Jazz de altura

Ten¨ªa que ser el Johnny. Ten¨ªa que ser Dave Douglas. Un concierto como el del lunes s¨®lo pod¨ªa haber tenido lugar en el templo madrile?o del jazz y su protagonista no pod¨ªa haber sido otro sino el trompetista y compositor m¨¢s apetecible de una intelligentsia que, en su caso, adem¨¢s de moderna, es realmente inteligente. Vanguardia, s¨ª, pero de la que arrastra al oyente en lugar de asustarle. Diversi¨®n por la v¨ªa de la sofisticaci¨®n.

Douglas vino a presentar su nuevo disco tem¨¢tico, Mountain pasajes, pensado para ser interpretado en las alturas y al aire libre y no en recinto cerrado y a 600 metros sobre el nivel del mar. Para ello, se trajo a lo que m¨¢s se parec¨ªa a un conjunto de c¨¢mara que a un combo de jazz. Cinco instrumentistas de personalidad acusada y tan ex¨®ticos como puedan serlo un violonchelista neoyorquino-alban¨¦s de 27 a?os y un bater¨ªa que enrosca el estilo de las marchin bands con el free jazz.

Los sent¨® en corro y les puso a tocar a pelo una m¨²sica que arranca en las calles de Nueva Orleans y termina en el loft neoyorquino; maneras cl¨¢sicas y aires circenses... Todo parec¨ªa estar atado y bien atado y, sin embargo, la sensaci¨®n era la contraria. El m¨¦rito habr¨¢ de adjudic¨¢rsele tanto a quien concibi¨® semejante portento como a quienes lo interpretaron en noche tan memorable.