La ceremonia de la seducci¨®n
Apareci¨®, en los ochenta, por San Sebasti¨¢n como un torbellino, poniendo a los cr¨ªticos en sus asientos a cantar y con ¨¦stos huyendo despavoridos del patio de butacas. Fue nombrada mejor cantante de jazz europea, reneg¨® del jazz para convertirse al dogma de la world music y termin¨® presentando OT en versi¨®n lusitana. Han pasado los a?os y Maria Jo?o ha regresado a Madrid, pero esta vez a cuerpo gentil, sin una bater¨ªa de percusiones mozambique?as detr¨¢s; sin apoyarse en un sintetizador polif¨®nico ni cosa parecida. Su voz y el piano de M¨¢rio Laguinha: lo que no fueran ellos dos, no entraba.
Claro est¨¢ que ya no necesita cargar contra los cr¨ªticos para hacerse notar. Para eso tiene una voz que son muchas voces a un tiempo y a un pianista-compositor-arreglista que le zurce sus propios est¨¢ndares a medida. Apenas canta otra cosa que no sean las composiciones de este ¨²ltimo. En su recital del 11-M madrile?o, casi todo fueron m¨²sicas propias de origen no siempre preciso, la mayor¨ªa tomadas de sus ¨¢lbumes m¨¢s recientes, y muy especialmente del ¨²ltimo, Tralha. Como idiomas, altern¨® el ingl¨¦s y el portugu¨¦s. Tambi¨¦n cant¨®, ?y c¨®mo!, Beatriz, la hermosa composici¨®n de Edu Lobo y Chico Buarque, y (I love you) Porgy, de George e Ira Gershwin y DuBose Heyward, lo que no estaba previsto. Un arrebato, la inspiraci¨®n del instante, que dio vida a una versi¨®n primorosa, la cual nos devolvi¨® a la jazzista exuberante y audaz de otros tiempos. En realidad, Maria lo canta todo, bien es cierto que como Dios le da a entender: sus caminos son inescrutables. Imposible predecir cu¨¢l ser¨¢ el pr¨®ximo sonido -musical o no- en brotar de su garganta. Por decir, es la ¨²nica cantante capaz de gritar en tono bajo o de seguir cantando al tiempo que coge aire y sin perder la afinaci¨®n. Su fraseo es ¨²nico y si, en determinado momento, le faltan las palabras, lo que nunca parece faltarle son recursos.
Maria Jo?o y M¨¢rio Laguinha
Maria Jo?o, voz; M¨¢rio Laguinha, piano. Sala Latinarte, Madrid, 11 de marzo.
Los detractores de la portuguesa, que los tiene, hablan de su falta de medida, de su tendencia al tremendismo. Una exhibicionista. Esto no pareci¨® importarle demasiado a una audiencia que asisti¨®, levemente sobrecogida, a la extra?a y arrebatadora ceremonia de la seducci¨®n. El ¨¦xito cosechado por la cantante se extendi¨® a su acompa?ante, uno de los mejores jazzistas del pa¨ªs vecino, a quien no faltaron las ocasiones para el lucimiento. A partir del pr¨®ximo mes de abril, esta misma sala albergar¨¢ un mini-festival de jazz de categor¨ªa. Habr¨¢ que estar al tanto.
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