de marzo) EL PA?S entrevista a Javier Cercas y a Jos¨¦ ?ngel Ma?as. En p¨¢ginas separadas hablan de sus nuevas novelas. Cercas dice que ha escrito sobre lo terrible que puede ser el ¨¦xito. Y Ma?as afirma que el ¨¦xito ayuda a sacar lo peor que uno tiene dentro.
Esto no es original. Pero las entrevistas giran en torno al t¨®pico que ellos mismos plantean. ?O es que no sabemos que no suele haber ¨¦xito seguido de otro ¨¦xito? Nunca segundas partes fueron buenas.
Henri Michaux dice que un solo libro puede ser suficiente a lo largo de una sola vida. ?Para qu¨¦ mas? No obstante Michaux escribi¨® muchos libros pero en el fondo se trataba siempre del mismo libro, de la misma prosa, la misma poes¨ªa, los mismos dibujos dictados por las mismas alucinaciones unas veces de la droga y otras del sufrimiento humano. No permiti¨® que nadie lo entrevistara. As¨ª evit¨® decir tonter¨ªas. Cuando otro gigante de la poes¨ªa, Celan, lo visit¨® en Par¨ªs, sali¨® de aqu¨¦l encuentro tan impresionado por el hombre Michaux que no pudo contener el llanto en la misma escalera de la casa.
Palacio sigue declar¨¢ndose a favor de la guerra de Irak y S¨¢nchez Drago hablando de chamanes
La cr¨ªtica alemana habla de una novela farragosa y fallida, es decir, mala, pero Mar¨ªas sigue adelante
Conviene olvidar el af¨¢n de ¨¦xito en literatura (no solo en literatura) y aceptar el fracaso como un triunfo. Porque escribir sobre el fracaso del ¨¦xito es otro modo de reintentar el ¨¦xito por la puerta trasera.
A Javier Mar¨ªas le ha ocurrido algo parecido. La cr¨ªtica alemana, que es la que mejor lo ha tratado hasta la fecha, no elogia su nueva novela Baile y sue?o como ¨¦l, sus editores y su p¨²blico, esperaban. A lo mejor esto no lo sabe su p¨²blico. Pero es as¨ª. La cr¨ªtica alemana ha sido dur¨ªsima. Hablan de una novela farragosa y fallida. Tediosa y complicada. Es decir, mala. Pero Mar¨ªas sigue adelante. Tiene que hacerlo para no dejar de ser Javier Mar¨ªas. Y no sigue el ejemplo de S¨¢nchez Ferlosio, el revisionista m¨¢s exigente de su propia obra, y el m¨¢s alejado de la dictadura editorial. Mar¨ªas multiplica sus entrevistas para repetir que ya anda metido en la tercera entrega de la trilog¨ªa. M¨¢s de lo mismo. Y Michaux nos recuerda: "Incluso lo que es verdad, es falso".
Con Julia Otero
Lo hace bien. Pero a veces notas que sufre. La otra noche, por ejemplo, tuvo en su programa a la ex ministra de Exteriores Ana Palacio y al plenipotenciario de Interiores S¨¢nchez Drag¨®.
Palacio med¨ªa sus palabras (m¨¢s le vale) mientras que S¨¢nchez las prodigaba con un desenfreno man¨ªaco. Julia Otero no sab¨ªa c¨®mo animar a una y contener al otro. Se mantuvo ecl¨¦ctica en espera del equilibrio, es decir de la pausa publicitaria.
Julia Otero quer¨ªa que Ana Palacio hablara sin rodeos del c¨¢ncer en primer¨ªsima persona. Y tambi¨¦n quer¨ªa que S¨¢nchez Drag¨® contara su experiencia hospitalaria en la UCI, su tercera v¨¢lvula cardiaca y el t¨²nel luminoso por el que se accede a la muerte. La propuesta era ambiciosa. Ana Palacio estuvo enternecedora en el ¨¢mbito de la intimidad. No parec¨ªa ser la misma mujer que en Naciones Unidas repiti¨® las temerarias sandeces del belicoso Aznar. Vino a decir que ella, por encima del c¨¢ncer que la dej¨® sin pelo, no ha perdido su pasi¨®n de vivir. Al contrario. Esa pasi¨®n va en aumento. Pero S¨¢nchez Drag¨®, vestido de chino y con un hongo igualmente chino en una mano, repuso que la pasi¨®n no es de sabios. Que la pasi¨®n no es amor, puesto que lo destruye por tratarse de un trastorno de las emociones que propicia los celos, los malos tratos y muchos otros males que enumer¨® sin darse un respiro. Su hongo, el nuevo libro que deseaba promocionar, una experiencia reveladora en la UCI y m¨¢s cosas, merec¨ªan no este programa sino todo un d¨ªa ante las c¨¢maras de la televisi¨®n para que ¨¦l, S¨¢nchez Drag¨®, explicara por qu¨¦ ya no fuma porros aunque beba largos tragos de whisky. Entonces le pidi¨® a Julia Otero que le llenara el vaso.
Nadie cambia por el hecho de verle las orejas al lobo, aunque digan lo contrario. Palacio sigue declar¨¢ndose a favor de la guerra de Irak y sigue convencida de la existencia de armas de destrucci¨®n masiva. Y S¨¢nchez sigue hablando de chamanes, nuevos hongos, libros de autoayuda y sistemas de auto monitorizaci¨®n inventados por ¨¦l en la UCI. Cada loco con su tema. Su dogma. Y su mensaje pedante, triste y banal al hablar de la muerte en p¨²blico.
La humillaci¨®n
Que fueran ocho o 300 los disparos efectuados por las tropas estadounidenses contra la periodista Giuliana Sgrena importa poco. Tres balas habr¨ªan bastado para matar en el acto al agente italiano y para herir gravemente al conductor y a la misma periodista liberada de sus secuestradores. Italia, por supuesto, exige a EE UU la verdad.
Eason Jordan, alto cargo de CNN, coment¨® que las tropas norteamericanas ten¨ªan en su punto de mira a una docena de periodistas ya muertos en Irak. Este comentario le cost¨® empleo y sueldo a Jordan al cabo de mas de veinte a?os de trabajo en la cadena. Pero la revista The Nation habla con claridad en su ¨²ltimo numero del 7 de marzo, accesible en Internet. Y Jeremy Scahill refiere varios casos de periodistas muertos por disparos estadounidenses desde abril del 2003. La mayor¨ªa eran reporteros ¨¢rabes al servicio de empresas ¨¢rabes u occidentales. Otros no. Transcurrido un a?o del asesinato de Jos¨¦ Couso (un tanque Abrams dispar¨® contra el Hotel Palestina, en Bagdad, y mat¨® al enviado de Telecinco y a dos c¨¢maras de Reuters), ?qu¨¦ verdad sabemos? Otro reportero de Reuters, Mazen Dana, fue acribillado cerca de la prisi¨®n de Abu Ghraib porque el Ej¨¦rcito ocupante confundi¨® su c¨¢mara con un lanzagranadas. El ataque estaba justificado, seg¨²n el Pent¨¢gono. Igual que en el caso de Dhia Najin (Reuters) contra el que se dispar¨® por filmar a los insurgentes desde el mismo bando de los malos (the bad guys), como revel¨® The New York Times el pasado noviembre.
Que no esperen los italianos ninguna verdad porque el emperador sabe c¨®mo humillar no solo a sus enemigos sino tambi¨¦n a sus aduladores amigos: primero Aznar y despu¨¦s Berlusconi.
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