M¨²sicos y empleados de la Scala piden la dimisi¨®n de Muti
Los trabajadores reclaman tambi¨¦n la destituci¨®n del superintendente
El teatro de la Scala, la instituci¨®n l¨ªrica m¨¢s c¨¦lebre del mundo, se hunde en el caos. Los 700 empleados del teatro milan¨¦s, incluyendo a todos los maestros de la orquesta, exigieron ayer la dimisi¨®n del director musical, Riccardo Muti, y del reci¨¦n nombrado superintendente, Mauro Meli, y mantuvieron la huelga que obliga a cancelar de nuevo ma?ana un concierto de la Filarm¨®nica. La situaci¨®n parec¨ªa bloqueada, dado el enfrentamiento entre Muti y sus m¨²sicos, y empezaban a circular rumores sobre un inminente abandono del director.
Durante 17 temporadas, Riccardo Muti, de 61 a?os, ha sido la encarnaci¨®n viviente de la Scala de Mil¨¢n. El director era indiscutible, sus deseos eran ¨®rdenes y nadie imaginaba un futuro sin ¨¦l. Ayer, sin embargo, circul¨® durante unas horas el rumor de la dimisi¨®n de Muti, desmentido a primeras horas de la tarde, e incluso se habl¨® de posibles sustitutos: Claudio Abbado, Antonio Pappano y Riccardo Chailly.
Resultaba dif¨ªcil imaginar c¨®mo pod¨ªa calmarse un enfrentamiento directo y personal entre la orquesta y su director. Los m¨²sicos acusaron a Muti, durante la asamblea celebrada ayer, de comportarse como un tirano, de imponer una programaci¨®n conservadora y de rebajar la calidad global de la oferta del teatro. El director mantuvo la negativa a reunirse con los representantes orquestales.
La asamblea vot¨® a mano alzada y casi por unanimidad (unos 700 s¨ªes contra dos noes) por el despido de Muti y de Meli, al que el propio Muti fich¨® como asesor teatral en 2003 y al que dos semanas atr¨¢s impuso como superintendente tras forzar el cese de Carlo Fontana. El alcalde de Mil¨¢n, Gabriele Albertini, de la berlusconiana Forza Italia, se puso del lado de Muti y acus¨® a los trabajadores de la Scala de "actuar contra la instituci¨®n". El alcalde Albertini es presidente del consejo de la Scala, aunque el mando efectivo corresponde a tres representantes de la "sociedad civil" milanesa: el vicepresidente Bruno Ermolli, asesor pol¨ªtico de Silvio Berlusconi; Fedele Confalonieri, presidente de Mediaset, el grupo televisivo del propio Berlusconi; y Marco Tronchetti Provera, presidente de Pirelli y de Telecom Italia y principal promotor de la creaci¨®n de la "segunda Scala", el teatro de los Arcimboldi, en sus terrenos perif¨¦ricos de La Bicocca.
A pesar del poder de la "corte berlusconiana" en la Scala, la crisis interna no muestra rasgos pol¨ªticos. Si los hay, son reactivos: la izquierda municipal se ha puesto del lado de la asamblea de trabajadores y considera que la marcha de Muti "no ser¨ªa el fin del mundo". "Mil¨¢n supo vivir sin Claudio Abbado", dijo Marilena Adamo, vicepresidenta del Consejo Municipal en representaci¨®n de los Dem¨®cratas de Izquierda. Abbado fue despedido en 1986, despu¨¦s de una revuelta orquestal similar a la de estos d¨ªas.
El problema de la Scala consiste m¨¢s bien en una combinaci¨®n de factores econ¨®micos (la deuda del teatro se acerca a los 16 millones de euros, pese a las ingentes ayudas p¨²blicas, tras la restauraci¨®n de la Scala y la construcci¨®n del Arcimboldi), de aversiones personales (nadie discute la genialidad de Muti pero los m¨²sicos se sienten maltratados) y de divergencias sobre el rumbo que deber¨ªa imprimirse a una programaci¨®n considerada demasiado cl¨¢sica o conservadora, en comparaci¨®n con la que ofrece, por ejemplo, el San Carlo de N¨¢poles.
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