Miento, luego existo
MIENTO M?S QUE HABLO. No es de ahora. Nac¨ª mintiendo. Porque soy muy humana, y creo que la gente, cuanto m¨¢s humana, m¨¢s miente. El otro d¨ªa me dijo una amiga que ella ten¨ªa ganas de llegar a vieja para poder decir al fin lo que pensaba de todo el mundo. Pues me parece que vamos a ir a asilos diferentes, le dije. Yo a ese tipo de viejas que aprovechan la vejez para practicar la groser¨ªa no quiero verlas ni en pintura. A m¨ª me gustan las viejas que mienten. Las encuentro divinas. A m¨ª no me des una vieja sincera que te la tiro a la cara. Yo, por ejemplo, en Espa?a, no le cuento a nadie que hay d¨ªas, aqu¨ª en Niu Yol, que estoy sola como una perra. En Espa?a todo el mundo cree que soy muy feliz y quiero seguir manteniendo ese mito que me ha generado tantos enemigos.
Otra cosa que no soporto es la gente que no tiene enemigos. La gente que no tiene enemigos no es de fiar. Cada vez que leo en el peri¨®dico una necrol¨®gica que dice: "Era una buena persona, no ten¨ªa enemigos". Digo: menudo hijoputa. Lo digo para mis adentros, porque de cara a la galer¨ªa soy exquisita que te cagas. Como dice mi amigo Richard, que tiene un humor muy ingl¨¦s: "Yo vengo de una familia muy buena, s¨®lo que a veces me sale la ni?a de El exorcista que llevo dentro". Pues eso.
A m¨ª me gusta que la gente piense en Espa?a que soy una t¨ªa desproblematizada (me encanta esa palabra). Sin embargo, ay, tendr¨ªan ustedes que verme a veces. Con un poquito que me empujen, me tiro al metro. Hay d¨ªas en que los veintisiete pisos en ascensor se me hacen eternos. Hay d¨ªas en los que echo mucho de menos un espejo en el ascensor. Qu¨¦ hace una mujer espa?ola en un ascensor sin espejo. Aqu¨ª la gente mira al vac¨ªo o sonr¨ªe a tu perro. Hay veces que hablan al perro, le dicen hello, y yo contesto por el perro, y digo hello, y siento que mi ingl¨¦s mejora por momentos. Hay d¨ªas que como no tengo con quien hablar me voy a la lavander¨ªa de los coreanos, que me llaman Lindo, Lindo, y s¨®lo de o¨ªr mi nombre me parece que me tienen un gran aprecio. A veces la coreana dice: "Lindo, Lindo, mujer-solitaria". Y entonces siento que dicha coreana me estima, aunque lo diga mientras saca mi ropa sucia y la remira y la clasifica. A m¨ª (concretamente) me da mucha verg¨¹enza que inspeccione mi ropa interior y la ponga en montones diferentes, no s¨¦ con qu¨¦ criterio.
Hay d¨ªas que casi no s¨¦ qu¨¦ voz tengo porque llevo horas sin hablar, entonces, me pongo los cascos del discman para que parezca que tengo un manoslibres y hablo un rato por la calle. Hay d¨ªas que no quiero comer sola y voy al bar de las tortillas donde me conocen los camareros. Esos d¨ªas hablo con un camarero gordito, un poco simpl¨®n, que habla tres palabras en mexicano y tres en ingl¨¦s. Nos hicimos amigos porque a ¨¦l le gusta La Oreja de Van Gogh. Yo le ment¨ª, le dije que soy ¨ªntima de La Oreja de Van Gogh y que cuando vengan a Niu Yol se los voy a presentar. Es una mentira est¨²pida, pero ¨¦l se ha hecho sus ilusiones y su felicidad es la m¨ªa. El camarero simpl¨®n se queda a mi lado, de pie, mientras yo como mi tortilla. A veces el jefe le llama la atenci¨®n, porque mi camarero simpl¨®n descuida a otras clientas por estar conmigo. El otro d¨ªa me cont¨® que su novia le hab¨ªa plantado. Y yo, en un arranque de solidaridad femenina inaudito en m¨ª, le dije: algo habr¨¢s hecho. Y mi camarero simpl¨®n me dijo malicioso: "Nada, s¨®lo le dije que su hermana me late". Yo le re?¨ª, le dije que es horrible que tu novio te diga que tu hermana le gusta, o que le late, que es supergr¨¢fico. Pasamos la comida planeando la reconciliaci¨®n: flores, anillo, en fin. Pero el camarero simpl¨®n es muy jod¨ªo, antes de que se fuera a atender otra mesa me gui?¨® un ojo y me dijo: "Yo lo intento, pero oiga, si no quiere volver conmigo, me quedo con la hermana, que me late". Hay d¨ªas en que quisiera que el camarero simpl¨®n se viniera a pasear conmigo, pero ¨¦l tiene que trabajar, y yo tengo mi vida. Soy una mujer casada. Hay d¨ªas en que me digo: qu¨¦ hago ahora. Entonces entro en una especie de Templo de la Indolencia femenina y miro todos los servicios que ofertan: pedicura, manicura, masaje completo, cera... Y le digo a la encargada: lo quiero todo. Y entonces una china te hace el waxing (cera). La china pregunta si quieres hacerte "el biquini", y dices: por supuesto, y la china, completamente chino-lesbiana, con la excusa del biquini, no para de toquetearte la zona, y t¨² te dejas hacer, porque la soledad puede cambiar la orientaci¨®n sexual de cualquiera.
Luego un nepal¨ª te lleva a un cuarto oscuro que huele a incienso, pone un despertador para que suene a la media hora y te masajea a fondo. Cuando a la media hora suena el despertador, con la misma violencia con la que sonaba el de mi abuelo en el pueblo, yo le digo al nepal¨ª, levantando un poco la cabeza: media hora m¨¢s, please. Y el nepal¨ª obedece. Como estamos a oscuras y los nepal¨ªs son oscuros veo su sonrisa flotante en el espacio y eso me da mucha paz. Entonces pienso: ?cambiar¨ªa esta soledad absoluta por un amigo, un familiar o un admirador? Y me contesto: ni borracha. Una cosa es que seamos infelices y otra que idealicemos a la familia, que la nostalgia es muy embustera. Cada cosa en su sitio.
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