'Seny' y 'rauxa' de Pasqual Maragall
?Por qu¨¦ se ha producido tanto esc¨¢ndalo y se han vertido tantas descalificaciones personales y pol¨ªticas hacia Pasqual Maragall por su referencia al 3%? No puede ser por que descubriese algo que no conoci¨¦semos ya. Tampoco puede ser por el hecho de que un pol¨ªtico de primera fila como ¨¦l se haya atrevido a decir en p¨²blico que el rey est¨¢ desnudo, porque, en ese caso, no ha sido el primero. Recuerden cuando en su ¨¦poca de ministro de Obras P¨²blicas, Transporte y Comunicaciones, Josep Borrell reuni¨® en su despacho a los presidentes de las grandes constructoras espa?olas y les dijo que se hab¨ªa acabado el 5%; nadie le critic¨® ni se escandaliz¨®, sino todo lo contrario. Aun cuando el problema sigui¨® existiendo.
Ech¨¢ndole un poco de cinismo a la cosa, casi nos podr¨ªamos alegrar porque, de creer a Pasqual Maragall, en Catalu?a s¨®lo se cobre el 3% y no el 5%, dando raz¨®n a aquellos que piensan que aqu¨ª cuidamos m¨¢s el bolsillo. Aunque tambi¨¦n es posible que la referencia al 3% responda a alguna raz¨®n cabal¨ªstica profunda que hace de esa cifra un n¨²mero m¨¢gico para Catalu?a; de ah¨ª el tripartito, TV-3 o Canal 33. Pero, bromas aparte, el hecho es que tenemos un problema de corrupci¨®n que recorre la vida p¨²blica catalana y da?a la reputaci¨®n de los pol¨ªticos y la imagen de Catalu?a. Eso nadie parece dudarlo.
Aun cuando la corrupci¨®n no sea una pr¨¢ctica generalizada, la falta de transparencia en las decisiones p¨²blicas hace que los ciudadanos y las empresas crean mayoritariamente en su existencia. Adem¨¢s, esto propicia que aparezcan enjambres de pillos y "conseguidores" que dedican sus energ¨ªas, conocimientos y tiempo a aprovecharse en beneficio propio, convenciendo a las empresas de que la mejor manera de obtener una licencia, recalificar un terreno o lograr una licitaci¨®n de obra p¨²blica es pagando una comisi¨®n que ellos se encargar¨¢n de hacer llegar a los pol¨ªticos o altos funcionarios que han de tomar las decisiones.
Recuerdo c¨®mo, hace ya bastantes a?os, un amigo me coment¨® su inter¨¦s en desarrollar cierta actividad econ¨®mica que requer¨ªa la obtenci¨®n de una licencia por parte de una instituci¨®n reguladora estatal. Me dijo que un conocido despacho que se dedicaba a tramitar estos asuntos le hab¨ªa pedido una buena cantidad de dinero como comisi¨®n para entregar a los responsables de ese organismo y obtener la licencia. Me sorprendi¨® lo que me contaba porque, entre otros motivos, conoc¨ªa a algunos de los responsables de la instituci¨®n reguladora. Le recomend¨¦ que llevase directamente ¨¦l la documentaci¨®n a la ventanilla del organismo p¨²blico. As¨ª lo hizo, y al poco tiempo recibi¨® la licencia para desarrollar la actividad que quer¨ªa sin pagar m¨¢s que las tasas administrativas oficiales. Si hubiese pagado la comisi¨®n, nadie le hubiese podido convencer de que no hab¨ªa sido para sobornar a los funcionarios y pol¨ªticos, sino que se la hab¨ªa quedado el pillo de turno.
La corrupci¨®n y la falta de transparencia en las decisiones p¨²blicas tienen efectos devastadores sobre el liderazgo pol¨ªtico democr¨¢tico y la calidad de los funcionarios, as¨ª como sobre el funcionamiento de la econom¨ªa. De la misma forma que en la vida econ¨®mica existe la llamada Ley de Gresham, que sostiene que cuando en una econom¨ªa circulan dos monedas de desigual valor al final la moneda mala acaba desplazando de la circulaci¨®n a la buena, en la vida pol¨ªtica existe una ley similar que hace que la corrupci¨®n y la falta de transparencia acaben expulsando de la vida pol¨ªtica y de la direcci¨®n de los partidos a la gente m¨¢s honesta y eficaz y que, al final, se queden en la pol¨ªtica las personas m¨¢s corruptas e ineficientes.
Por otro lado, la corrupci¨®n y la falta de transparencia afectan al crecimiento econ¨®mico y al bienestar social. ?sta es una relaci¨®n que hoy est¨¢ muy bien establecida por la investigaci¨®n econ¨®mica que se ha llevado a cabo en los ¨²ltimos a?os. Tanto es as¨ª que existe un movimiento internacional orientado a crear instituciones para impulsar la transparencia, y algunos organismos internacionales y multinacionales condicionan ya sus cr¨¦ditos y fondos a que los pa¨ªses se comprometan a mejorar la transparencia p¨²blica.
Como es l¨®gico, no existen datos ciertos sobre nuestro nivel de corrupci¨®n, pero s¨ª se puede afirmar que hoy existe en la sociedad catalana una amplia sospecha de corrupci¨®n, y que esta percepci¨®n est¨¢ relacionada con la falta de transparencia de la vida pol¨ªtica y la financiaci¨®n de los partidos.
No va a ser f¨¢cil abordar este problema. En parte, aunque no s¨®lo, porque los dirigentes de CiU corren el riesgo de enrocarse de tal forma en una defensa a ultranza de su labor de gobierno que en realidad puede acabar siendo una defensa de los pillos y deshonestos que en el pasado se han aprovechado en su nombre. Quiz¨¢ una manera de facilitar que se aborde este problema sea reconocer que ese 3%, como met¨¢fora de una pr¨¢ctica m¨¢s amplia, no afecta a un ¨²nico partido, y a partir de ah¨ª hacer dos cosas: primera, dejar la investigaci¨®n del pasado a los jueces y a la comisi¨®n parlamentaria creada; y segunda, impulsar, desde el Gobierno y el Parlament, un cambio profundo de la legislaci¨®n administrativa y de la financiaci¨®n de los partidos para dar transparencia a la vida p¨²blica catalana.
Para llevarlo adelante se necesita un liderazgo pol¨ªtico que combine seny y rauxa. Porque sin rauxa, las cosas permanecer¨¢n como est¨¢n o empeorar¨¢n. Pero sin seny, el riesgo es acabar rompiendo los huevos sin conseguir que cuaje el souffl¨¦. Mi impresi¨®n es que, hoy por hoy, ese perfil s¨®lo lo puede encarnar Pasqual Maragall. Las llamadas, a veces despectivamente, "maragalladas" son la manifestaci¨®n de esa combinaci¨®n de seny y rauxa. Si es as¨ª, benditas "maragalladas".
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